La capucha de Rubiales
El silencio del f¨²tbol espa?ol sobre el comportamiento del presidente de la federaci¨®n resulta, a estas horas, atronador. Incluso m¨¢s que los excesos de tertulia o el blanqueamiento intencionado de una figura altamente t¨®xica y se?alada por los hechos una vez m¨¢s
Cuesta saber cu¨¢nto hay de convicci¨®n y disculpa sincera en el v¨ªdeo de Luis Rubiales, pero lo que s¨ª hay es una coincidencia evidente con una escena de Vota Juan, la divertid¨ªsima serie protagonizada por Javier C¨¢mara. A su personaje, Juan Carrasco, exministro ahora recolocado en alto ejecutivo de una importante empresa energ¨¦tica, lo vienen a detener tras estallar un esc¨¢ndalo de corrupci¨®n en sus a?os como alcalde de Logro?o. ¡°?Doy muy culpable con camisa?¡±, pregunta dubitativo al Guardia Civil que lo custodia: est¨¢ prob¨¢ndose ropa frente al espejo porque, fuera, lo espera la prensa. ¡°Si vas bien vestido parece que te lo esperabas, ?verdad? Mejor as¨ª, casual, como que te han pillado in fraganti¡±, se responde a s¨ª mismo. Y ese ¡°mejor as¨ª¡± resulta ser una sudadera con capucha muy similar a la que luce Rubiales en el video: mismo razonamiento, diferente grado de comedia.
Ceder¨ªamos a la tentaci¨®n de re¨ªrnos si los hechos protagonizados por el presidente de la RFEF en la final del Mundial no fuesen tan sumamente graves, que lo son. Y no me refiero solamente al beso forzado a Jenni Hermoso. Ni a su gesto, primitivo e impropio, de agarrarse los genitales en el palco presidencial mientras se?alaba a no s¨¦ sabe muy bien qu¨¦ o qui¨¦n, puede que a una proyecci¨®n de s¨ª mismo corriendo desnudo por el c¨¦sped en plena celebraci¨®n. Me refiero tambi¨¦n al comunicado emitido por la RFEF en el que, supuestamente, se ponen palabras en boca de la futbolista que nunca dijo. Y a las presiones del seleccionador Vilda para que la familia de Hermoso colaborase en la exculpaci¨®n de su jefe. Luego llegar¨ªan los insultos a trav¨¦s de las ondas. Y ese remate binguero con las risitas c¨®mplices de algunos periodistas, el ¨²nico hecho probado del que no podemos ¡ªni debemos¡ª hacer responsable a Rubiales.
Poco importa si Kiko Narv¨¢ez besaba en la boca a Esn¨¢ider cada vez que marcaba un gol, como declar¨® el exinternacional espa?ol esta misma semana. Intentaba quitar hierro al abuso de Rubiales en un programa de televisi¨®n a base de comparar situaciones diametralmente opuestas, obviando el debido consentimiento como madre de todo este cordero y tratando de introducir su gracejo gaditano como factor corrector del esc¨¢ndalo: si ellos, machos contrastados, se com¨ªan la boca en cada celebraci¨®n, de qu¨¦ vienen a quejarse, exactamente, la futbolista, el feminismo, los progres y el resto de la jaur¨ªa. ¡°Yo no veo violencia en ese beso. Yo intuyo que a Jenni no le gusta porque es homosexual y no le gusta el beso de un hombre¡±, teorizaba la periodista Cristina Cubero en otro espacio televisado. Tampoco es que su opini¨®n importe demasiado, como la de casi nadie en este asunto, pero nunca est¨¢ de m¨¢s echarle un vistazo a lo declarado negro sobre blanco.
El silencio del f¨²tbol espa?ol resulta, a estas horas, atronador. Incluso m¨¢s que los excesos de tertulia o el blanqueamiento intencionado de una figura altamente t¨®xica y se?alada por los hechos una vez m¨¢s. Casi nadie ha salido a repudiar el comportamiento de Rubiales, apenas ?ngel Torres, presidente del Getafe. Los dem¨¢s se limitan a esperar mientras deciden qu¨¦ cara ofrecer ante los medios. ¡°La capucha es para pederastas, violadores, hackers¡¡±, van comentando entre ellos los guardias que custodian a Juan Carrasco en la escena anteriormente referida. ¡°?Ah, no, no, no. Entonces fuera capucha!¡±, responde el detenido quit¨¢ndose la sudadera como quien trata de expiar un pecado: ?Yo no quiero que me confundan con un hacker¡±.
Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.