Espa?a sobrevive en el alambre y tumba a Alemania
La selecci¨®n, a semifinales contra Francia con un gol de Merino en la pr¨®rroga tras aguantar el vendaval de la selecci¨®n germana en el ¨²ltimo partido de Kroos
Espa?a y Alemania, las dos selecciones m¨¢s grandes de Europa, se llevaron al l¨ªmite en Stuttgart, y en el l¨ªmite, mientras encajaba un chaparr¨®n de golpes, despu¨¦s de haberlos propinado, aguant¨® Espa?a, propulsada a las semifinales contra Francia por un cabezazo de Mikel Merino en la pr¨®rroga. Golpe a golpe se fueron deshaciendo los dos jerarcas, dos ej¨¦rcitos que acometieron las ¨²ltimas cargas como una colecci¨®n de tullidos, cojos y acalambrados, en un final que resumi¨® el esp¨ªritu de una pelea formidable, cruda y vibrante.
Cuando apenas quedaban unos segundos y Espa?a trataba de conservar la ventaja, todos ya derretidos, Musiala enfil¨® la banda y vol¨® dejando atr¨¢s a Carvajal, en las raspas. El defensa extrajo la ¨²ltima gota de energ¨ªa y se tir¨® a placar al alem¨¢n. De todas formas, ya sab¨ªa que no jugar¨ªa la semifinal, por una amarilla. Tumb¨® a Musiala y se qued¨® en la hierba estir¨¢ndose los gemelos, que chillaban por los pinchazos del ¨¢cido l¨¢ctico. Cuando Taylor le mostr¨® la roja se retir¨® casi a rastras, y dej¨® a Kroos, tambi¨¦n con calambres, su ¨²ltimo toque como futbolista profesional: centr¨® al ¨¢rea con la grada aferr¨¢ndose al ¡°Toni, Toni...¡± como a un conjuro. All¨ª desfalleci¨® el partido. Y all¨ª acab¨® la carrera de un genio.
Aunque solo despu¨¦s de empujar a Espa?a a buscar en el fondo del recipiente, a celebrar alcanzar la pr¨®rroga cuando se le ven¨ªa encima una tormenta de ocasiones. All¨ª apareci¨® Olmo, que hab¨ªa estado esperando su ocasi¨®n a rebufo de Pedri, y que emergi¨® tras la lesi¨®n del canario. Primero adelant¨® a la Roja y despu¨¦s la revivi¨® durante el tiempo extra.
Alemania entr¨® a la pr¨®rroga con el empuje de un vendaval, del mismo modo que hab¨ªa llegado al minuto 90, arrollando a Espa?a, oleada tras oleada, cerca del gol. En ese punto, con la selecci¨®n dobl¨¢ndose bajo el peso del empe?o alem¨¢n, Olmo encontraba tiempo con el regate, creaba espacios, invitaba a volver al pase. Hasta que encontr¨® la cabeza de Merino y el jugador de la Real revivi¨® a un equipo que se hab¨ªa mantenido bien plantado durante la primera hora, hasta que Nagelsmann apret¨® el bot¨®n de alerta y la unidad de refresco de De la Fuente no pod¨ªa sostener el pulso.
Alemania descifr¨® como nadie a la Roja. Ning¨²n otro equipo hab¨ªa estado ni cerca de crearle tanto peligro, de cercar tanto a Unai Sim¨®n, de dormir durante algunas fases a Lamine Yamal. Convirtieron su banda en un estanque de cocodrilos. Ya hab¨ªa avisado Nagelsmann. Primero le pis¨® Kroos, y desde entonces se mov¨ªa siempre mirando de lado, para ver por d¨®nde iba a llegarle el siguiente empell¨®n, de Raum, o de Tah.
Pero a Espa?a le quedaba la otra banda, desde donde Nico Williams asust¨® bien pronto. Enfil¨® con la pelota en diagonal hacia dentro, donde encontr¨® terreno prometedor durante muchos minutos, aguard¨® a que Morata cuerpeara con Tah en el ¨¢rea y se la dio. El capit¨¢n la dej¨® para la llegada de Pedri, que tir¨® con la zurda al regazo de Neuer. No se hab¨ªa consumido el primer minuto.
