Pasi¨®n y ca¨ªda de Tadej Pogacar en La Loze, el col m¨¢s duro del Tour de Francia
El esloveno sufre un tremendo desfallecimiento en la ¨²ltima subida del d¨ªa y ya est¨¢ a casi ocho minutos de Vingegaard en la clasificaci¨®n general
Es un privilegio solo de los grandes campeones sufrir una derrota definitiva, una etapa de dolor y humildad para que la afici¨®n que ador¨® sus grandes d¨ªas descubra que tambi¨¦n son grandes cuando levantan la vista y solo se ve en sus ojos la mirada vac¨ªa, sedienta, del desamparo. Miguel Indurain, Eddy Merckx, Jacques Anquetil, Bernard Hinault, Lance Armstrong, no, Lance Armstrong nunca perdi¨®, todos los m¨¢s grandes del Tour han sido amados el d¨ªa de la derrota que hac¨ªa m¨¢s grandes sus victorias, y los lugares de la derrota son tambi¨¦n centros de peregrinaci¨®n, ...
Es un privilegio solo de los grandes campeones sufrir una derrota definitiva, una etapa de dolor y humildad para que la afici¨®n que ador¨® sus grandes d¨ªas descubra que tambi¨¦n son grandes cuando levantan la vista y solo se ve en sus ojos la mirada vac¨ªa, sedienta, del desamparo. Miguel Indurain, Eddy Merckx, Jacques Anquetil, Bernard Hinault, Lance Armstrong, no, Lance Armstrong nunca perdi¨®, todos los m¨¢s grandes del Tour han sido amados el d¨ªa de la derrota que hac¨ªa m¨¢s grandes sus victorias, y los lugares de la derrota son tambi¨¦n centros de peregrinaci¨®n, La Plagne de Indurain 96, el Pra Loup de Merckx 75, La Loze de Tadej Pogacar, el puerto m¨¢s duro del Tour, el lugar de su ca¨ªda, 19 de julio de 2023.
El cuarto Tour que disputa, y los dos primeros los gan¨® y en el tercero qued¨® segundo, no lo ganar¨¢. Quiz¨¢s tampoco acabe segundo. Tan duro fue el golpe que recibi¨® de Jonas Vingegaard al d¨ªa siguiente de que la contrarreloj de Passy a Combloux le dejara temblando. En 8.500 metros de ascensi¨®n, los m¨¢s duros de los 28 de la subida eterna que abraza las estaciones de Courchevel y M¨¦ribel hasta su aeropuerto para los Rothschild, y en seis y medio m¨¢s de descenso y repecho corto, asfalto negro, muro de ayes y dolores infinito, Tadej Pogacar cedi¨® 5m45s (7m 35s, en la general), nunca en su vida tanto tiempo, al dan¨¦s, quien intent¨®, en desaf¨ªo hom¨¦rico, ganar tambi¨¦n la etapa, pero, hasta interrumpido por un coche rojo que se le par¨® delante en la carretera estrecha, se qued¨® corto de fuerzas y largo de tiempo.
En su subida fren¨¦tica de los ¨²ltimos cinco kil¨®metros, otro Poltergeist en su potenci¨®metro, quiz¨¢s, super¨® a docenas de corredores escapados que parec¨ªan postes clavados en una autopista, tan r¨¢pido iba el maillot amarillo supers¨®nico de nuevo una vez condenado Pogacar. No alcanz¨®, sin embargo, al ganador, el austriaco Felix Gall, uno de la escapada de los retrovisores, a la que se hab¨ªan sumado todos los que tem¨ªan que quien iba detr¨¢s en la general les adelantara, ni al segundo, Simon Yates, y hasta el tercero, Pello Bilbao, le adelant¨® en el muro de los llantos, tan exhausto lleg¨® el dan¨¦s, y el fracaso de su intento desmedido le hace m¨¢s amado.
Antes de tan asonante estrambote, para acabar con Pogacar, Vingegaard no hab¨ªa tenido ni que acelerar. El pescadero melanc¨®lico y escueto, su 1,60m tan fuertes, sus labios que juegan con las expresiones, tan vivos, no necesit¨® entrar en modo killer ni cambiar unos planes ya escritos en diciembre por los estrategas de su Jumbo, que hab¨ªan marcado la etapa como la decisiva. ¡°Solo seguimos aquella estrategia decidida hace meses¡±, dice Vingegaard, cuyo Jumbo mantiene un ritmo de infierno en Saisies ¨Cdonde Pogacar sufre una ca¨ªda f¨ªsica tonta, pre¨¢mbulo de la ca¨ªda real¨C, en el Cormet de Roselend de Ramussen y el ni?o Contador de 2007, sobre el fascinante embalse de aguas azul turquesa, 30 grados, los Alpes son puertos cari?osos, familiares, tanto sol y quesos de Beaufort de bordes c¨®ncavos, como un di¨¢bolo, y en la primera subida a Courchevel. El detalle, la planificaci¨®n, el estudio, no quitan grandeza al momento.
