La ¨²ltima semana, el Giro de Italia llega a las puertas del Infierno
Ante los anuncios de los favoritos de que la explosi¨®n est¨¢ por llegar, crece la desesperanza de los aficionados por el c¨¢lculo y la falta de pegada de Geraint Thomas y Primoz Roglic
En los viejos bares y comercios ro?osos, junto al San Pancracio y su ramita de perejil dando la espalda colgaba un cartelito que se consideraba la cumbre del ingenio, ¡°hoy no se f¨ªa, ma?ana s¨ª¡±, una condena a la nada que los mejores del 106? Giro de Italia, en cierta forma, han hecho orgullosamente suya.
Hoy no se ataca, ma?ana, s¨ª, es el anuncio que ha amanecido todas las ma?anas, que...
En los viejos bares y comercios ro?osos, junto al San Pancracio y su ramita de perejil dando la espalda colgaba un cartelito que se consideraba la cumbre del ingenio, ¡°hoy no se f¨ªa, ma?ana s¨ª¡±, una condena a la nada que los mejores del 106? Giro de Italia, en cierta forma, han hecho orgullosamente suya.
Hoy no se ataca, ma?ana, s¨ª, es el anuncio que ha amanecido todas las ma?anas, que Geraint Thomas, Primoz Roglic y dem¨¢s campeones que han hecho de la espera su ¨²nica arma expresan con frases tipo, ¡°quedan muchos d¨ªas muy duros¡±, ¡°la ¨²ltima semana ser¨¢ la gran explosi¨®n¡± o ¡°ya llegan los fuegos artificiales¡±.
No parece, sin embargo, que sea la tranquil¨ªsima y soleada Trento, casi germ¨¢nica en su orden y limpieza, vi?edos trazados a escuadra y cartab¨®n, y tan tradicional como sus concilios contra toda reforma, la ciudad en la que cuaje la ruptura aunque al sur, cerrando la vista del Lago de Garda, se yerga la mole del Monte Bondone, cuya cima, 1.632 metros, y sus leyendas, espera el martes a los corredores al final de una etapa con varios puertos previos y 203 kil¨®metros.
¡°Perded toda esperanza quienes aqu¨ª entr¨¦is¡±, escribi¨® Dante en las puertas de su infierno, un aviso que quiz¨¢s, escuchando no los lamentos de la afici¨®n sino los ayes de aflicci¨®n de los ciclistas supervivientes (132 siguen de los 176 que salieron), describa mejor que cualquier mal genio el Giro m¨¢s duro de lluvia, fr¨ªo, ca¨ªdas y enfermedad que muchos recuerdan.
Eliminado Remco Evenepoel --el joven que tocaba las narices y tanto impon¨ªa gracias a las contrarrelojes que el Giro introdujo para seducirle-- en un ataque conjunto de Primoz Roglic, que logr¨® atormentar al prodigio belga en una subida de cinco minutos, y le hizo rozar sus l¨ªmites, y la Covid que le oblig¨® a retirarse, la victoria en el Giro se qued¨® en un juego de amagues sin sustancia, y de conformismo y miedo, entre los dos a los que m¨¢s perturbaba Evenepoel, el mismo Roglic, de 33 a?os, y Thomas, de 36. Solo dos segundos les separan en la cabeza de la clasificaci¨®n encabezada a¨²n por la maglia rosa prestada de Bruno Armirail. Una diferencia m¨ªnima fruto de las dos contrarrelojes y una bonificaci¨®n, y, dado que el ¨²ltimo d¨ªa que puede marcar diferencia consiste en una cronoescalada dur¨ªsima al Monte Lussari (tras un llano de 11,3 kil¨®metros con cabra, cambio de bici y 7.300 metros de ascensi¨®n hasta los 1.760 metros de un santuario con una pendiente media del 12,1% y picos en un camino de monta?a del 22%), en la frontera con Eslovenia, los aficionados m¨¢s calculadores no dudan de que tanto Thomas, ganador de un Tour gracias a la contrarrelojes, como Roglic, pese a que perdi¨® un Tour que parec¨ªa tener ganado en una contrarreloj similar, la de la Planche des Belles Filles ante Pogacar, esperen sin ara?arse al s¨¢bado. Eso supondr¨ªa que las Tres Cimas de Lavaredo el viernes, la postal m¨¢s hermosa de los Dolomitas, con sus tres ¨²ltimos kil¨®metros al 13% de media ¨C¡±la subida m¨¢s dura de mi vida¡±, recuerda siempre Eddy Merckx, que all¨ª gan¨® su primer Giro--, no dejar¨ªa ninguna se?al. Y tampoco eso creen tantos. ¡°Ser¨¢ un Giro de explosiones controladas¡±, recalca Thomas el d¨ªa de descanso. ¡°Quiero disputar la carrera, no atacar simplemente para dar espect¨¢culo¡±.
Ausente la emoci¨®n de la carrera, el aficionado se entretiene con ciertas memeces y vierte una l¨¢grima con otras historias, tempus fugit, dijo Virgilio, y Mark Cavendish, el sprinter de la isla de Man que volaba con la nariz en el manillar, cumpli¨® 38 a?os el domingo y el lunes aprovech¨® el d¨ªa de descanso para anunciar, junto a su mujer y sus tres hijos ya crecidos, que esta ser¨¢ su ¨²ltima temporada en el pelot¨®n. En el Giro, dice, est¨¢ --aparte de para discutir con los comisarios que ordenan un barrage a los coches de los equipos [esto es, que no adelanten a los corredores que se van rezagando para colocarse a cola del pelot¨®n] en los comienzos de etapa en repecho en los que la lucha por la fuga dispara al pelot¨®n a 70 por hora y los sprinters solo sobreviven mezclados entre los coches, una dura supervivencia entre tubos de escape y frenazos y chillidos--, sobre todo, para prepararse con el Astana para el Tour, en el que intentar¨¢ lograr en julio su 35? victoria de etapa y romper el empate como mayor ganador con Eddy Merckx.
Las memeces del jefe del EF, Jonathan Vaughters, ciclista dopado de la cuadrilla de Lance Armstrong con r¨¦cord en el Mont Ventoux que acab¨® denunciando al sheriff, llamando llor¨®n a Thibaut Pinot por quejarse de que el EF Cepeda le sac¨® de quicio en la fuga de Crans Montana, llegan en medio del gran debate que quiere abrir Geraint Thomas con las generaciones anteriores a la suya.
Armstrong entr¨® en la refriega llamando ¡°fucking payaso a su enemigo Vaughters¡±, pero antes, el ciclista gal¨¦s hab¨ªa subrayado otra verdad. Los viejos del pelot¨®n, que ahora son comentaristas, reprochan a los ciclistas de este Giro que tengan la cabeza llena de vatios y que calculen lo que gastan y lo que les queda, como si, subrayan, creyeran que cada uno llega al Giro con una cantidad de vatios determinada en las piernas y que la historia va de guardarlos y gastarlos solo cuando su dispendio rinda beneficios. Lo dicen representantes de la generaci¨®n EPO, que todas las noches pod¨ªan hacer la compra y reponer la despensa. Y Thomas, que comenz¨® su carrera en un equipo italiano, parece saber de lo que habla cuando un periodista le pregunta qu¨¦ opina de esas cr¨ªticas por no atacar y tanto calcular. ¡°Muchas otras cosas suced¨ªan en los 80 y los 90 que nosotros tampoco hacemos ahora, y estamos orgullosos de ello¡±, respondi¨® el viejo gal¨¦s. ¡°As¨ª que ya pueden decir lo que quieran¡±.
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