Portugal escapa feliz de su propia trampa
Un gol de Concei?ao en el descuento remonta un partido p¨¦simamente gestionado ante Chequia
Francisco Concei?ao empuj¨® un bal¨®n rebotado en el ¨¢rea chica cuando el estadio de Leipzig era un fragor de gritos de desesperaci¨®n. Portugal, un gigante con tanto talento como el que m¨¢s en esta Eurocopa, empataba ante la Rep¨²blica Checa, un conjunto de los confines del f¨²tbol continental, marcado por carencias clamorosas, formado en buena medida con jugadores de la liga local. El 1-1 brillaba en el marcador como una broma y los checos celebraban la gesta cuando un centro de Neto desemboc¨® en la remon...
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Francisco Concei?ao empuj¨® un bal¨®n rebotado en el ¨¢rea chica cuando el estadio de Leipzig era un fragor de gritos de desesperaci¨®n. Portugal, un gigante con tanto talento como el que m¨¢s en esta Eurocopa, empataba ante la Rep¨²blica Checa, un conjunto de los confines del f¨²tbol continental, marcado por carencias clamorosas, formado en buena medida con jugadores de la liga local. El 1-1 brillaba en el marcador como una broma y los checos celebraban la gesta cuando un centro de Neto desemboc¨® en la remontada ag¨®nica. La victoria servir¨¢ para que Portugal gane tiempo y recapacite despu¨¦s de una tarde sembrada de peligros. La clase de disgustos que se rondan cuando los equipos caen en sus propias trampas.
Jugar a dormir los partidos con futbolistas que necesitan la adrenalina de la combinaci¨®n r¨¢pida es la m¨¢s enga?osa de las apuestas conservadoras. Portugal jug¨® a echarle somn¨ªfero al tr¨¢mite y las v¨ªctimas acabaron siendo sus futbolistas m¨¢s despiertos. Bernardo Silva, Vitinha y Bruno Fernandes se embotaron poco a poco, y Cristiano vivi¨® al l¨ªmite de la desconexi¨®n de tanto esperar la pelota sin que le llegara un m¨ªsero pase, apenas centros colgados al meollo de la defensa checa.
Portugal jug¨® a lo seguro. A no perder la pelota, a no arriesgarla nunca, a protegerse con cinco defensas, dos de los cuales, Pepe y R¨²ben D¨ªas, son pr¨¢cticamente infranqueables. El mayor alarde t¨¢ctico de Roberto Mart¨ªnez consisti¨® en alinear dos laterales izquierdos altern¨¢ndolos en las subidas y de vez en cuando meti¨¦ndolos por dentro. Mendes y Cancelo actuaron por la izquierda en la senda del d¨²o que formaron por la derecha Alexander-Arnold y Walker el domingo con Inglaterra. No se sabe, de momento, si estamos ante la tendencia del campeonato, una moda destinada a transformar el f¨²tbol, o un intento puntual de sorprender al adversario con cosas inimaginables o extravagantes. En Leipzig, el m¨¢s sorprendido pareci¨® Cancelo. El carrilero del Bar?a se pas¨® medio partido intentando determinar cu¨¢l era su funci¨®n mientras Mendes, desbordante de energ¨ªa, se transformaba en la mayor amenaza de la Rep¨²blica Checa.
Mendes gambeteaba, llegaba a la l¨ªnea de fondo, met¨ªa pases al punto de penalti, colgaba balones al segundo palo, disparaba desde fuera del ¨¢rea¡ Result¨® sospechoso que hasta que se consumi¨® la primera parte, un lateral, por bueno que sea, fuera el protagonista de una selecci¨®n que incluye a Bruno Fernandes, Bernardo Silva y Vitinha, tres de los mediocampistas m¨¢s inteligentes de Europa, jugadores dotados como pocos para participar con continuidad en la gestaci¨®n del juego en todas sus facetas.
El plan de Portugal tuvo apariencia de solidez en la medida en que los checos se mostraron limitados para todo menos para moverse al dictado de la batuta de Soucek, su mediocentro, h¨¢bil administrador de dos l¨ªneas disciplinadas que casi siempre avanzaron y replegaron a tiempo de bloquear las lentas evoluciones de sus rivales. La pelota solo giraba r¨¢pido cuando Portugal contragolpeaba, o cuando Vitinha tomaba la iniciativa de pasar por el medio y asociarse con sus ingeniosos volantes. En este concierto de riego m¨ªnimo, Cristiano vivi¨® esperando que las jugadas le llegaran a su lejano puesto avanzado de nueve solitario en el coto de Krejc¨ª, Hran¨¢c y Holes. El punta hizo lo que pudo. Un cabezazo a centro de Leao y un tiro a la media vuelta que par¨® Stanek.
El cielo se volvi¨® negro. Llov¨ªa a c¨¢ntaros sobre Leipzig cuando Lucas Provod, oscuro volante del Slavia, recibi¨® en la frontal del ¨¢rea de Portugal y envi¨® la pelota lejos de los guantes de Costa. Con el primer tiro del partido, en un avance que sus rivales permitieron como quien no percibe el peligro de tanto sopor, pasada la hora, los checos hicieron el 0-1.
Roberto Mart¨ªnez no cambi¨® la estructura. Apenas movi¨® el banquillo sustituir piezas. Ivan Hasek refresc¨® a medio equipo con cambios para apuntalar la defensa, para que no se le hundiera agotada de tanto bascular. Un gol en contra de Haran¨¢c, despu¨¦s de otro centro que ¡ªc¨®mo no¡ª cabece¨® el omnipresente Mendes, empat¨® el partido. Lo que hasta entonces hab¨ªa sido un duelo de posiciones, t¨¢ctico y calculado, se descontrol¨®. En el reino del correcalles prevalecieron los m¨¢s talentosos. Pepe y Dias respondieron con m¨¢s agilidad que sus hom¨®nimos, y alrededor de Soucek avanzaron con m¨¢s precisi¨®n Bruno Fernandes y sus socios, m¨¢s animados por la urgencia que por acciones precisas y claras. Portugal reaccion¨® a su desgracia con car¨¢cter y entereza. Ah¨ª residi¨® su gran m¨¦rito. A falta de f¨²tbol, cuando la claridad estaba completamente perdida en un partido trampa, sus jugadores se empe?aron en levantarse y salir adelante.
Lo consiguieron en un avance tan atropellado como casi todos los que produjeron bajo la lluvia sajona. Neto meti¨® el centro y Francisco Concei?ao lo empuj¨® en medio de la confusi¨®n general para salvar el debut de una selecci¨®n que no renuncia a la ilusi¨®n de gran favorita.
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