El Barcelona madura ante el Estrella Roja
Cinco triples de Brizuela y el trabajo de Vesely y Parker dan el triunfo a los azulgrana (76-85), que sofocan al rival y a un pabell¨®n de lo m¨¢s efervescente
Miraba por el retrovisor el Barcelona antes de llegar a Belgrado y observaba con preocupaci¨®n que solo hab¨ªa ganado en dos de los ¨²ltimos nueve desplazamientos europeos, un irrisorio 4 de 11 en total. La vida opuesta a lo que suele suceder en el Palau, su Galia (12 triunfos de 13 choques). Y el envite en Belgrado, en el efervescente Stark Arena del Estrella Roja, pabell¨®n que supura baloncesto, que tiene a 20.000 gargantas siempre dispuestas a dar aliento a los suyos o cogotazos a los rivales, que es una caldera en ebullici¨®n permanente, no parec¨ªa de lo m¨¢s sugerente para los azulgrana. Pero el car¨¢cter y la mu?eca de Brizuela envidaron a la grande y se llevaron la partida, un triunfo del Barcelona que le ensambla como segundo de la Euroliga, que evidencia que tiene baloncesto para desmontar a cualquier oponente, por m¨¢s que le falta regularidad.
Sucede, en cualquier caso, que este Barcelona est¨¢ cogiendo cuajo, quiz¨¢ porque tambi¨¦n tiene callo ante las cr¨ªticas. Las advertencias de Juan Carlos Navarro a los jugadores sobre lo que se puede y no se puede hacer -sobre todo absentismo en la pista y desidia en los entrenamientos, dejarse caer antes de tiempo-, tambi¨¦n la amenaza del t¨¦cnico de que los minutos no se ganaban por galones sino por meritocracia, han servido de revulsivo para el plantel, que sabe que no le alcanza para someter a los rivales con holgura -el pasado envite ante la Virtus fue la excepci¨®n que confirma la regla-, pero que si compite puede con el m¨¢s pintado, incluso con el Madrid. Eso dijo en el magn¨¦tico Stark Arena, escenario que no amilan¨® sino que agrand¨® al Bar?a, a unos jugadores que casi desde el principio de temporada sienten que deben reivindicarse ante esa frase de que lo pasado siempre fue mejor. Pero esa plantilla acumulaba tantas estrellas -ninguna como Mirotic en la pista y Jasikevicius en el banquillo- como facturas, un paso insostenible para las arcas del club. Llegaron jugadores para completar, para asumir un papel secundario a la espera de evoluci¨®n o maduraci¨®n. Caso de Joel Parra, que por momentos ped¨ªa paso por entrega y car¨¢cter; caso de Jabary Parker, que le ha comido la tostada a ?scar da Silva, al punto de que ya es titular y capataz de los minutos importantes; y caso de Dar¨ªo Brizuela, que le ha costado coger color y forma pero que a cada encuentro que pasa expresa ese baloncesto tan pl¨¢stico suyo, de bombas y lanzamientos de carga r¨¢pida. Y, gallardo como es, encontr¨® en la olla de Belgrado el ecosistema perfecto.
Se repart¨ªan de inicio golpes a ambos lados de la red, sobre todo estil¨ªsticos de Parker y Vesely por el Bar?a; y m¨¢s primarios pero igual de efectivos de Bolomboy, que se hac¨ªa el rey de la pintura porque bal¨®n hu¨¦rfano, bal¨®n que se quedaba y traduc¨ªa en canasta. Pero la mejor sinfon¨ªa llegaba desde el per¨ªmetro, con una devastadora racha de cuatro triples consecutivos de Brizuela. Chof, chof, chof y chof. Brecha para el Bar?a que desfilaba al entreacto con una ventaja expresiva (32-45) y con la sensaci¨®n de que pod¨ªa maniatar al rival, tambi¨¦n llevar el tempo del duelo.
No se encontraba el Estrella Roja, gatillazos continuados desde la periferia, pocos recursos para desconchar al ejercicio defensivo azulgrana, acaso los mates de Bolomboy. La bola, el protagonismo, y la felicidad, la ten¨ªa, lo reclamaba y la gozaba el Barcelona, de nuevo con un Brizuela en erupci¨®n -otro triple desde su casa- y con el coloso Vesely y el elegante Parker como escuderos. Una versi¨®n sofisticada de los azulgrana que, sin embargo, se discut¨ªa con la l¨ªnea de los tiros libres. Una tara sin soluci¨®n en lo que va de curso. Una excusa, tambi¨¦n, para que el aficionado del Estrella Roja no perdiera el comp¨¢s en su azuzo y, por consiguiente, sus jugadores no bajaran los brazos antes de tiempo. Por eso el Mago Teodosic sali¨® a pista para repartir caramelos; por eso Nedovic se puso el mono de trabajo para castigar poco a poco con tiros desde media distancia; y por eso Bolomboy segu¨ªa con sus mates. Un 51-64 a falta del pr¨®logo, una distancia considerable que la hinchada del Estrella Roja ve¨ªa salvable.
No entendi¨® lo mismo el Barcelona, que volvi¨® a hacer un ejercicio coral, que jug¨® como los mosqueteros -todos para uno y uno para todos- y que pudo someter a un Estrella Roja que no ces¨® en su empe?o, inmune al desaliento. Acortaron distancias Dos Santos y Gillespie, pero Brizuela volvi¨® a decir la suya, otro triple en el zurr¨®n, otro guantazo. A eso se le sum¨® el temple de Laprovittola, el l¨ªder silencioso del equipo, nervios de acero y mu?eca de oro, y se acab¨® lo que se daba. Fue la noche de Brizuela pero tambi¨¦n el d¨ªa en el que el Bar?a se dijo que esto ya es otra cosa.
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