Bellingham brilla en la Inglaterra oscura
Los brit¨¢nicos se agarraron al gol del volante para encerrarse sin ideas contra Serbia
La muchedumbre se enamor¨®. ¡°?Hey Juuuuude...! ?Hey Juuuuude...!¡±, gritaban, convencidos, seguros, ratificados en su deseo de creer en Jude Bellingham. Eran unos 40.000. Pero hab¨ªa muchos m¨¢s dispersos fuera del estadio, en Gelsenkirchen, en Oberhausen, en Essen, en D¨¹sseldorf. Durante d¨ªas hab¨ªan plagado la cuenca del Ruhr ¡ªese paisaje sombr¨ªo, marcado por cicatrices de la moribunda industria pesada¡ª con sus uniformes blancos y su banderas cruzadas, montando fiestas en todas las terrazas y bebiendo alegremente mientras aguardaban al gran momento. La revelaci¨®n m¨ªstica se produjo del modo m¨¢s primario imaginable. A la inglesa. Por las bravas. Sin mucha imaginaci¨®n. Con un cabezazo pinturesco que sirvi¨® para disimular un partido penoso de Inglaterra, apretada hasta el final por una Serbia limitada que entr¨® al partido ofuscada y solo descubri¨® sentido a lo que hac¨ªa cuando dej¨® de especular.
Bellingham abandon¨® la hibernaci¨®n en Gelsenkirchen, desde luego. Como los osos despu¨¦s del largo sue?o de los meses fr¨ªos, el chico se despert¨® al calor primaveral y al aroma dulce de los tilos que abundan en estos parajes, y fue a cabecear ese centro con el entusiasmo de los futbolistas que sienten que realizan el sue?o infantil tir¨¢ndose de palomita con la frente por delante. Walker hab¨ªa habilitado a Saka por el carril central y el extremo le hab¨ªa colgado el centro al punto de penalti. Contra la jugada, aprovechando que Kane arrastr¨® a los tres centrales serbios hacia el primer palo, el jugador del Madrid irrumpi¨® desde atr¨¢s con tanta fuerza y felicidad que Zivkovic, el lateral que fue a cerrarle, sali¨® despedido como si lo hubiera arrollado un tren. El bal¨®n se hundi¨® en la red e Inglaterra se puso por delante sin m¨¢s proleg¨®menos. Transcurr¨ªa el minuto 13 y el partido no hab¨ªa ofrecido nada m¨¢s relevante que un centro a la olla y un cabezazo soberbio.
Dijo Gareth Southgate que la Eurocopa ¡°es un carnaval del f¨²tbol¡±. Fue lo m¨¢s luminoso que pronunci¨® el seleccionador ingl¨¦s en la neblina de su discurso de la v¨ªspera del partido, un rosario de t¨¦rminos burocr¨¢ticos que pod¨ªan encerrar cualquier significado. Es cierto que en este torneo, sobre todo en la primera fase, pesan mucho las consideraciones folcl¨®ricas, sentimentales, incluso tur¨ªsticas. Lo permite la presencia de numerosos equipos tan poco bendecidos por dones futbol¨ªsticos como Serbia, que lleg¨® a Gelsenkirchen embargada por los complejos. As¨ª Southgate pudo desplegar una alineaci¨®n con tanta impronta pol¨ªtica como de baile de m¨¢scaras. Comenzando por el mediocentro. Por no dejar en el banquillo al popular Alexander-Arnold se invent¨® un puesto para ¨¦l, pivote-lateral, y releg¨® a la suplencia a los espl¨¦ndidos Mainoo y Warthon, dos especialistas que han hecho muchos m¨¢s m¨¦ritos que el lateral del Liverpool para jugar de interiores pero carecen de cach¨¦ medi¨¢tico y de fama, y eso es algo que valoran mucho los hinchas en estos d¨ªas. Bast¨® esta extravagancia para que Inglaterra se bloqueara en la salida del bal¨®n, pues Alexander-Arnold acab¨® quit¨¢ndose la careta y desplaz¨¢ndose naturalmente a su ecosistema de lateral. Con esto el equipo perdi¨® un punto de apoyo en el mediocampo.
Inglaterra no carburaba en el primer pase y cuando alcanzaba el ¨²ltimo tercio del campo, donde esperaban los serbios, Bellingham, Foden y Harry Kane, todos afan¨¢ndose por ir por dentro, se solapaban con demasiada frecuencia, como si no estuvieran seguros de qu¨¦ hacer para combinar contra una defensa cerrada en su ¨¢rea. El gol de Bellingham tuvo la virtud de resolver este problema. Con el 1-0, Southgate mand¨® al equipo a esperar atr¨¢s, y entonces se produjo una suerte de milagro al rev¨¦s. Inglaterra, probablemente la plantilla m¨¢s dotada de Europa, dedic¨® lo que restaba de velada a esperar en su campo, darle la pelota a Pickford para que la desplazara en largo a ver si Kane o Bellingham la aguantaban, y a salir a la contra en un proceso que nubl¨® a Foden y aisl¨® al propio Kane, las figuras m¨¢s ingeniosas de un equipo plano.
Fue as¨ª que la azorada multitud de hinchas peregrinos contemplaron c¨®mo Tadic, Vlahovic, Savic y Gudelj se met¨ªan en territorio del favorito y comenzaban a llegarle en tromba. Inglaterra no habr¨ªa resistido si no hubieran aparecido Stones, Walker y sobre todo Declan Rice, un gigante en el arte de equilibrar y administrar abundancia y escasez. Hay futbolistas que brillan con viento a favor. Rice se enciende en las noches m¨¢s oscuras. Contra Serbia dio un recital de intercepci¨®n de pases y orientaci¨®n de las evacuaciones bajo presi¨®n. Sin la concurrencia del volante del Arsenal seguramente Serbia habr¨ªa encadenado su patido n¨²mero 23 marcando goles.
As¨ª gan¨® Inglaterra y as¨ª se coron¨® Bellingham, lo m¨¢s vistoso de un partido exasperante, tal y como plasm¨® la estad¨ªstica m¨¢s pobre de tiros a puerta en un encuentro de Eurocopa: 11 en total, 6 a favor serbio, 5 a favor ingl¨¦s.
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