McNulty vence en B¨¦rgamo en un Giro de Italia en el que los favoritos siguen paralizados por el miedo
Solo los ataques del inconformista Ben Healy, derrotado en la meta, salvan un nuevo d¨ªa de desidia de Thomas, Roglic y compa?ia, que desprecian un trazado ideal para la acci¨®n
El anticicl¨®n ha llegado al Giro y atravesando Sedrina, el pueblo en el que Felice Gimondi, gran campe¨®n en los tiempos de Merckx, le quitaba la bici a la cartera, su madre, y aceleraba libre bajo el mismo sol c¨¢lido que inspira a Ben Healy, el inconformista, melena y casco, que tiemblen todos, a atacar al grupo de evadidos ¨C17 en la escapada¡ªcuando quedan a¨²n 70 kil¨®metros y un puertarraco, el Roncola Alta, para llegar a la meta de B¨¦rgamo. ?D¨®nde vas, loco? Espera a la Roncola, le grita su director por el pinganillo al irland¨¦s de Birmingham, al¨¦rgico al miedo que paraliza al Giro, que secuestra la voluntad de todos. Healy, clasic¨®mano en el alma, hombre de acci¨®n y movimiento, y tanta clase, se frena. Ataca, claro, en la Roncola. Tanto desperdicia en tantas aceleraciones sin sentido, que no logra irse solo. Con ¨¦l llegan a la ciudad lombarda, sus murallas, la llanura padana a sus pies, el italiano Marco Frigo y el norteamericano Brandon McNulty, la inteligencia, que gana.
La audacia es locura. El miedo es sabidur¨ªa. La raz¨®n del Giro.
Si los campeones tienen miedo no son campeones, concluyen los aficionados, cuyo coraz¨®n sufre cuando ve pasar por las carreteras que llevan a B¨¦rgamo al pelot¨®n de los mejores y contempla su ritmo, a 35 por hora, ocupan todo el ancho de la carretera y frenan los que van detr¨¢s para no comerse a los de delante, tan lentos, a casi 10 minutos de Healy, MacNulty, Frigo, que ya han tenido tiempo de limpiarse el sudor en la calurosa tarde, y no tiene m¨¢s remedio que dudar, ?son estos los Thomas, Roglic, Almeida, tantos nombres, tantos ciclistas invisibles, o se trata de la grupeta de los sprinters, los culones, que solo piensan llegar dentro del control? Porque ni las caras ni el ¨¢nimo de los ciclistas al pedalear permit¨ªan distinguirlos.
Solo una aceleraci¨®n defensiva de Joao Almeida llegando a B¨¦rgamo Viejo, v¨ªa calle de La Boccola y la Puerta Garibaldi, la dura cuesta empedrada, la memoria de batallas del Giro de Lombard¨ªa, obliga a todos, a, por orden en la general, Geraint Thomas, Primoz Roglic, Andreas Leknessund, Damiano Caruso..., levantar el culo del sill¨ªn y a acercar a su coraz¨®n a las 200 pulsaciones por minuto por primera vez en el d¨ªa. Nada m¨¢s. ¡°No fue un ataque, sino una toma de posiciones¡±, explica su director, Fabio Baldato, quiz¨¢s temiendo que dada la carest¨ªa de ataques que sufre el 106? Giro de la historia ¨Cen 15 etapas, m¨¢s de 60 horas de carrera, casi 2.500 kil¨®metros recorridos desde los Abruzos, que parecen tan lejanos, el ¨²nico ataque, el de Roglic, Thomas y Tao que desnuda a Evenepoel en la cuesta de los Capuchinos el d¨ªa que, significativamente, gan¨® la etapa Healy, son tres kil¨®metros, cinco minutos de acci¨®n, 15 segundos de ventaja¨C, alguno confundiera el momento con un ataque verdadero. ¡°Se trataba de no entrar mal colocado al descenso final¡±.
¡°Los tres primeros se vigilan y yo estoy ah¨ª, en emboscada, con las piernas preparadas para cuando llegue el momento¡±, dice Damiano Caruso, segundo en el Giro de 2021 y quinto en la general, a 3m 9s del l¨ªder de prestado, Bruno Armirail (beneficiario de la alergia al rosa de Thomas y Roglic, que lo repelen), y a 2m 28s de Thomas. Otro que tampoco se mueve. Espera, como todos, con aprensi¨®n, la ¨²ltima semana, la del Bondone, las Tres Cimas de Lavaredo y la cronoescalada del Monte Lussari. No tiene sentido dar una pedalada de m¨¢s, escuchar el grito desesperado de muchos que piden acci¨®n, engrandecer el ciclismo herido. Caruso justifica su inacci¨®n con los mismos argumentos que Healy usar¨ªa para explicar su acci¨®n, salvo los a?os, en una especie de elogio de la vida burguesa: ¡°Llegado a mi edad [35 a?os], cuando ya no tengo nada que perder, me divierto corriendo despreocupado. Nadie me pide resultados. Tengo la mente serena. Cuando llamo por la ma?ana a casa, toda la familia est¨¢ bien. No tengo motivos para no seguir haciendo esto. Estoy donde esperaba estar llegado el segundo d¨ªa de reposo¡±.
El martes, el Giro de los miedosos parte de nuevo. Hacia Trento. Buen tiempo.
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