Los Ineos del podio de Carlos Rodr¨ªguez le ayudan al Jumbo. Ciclistas sin guantes. Viendo a los chavales de manos sudorosas desnudas agarrar fuerte el manillar de su bici ascendiendo un terrible coloso de los Alpes, 28 kil¨®metros, m¨¢s de una hora girando pedales, hasta 2.304 metros y 30 grados de temperatura, le habr¨¢n dado los siete males a Bahamontes, ciclista de la vieja escuela que se sacaba un sobresueldo comerciando los mejores guantes con los mejores ciclistas, Anquetil, Poulidor, guantes de piel de cabritilla como los de los de Fangio al volante, como los de Ben Hogan sintiendo sus hierros. Se?al de distinci¨®n. Clase de campe¨®n. Detalles que no les llaman a los de la moda del momento, a Castroviejo, maestro del tempo y del metr¨®nomo, y Fraile, la pareja que cuida de Carlos Rodr¨ªguez y le gu¨ªa, manos blancas, en su empinad¨ªsimo y complicado camino hacia el podio, que se aleja, porque, liberado de ser el soporte de Pogacar, Adam Yates vuela y su hermano Simon se acerca.
¡°Es el feeling lo que busco¡±, dice Tadej Pogacar, el l¨ªder de la banda de los desenguantados. ¡°Me gusta m¨¢s agarrar la bicicleta as¨ª, tocando el manillar con la piel de la palma de la mano, pero s¨¦ que es peligroso, si te caes los ara?azos en la palma son superdolorosos y muy complicados de curar¡±. En una etapa de las de los combates nulos alpinos, antes del desastre, cuando el Tour era la igualdad y la lucha por la bonificaci¨®n, en la Joux Plane o en el Mont Blanc, de las manos desnudas de Pogacar resbal¨® un botell¨ªn de agua, y fue como si le hubieran clavado una lanza en el costado sediento.
La desnudez de Pogacar en su soledad solo acompa?ada de Marc Soler, su colega catal¨¢n, no es solo la desnudez de sus manos, tampoco sus ojos llevan gafas, y su maillot est¨¢ abierto hasta el ombligo, dos alas a sus costados y unas tiras de taping negro en sus abdominales, labios secos, sonrisa ausente. Marcas de sangre, la ca¨ªda, en codos y rodillas. Un ecce homo. Desnudo hermosamente para la inmolaci¨®n, y solo el casco de guerra, el mech¨®n rebelde por las rendijas, recuerda al Pogacar desenfadado, despreocupado, audaz, que enamora. Le duele la tripa, dice. Ha comido todos los carbohidratos que ten¨ªa que comer, 120 gramos a la hora, y este invierno se ha entrenado para poderlos asumir, como todos los ciclistas, se ha hidratado, se ha regado, pero la energ¨ªa, explica, se ha quedado en el est¨®mago, no ha bajado a las piernas, a los m¨²sculos vac¨ªos. El cuerpo arde. El motor, recalentado, sin combustible, no avanza. Antes de completar su striptease arranc¨¢ndose el pinganillo de la oreja, habla con el coche. Siete palabras: ¡°Voy muerto, voy muerto; Adam, al podio¡±. El s¨¢bado, en los Vosgos, se cerrar¨¢ la historia del Tour del 23.
Clasificaci¨®n etapa:
Posici¨®n | Corredor | Equipo | Tiempo |
---|---|---|---|
1 | F. Gall | AG2R Citroen Team | 4:49:08 |
2 | S. Yates | Team Jayco Alula | +34s |
3 | P. Bilbao L¨®pez | Bahrain Victorious | +1:38s |
4 | J. Vingegaard | Jumbo-Visma | +1:52s |
5 | D. Gaudu | Groupama-FDJ | +2:02s |
Clasificaci¨®n general:
Posici¨®n | Corredor | Equipo | Tiempo |
---|---|---|---|
1 | J. Vingegaard | Jumbo-Visma | 67:57:51 |
2 | T. Pogacar | UAE Team Emirates | +7:35s |
3 | A. Yates | UAE Team Emirates | +10:45s |
4 | C. Rodr¨ªguez Cano | Ineos Grenadiers | +12:01s |
5 | S. Yates | Team Jayco Alula | +12:19s |
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