Alemania respondi¨® rascando. Rodri puso a correr a Pedri por el centro, Kroos le cort¨® el paso y le sac¨® del partido. El canario tard¨® a¨²n dos jugadas en retirarse, pero en el minuto 8 le dej¨® el sitio a Olmo. Se fue llorando, con lo que parec¨ªa un esguince en la rodilla izquierda. Alemania plante¨® un recibimiento ¨¢spero a Espa?a, de mucho choque, de pierna dura. Sin mucho bal¨®n de entrada.
Hasta que le bajaron algo las pulsaciones y comenz¨® a maniobrar G¨¹ndogan en el centro, con el apoyo de Havertz, que ca¨ªa un poco atr¨¢s y daba tiempo a que aparecieran los laterales. No asomaban ni Musiala ni San¨¦, bajo control. Son dos equipos que se han estudiado mucho, muy estables en su propuesta durante el campeonato. Los m¨¢s observados. Sin sorpresas en los onces, salvo la entrada de Emre Can, recuperado, por Andrich. Tocaba la Mannschaft, y Espa?a tampoco parec¨ªa demasiado inc¨®moda. El partido acumulaba una tensi¨®n sostenida que suger¨ªa que pod¨ªa explotar en cualquier momento. Para cualquier lado. G¨¹ndogan encontr¨® una subida con campo de Kimmich, el del Bayern puso un buen centro y Havertz se elev¨® para cabecear al punto donde esperaba Unai.
Alemania controlaba la pelota pero no el paisaje completo. Sab¨ªa que con Espa?a hay cosas que no aparecen hasta que roba. Entonces acelera Nico, encuentra a Olmo, y el atacante del Leipzig suelta un latigazo que se rebela en las manos de Neuer. El equipo de Nagelsmann crece, pero el de De la Fuente no pierde el sitio, sostenido por Rodri y Fabi¨¢n.
No hay respiro. No hay contemplaci¨®n. Tampoco en los banquillos, desde los que se interviene ya en el descanso. Nagelsmann retira a San¨¦, inofensivo, y a Emre Can, impreciso, e introduce a Wirtz y Andrich, que hab¨ªa ayudado a Kroos a controlar el centro del campo. En el otro lado, entra Nacho por Le Normand.
Por entonces, Lamine ya le hab¨ªa tomado todas las medidas de Raum. Empez¨® a hacerlo todo al rev¨¦s: no iba a buscarle, sino que lo arrastraba hacia fuera. Y eso, que parec¨ªa inofensivo, supon¨ªa un riesgo enorme. Se recost¨® a la derecha, como estudiando a Raum, que lo observaba alerta, magnetizado. Entonces solt¨® un pase al carril central del ¨¢rea, por donde aceleraba Olmo, que bati¨® a Neuer.
El gol agit¨® a Alemania: se fueron Raum y G¨¹ndogan y entraron Mittelst?dt y F¨¹lkrug, un delantero rematador. Se hab¨ªa abierto el partido y en el desconcierto Espa?a encontr¨® espacios para dormir la eliminatoria. Pero sucedi¨® lo contrario. El batall¨®n de Nagelsmann a¨²n ten¨ªa munici¨®n. Uno de los jerarcas del f¨²tbol mundial no se iba a entregar as¨ª. Kroos se resist¨ªa a que fuera su ¨²ltima tarde, y dirigi¨® una carga creciente que fue encontrando cada vez m¨¢s a menudo a Havertz y a F¨¹lkrug, que avis¨® rematando un contraataque al palo.
De la Fuente, que ya hab¨ªa retirado a Yamal, trat¨® de desactivar el caos con Merino y Oyarzabal, pero Alemania hab¨ªa abierto las compuertas a una de sus cl¨¢sicas avalanchas. Rascando y percutiendo. Havertz se encontr¨® con una sucesi¨®n de ocasiones: dos cabezazos, un tiro picado demasiado alto tras un despiste de Unai Sim¨®n. Espa?a estaba sonada, y Wirtz empat¨® en el 88. Creci¨® la embestida y Espa?a, a¨²n en pie, lleg¨® a la pr¨®rroga con el tembleque del tiro de M¨¹ller al lateral de la red. Y all¨ª, en el filo, en su peor momento del torneo, se levant¨® sobre Olmo, que encontr¨® a Merino para alcanzar la semifinal.
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