A falta de final, hay selecci¨®n
No ha sido solo un ejercicio de supervivencia, sino que se forj¨® una personalidad inconfundible a partir del car¨¢cter de Luis Enrique y el talento de Pedri
El instinto competitivo de Espa?a se apag¨® en una desdichada rueda de penaltis, la misma suerte que le llev¨® hasta las semifinales, abatida por el hechizo de Italia en el templo de Wembley. No pod¨ªa haber un escenario ni un rival m¨¢s exigente y la respuesta result¨® admirable mientras la pelota estuvo en juego: Espa?a no fue un equipo sino una selecci¨®n, como corresponde en una Eurocopa, superior a Italia. A bal¨®n parado, sin embargo, se rindi¨® despu¨¦s de avanzar firme y comprometida, de pr¨®rroga en pr¨®rroga, sin m¨¢s meta que el t¨ªtulo que se disputar¨¢ el domingo en el m¨ªtico estadio de Londres. No ha sido solo un ejercicio de supervivencia, sino que con el tiempo forj¨® una personalidad inconfundible a partir del car¨¢cter de Luis Enrique y el talento de Pedri. No le alcanz¨® en cualquier caso para volver a Wembley. Los dioses est¨¢n con Italia: 33 partidos sin perder, 28 victorias, irreductible con Mancini.
Ambas selecciones han sido partidarias de la posesi¨®n y Espa?a le quit¨® la pelota a Italia. La Azzurra la necesita para imponer su ritmo y alegr¨ªa desde que ha dejado de racanear por sistema, y durante un buen rato no par¨® de correr detr¨¢s de los muchachos de Lucho. No la precisa para ganar porque parece m¨¢s consistente y efectiva que Espa?a. El equipo de Luis Enrique es muy fino y aseado, solidario alrededor del cuero y tambi¨¦n m¨¢s blando en las ¨¢reas, por m¨¢s que est¨¦ bien orientado alrededor de Busquets. Italia se vio sometida por un paciente rondo espa?ol que le imped¨ªa atacar y replegar r¨¢pido, ser ¨¢gil y atrevida, responder a la condici¨®n de equipo ambicioso que quiere recuperar el tiempo perdido, obligada a defenderse de Espa?a.
Aunque la racha de resultados le daba confianza y la empujaba a ir en busca de la porter¨ªa contraria, agresiva y al mismo tiempo fiable, a Italia no le qued¨® m¨¢s remedido que confiar en la fortaleza de sus centrales y las buenas maneras de Donnarumma. Las opciones de Espa?a pasaban precisamente por generar dudas a la defensa de Mancini y Luis Enrique quit¨® a un ariete fijo como Morata. Apost¨® por Oyarzabal antes que por Gerard Moreno. No quiso improvisar, sino que a cada partido ha intervenido para sorprender al rival, interesado en tener la pelota y generar situaciones de superioridad alrededor de Bonucci y Chiellini. No entraba en juego Verratti ni Jorginho ni Barella y la ofensiva de Italia qued¨® reducida a aguardar el error para tirar su vertiginosa transici¨®n hacia Unai.
El gol de Chiesa aval¨® tanto el juego directo de Italia como la falta de cintura de Espa?a. La pelota viaj¨® en tres pases de porter¨ªa a porter¨ªa, de la mano de Donnarumma al pie de Chiesa, hasta acabar en la red despu¨¦s de que no pudieran mediar con acierto Laporte ni Eric. A diferencia de los espa?oles, los italianos no necesitan masticar la jugada ni anestesiar al contrario para marcar un gol, m¨¢s selectivos y certeros en la gesti¨®n y aprovechamiento de las ocasiones, como se vio en el gol: el acierto de Chiesa contrast¨® con el desatino de Oyarzabal cuando el partido se hab¨ªa disparado, un mal negocio para Espa?a si no mediaban los cambios de Luis Enrique.
Acostumbrada a la adversidad y a jugar a contracorriente, fuerte mentalmente, Espa?a se corrigi¨® con los cambios y encontr¨® el gol en una acci¨®n tan bien concebida por Laporte y Dani Olmo como definida por Morata, los tres clarividentes, imposibles de defender por el d¨²o Chiellini-Bonucci. El arrebato espa?ol desnaturaliz¨® definitivamente a Italia, desmoralizada desde que encaj¨® el gol de Morata, como si no entrara en el guion de un partido que se le complic¨® m¨¢s con las sustituciones de Mancini.
El final de partido y la pr¨®rroga certificaron la jerarqu¨ªa del equipo de Luis Enrique hasta que los futbolistas acabaron derrengados y Pedri, ya sin Busi, fall¨® su primer pase (m.110). Ya solo le quedaba fuerza para llorar ¡ªigual que en 1996¡ª, e Italia, aliviada y revanchista desde el tiro de Cesc en 2008, se redimi¨® para desespero de Espa?a.
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