Dani Olmo, un 10 como falso nueve
El atacante, antes de fallar en la tanda decisiva, articula la superioridad de la Roja con el bal¨®n y asiste en el empate a Morata, suplente de inicio
Nada como la solera de Wembley para que Espa?a e Italia discutieran sobre cu¨¢l de las dos selecciones se apoderaba de la pelota en las semifinales de la Eurocopa. El duelo ten¨ªa el mejor de los atractivos que puede contener un partido de f¨²tbol. Veintid¨®s jugadores empe?ados en hacer da?o al otro con el pie fino. La discusi¨®n futbolera m¨¢s pura y orgullosa ...
Nada como la solera de Wembley para que Espa?a e Italia discutieran sobre cu¨¢l de las dos selecciones se apoderaba de la pelota en las semifinales de la Eurocopa. El duelo ten¨ªa el mejor de los atractivos que puede contener un partido de f¨²tbol. Veintid¨®s jugadores empe?ados en hacer da?o al otro con el pie fino. La discusi¨®n futbolera m¨¢s pura y orgullosa que puede darse se dirimi¨® en el verdor de un terreno de juego que luc¨ªa esplendoroso para que la pelota corriera. Con 10.000 hinchas por bando, la mayor¨ªa hijos de la emigraci¨®n de la Europa sure?a porque la covid-19 ha cerrado en origen las fronteras del Reino Unido para las hinchadas. Al colorido y la algarab¨ªa del grader¨ªo tambi¨¦n se unieron 40.000 ingleses por la mera raz¨®n de que llevan el f¨²tbol en vena y el encuentro promet¨ªa. Por los aleda?os del coliseo corr¨ªa la cerveza, mientras la lluvia confirmaba que el f¨²tbol ha vuelto a casa, como recitan orgullosos los anfitriones. Los hinchas ingleses no se fueron defraudados, a la espera de lo que haga esta noche su selecci¨®n. Vivieron un partido emocional, con la pr¨®rroga y la tanda de penaltis como regalo extra para dirimir el vencedor.
Para la bella discusi¨®n planteada, Luis Enrique sent¨® a Morata y recuper¨® el nueve mentiroso. La misma f¨®rmula con la que los espa?oles vapulearon a los italianos en la final de Kiev de 2012. La peculiar posici¨®n la ocup¨® Dani Olmo. Como era una batalla por el bal¨®n, cuantos m¨¢s jugadores para tocar, mejor, debi¨® pensar Luis Enrique. Y cuantas menos referencias para Chiellini y Bonucci, tambi¨¦n mejor.
Olmo fue la pieza sobre la que Espa?a edific¨® su superioridad con la pelota en el encuentro. En cada una de sus acciones, recibiendo de espaldas dio un recital de dominio de los espacios. Lo mismo tocaba de primera hacia atr¨¢s o hac¨ªa una apertura a banda. De haber embocado un rechace que gan¨® en el ¨¢rea hubiera firmado una primera media hora perfecta. Cuando no, controlaba y se giraba hacia las zonas libres para desconcierto de Verratti, Barella y Jorginho.
Italia no reneg¨® del bal¨®n. Wembley confirm¨® una estampa que hubiera chirriado en el calcio m¨¢s tradicional. El imponente Donnarumma plantado en su ¨¢rea con la pelota pisada para iniciar el juego. No se puede decir que Italia renunciara a la querencia por el bal¨®n que ha desplegado en el torneo, pero Espa?a la asfixi¨®. En la zona t¨¦cnica, Mancini delataba a un entrenador que no reconoc¨ªa a su selecci¨®n. Sus gestos y sus indicaciones invitaban a sus futbolistas a tratar de saltarse la presi¨®n de Espa?a.
A la derecha del seleccionador italiano, Luis Enrique contemplaba su obra. Para ¨¦l, Wembley tambi¨¦n ratific¨® que no negocia la idea de ir siempre al frente. Por momentos, pareci¨® deleitarse con las circulaciones de Espa?a, casi siempre aceleradas en el tiempo y en el espacio indicado por Olmo. Otro disparo suyo en una conducci¨®n hizo mesarse los cabellos al preparador asturiano. Solo se inquietaba con las escasas amenazas de contragolpe de Chiesa e Insigne. Y en una de ellas lleg¨® el gol del primero a la hora de juego. En tres pases, uno el saque con la mano de Donnarumma, Italia se plant¨® en el ¨¢rea de Unai Sim¨®n. La perfecta rosca cruzada de Chiesa fue inalcanzable. Italia no hab¨ªa renunciado al bal¨®n, pero, como no pudo ganar esa batalla, se puso por delante con su manual de toda la vida.
El tanto invit¨® a Luis Enrique a renunciar al falso nueve para lanzar la carga final. Morata, jaleado por el fondo en el que estaban la mayor¨ªa de espa?oles, ocup¨® el centro del ataque. Olmo se escor¨® a la izquierda, pero no perdi¨® de vista las zonas centrales y el balc¨®n de ¨¢rea. All¨ª donde suele ser m¨¢s complicado ligar jugada, tir¨® una pared que cit¨® al delantero de la Juve con el enorme Donnarumma. Con esa acci¨®n agrand¨® un partido memorable por c¨®mo aplic¨® la t¨¦cnica y su velocidad de pensamiento al juego. Una clase magistral de lo que es un nueve mentiroso. La definici¨®n de Morata fue fina, buscando el pie cambiado del meta para evitar su reacci¨®n. El paso del falso nueve al puro le dio un resultado inmediato a Luis Enrique, que enloqueci¨® con el tercer tanto de Morata en el campeonato que llev¨® al partido a la pr¨®rroga y despu¨¦s a los penaltis, donde Olmo dej¨® su ¨²nico borr¨®n con su fallo desde los 11 metros.
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