¡°A trav¨¦s del f¨²tbol se pueden contar todas las cosas de la vida¡±
Luc¨ªa Taboada (Vigo, 1986) es una de las pocas periodistas y escritoras que cuenta con una columna fija en un peri¨®dico deportivo, el diario As. Su vida y su literatura se articulan en torno a una pasi¨®n por el RC Celta que reflej¨® en Como siempre, lo de siempre, ganador del premio Panenka al Libro del a?o en 2019.
Aunque para su abuela Maruja eso de que la nieta quisiera ir cada domingo a Abanca Bala¨ªdos fuera su particular Vietnam, el f¨²tbol, dice Taboada, ha sido su principal constante vital: un medio para conocerse a s¨ª misma y para conocer a otros y, a la vez, el causante de su pesimismo, de su aprecio por las peque?as victorias y de su capacidad de mantenerse fiel a sus ideas.
La experiencia de Luc¨ªa Taboada en su propia voz
Hola, soy Luc¨ªa Taboada: El f¨²tbol entr¨® en mi vida desde que tengo uso de raz¨®n y nunca m¨¢s se ha ido. De hecho, si lo pienso detenidamente, el f¨²tbol es mi mayor constante vital. Es curioso c¨®mo algunos equipos nos acompa?an casi o tanto como personas o lugares, quiz¨¢ porque son un lugar en s¨ª mismo. Mi historia comienza cuando mi padre Manuel nos hizo socias del Celta a mi hermana Paula y a m¨ª. Ten¨ªamos 7 y 5 a?os respectivamente. No fue una decisi¨®n que gustase en mi casa de Vigo, especialmente a mi abuela Maruja que ve¨ªa el estadio como un terreno exclusivamente masculino, inaccesible para las mujeres, m¨¢s si cabe para unas ni?as. Abanca Bala¨ªdos era su Vietnam. Pero mi padre desafi¨® las convicciones familiares y cre¨® una rutina inamovible cada domingo de liga.
Una hora antes del partido, los tres enfil¨¢bamos la cuesta anexa a Bala¨ªdos. Este trayecto se convirti¨® en un elemento poderos¨ªsimo de uni¨®n paterno-filial. De forma excepcional, los tres compart¨ªamos una parcela en la que nadie m¨¢s entraba, los tres coment¨¢bamos la previa de los encuentros, tambi¨¦n las sensaciones posteriores; a veces, incluso, nos qued¨¢bamos a esperar a los jugadores a la salida del estadio, o los ¨ªbamos a ver al campo de entrenamiento de A Madroa, como grupees de los Beatles. As¨ª fue c¨®mo comenc¨¦ a descubrir un deporte vibrante y apasionante en el fondo, muchas veces no tanto en la forma.
Cuando cumpl¨ª 13 a?os, y mi hermana ten¨ªa 15, mi padre nos permiti¨® hacernos socias de la grada de R¨ªo Bajo. Hasta entonces lo acompa?¨¢bamos a Tribuna, una grada mustia en la que las olas mor¨ªan sistem¨¢ticamente, como si alguien cerrase el tap¨®n del mar. Sin embargo, en R¨ªo Bajo, las olas se ejecutaban de forma espl¨¦ndida, al igual que las ondi?as (las olitas) de la canci¨®n de la Rianxeira. Y aquellos a?os cantamos el himno informal del Celta muchas veces, nos desagarramos las gargantas, porque mi estancia en R¨ªo Bajo, los a?os de mi independencia futbol¨ªstica, fueron los mejores de la historia del Celta. Fue una era dorada y gloriosa con partidos como el 5-1 al Real Madrid en liga, o en Europa donde conseguimos victorias verdaderamente memorables. Valgan como recuerdo: el 4-0 a la Juventus, el 7-0 al Benfica, el 3-1 al Liverpool, el 1-3 al Aston Villa.
El f¨²tbol siempre ha sido una excusa para conocerme a m¨ª misma, pero sobre todo para conocer gente. Muchas de mis relaciones personales comenzaron frente a un televisor viendo un partido de liga. Por ejemplo, en mi Colegio Mayor en Madrid, el San Juan Evangelista, donde los acordes de jazz y flamenco del Club de M¨²sica se fund¨ªan con c¨¢nticos futbol¨ªsticos cada semana. Para m¨ª siempre ha sido m¨¢s sencillo iniciar una conversaci¨®n con un desconocido a trav¨¦s del f¨²tbol que de cualquier otra forma; es un idioma en el que me siento especialmente a gusto. Tambi¨¦n me ha servido para relacionarme laboralmente. No soy periodista deportiva, pero s¨ª escribo sobre deporte en el peri¨®dico AS, o s¨ª he escrito un libro de f¨²tbol, ¡®Como siempre, lo de siempre¡¯, de la colecci¨®n Hooligans Ilustrados, de Libros del KO. Escribir sobre f¨²tbol es un artefacto muy eficaz porque a trav¨¦s del f¨²tbol se pueden contar todas las cosas de la vida, absolutamente todas: amores, odios, resentimientos, miedos, alegr¨ªas, placeres.
Y de alguna forma, creo que ser aficionada de un equipo modesto, un equipo no tiene ning¨²n t¨ªtulo en sus vitrinas (salvo una Intertoto) ha moldeado mi personalidad. Acostumbro a celebrar las peque?as cosas, me plagan los pesimismos, pero soy muy fiel a mis ideas. Sigo creyendo, pese a que la historia se empe?e en mostrarnos lo contrario, que ese t¨ªtulo del Celta llegar¨¢ en alg¨²n momento. S¨®lo espero que mi padre, al que le debo mi celtismo, tambi¨¦n me pueda coger ese d¨ªa de la mano bajando la cuesta que llega a Bala¨ªdos.