Kobbie Mainoo ha resuelto en silencio el viejo problema del centro del campo de Inglaterra
El adolescente ha jugado con una madurez inusitada y ofrece el tipo de control del bal¨®n que durante tanto tiempo ha buscado el equipo
Esperen un momento, rebobinen la cinta. P¨®nganla otra vez. Jack Grealish y Marcus Rashford se quedan fuera de la convocatoria de Inglaterra. Los jugadores ingleses utilizan un anillo inteligente de 421 libras (500 euros) para aumentar sus opciones en la Eurocopa. Los comentarios de Gary Lineker y Alan Shearer en un podcast enfurecen a muchos. Algunos lanzan vasos de cerveza (de pl¨¢stico) a Gareth Southgate (y fallan). Jude Bellingham se mete en un jard...
Esperen un momento, rebobinen la cinta. P¨®nganla otra vez. Jack Grealish y Marcus Rashford se quedan fuera de la convocatoria de Inglaterra. Los jugadores ingleses utilizan un anillo inteligente de 421 libras (500 euros) para aumentar sus opciones en la Eurocopa. Los comentarios de Gary Lineker y Alan Shearer en un podcast enfurecen a muchos. Algunos lanzan vasos de cerveza (de pl¨¢stico) a Gareth Southgate (y fallan). Jude Bellingham se mete en un jard¨ªn por un ¡°gesto obsceno¡±. Un chico de 19 a?os dirige el medio campo de Inglaterra en su primer torneo internacional. A Bellingham lo multan por su ¡°gesto obsceno¡±, pero no le cae ning¨²n partido. Southgate contesta airado a los cr¨ªticos. Southgate echa humo por las ¡°filtraciones¡± t¨¢cticas en los medios.
Como en el famoso v¨ªdeo viral del oso emulando el moonwalk de Michael Jackson, hay momentos en que es f¨¢cil perderse en medio del ruido, de las distracciones, seguir los cabos sueltos y no percatarse de algo bastante inusual que se despliega justo delante de nuestras narices. Como Kobbie Mainoo, que en el breve rato que lleva leer este p¨¢rrafo ya ha dado tres pases y se ha escurrido detr¨¢s del defensor para que le devuelvan el bal¨®n.
La estad¨ªstica solo cuenta parte de la historia, pero merece la pena fijarse en los datos. A medida que llegamos a las etapas finales del torneo, Mainoo figura en sexto lugar con un 94,4% de pases buenos. Por delante est¨¢n Sasa Lukic de Serbia, Orel Mangala de B¨¦lgica y tres defensas. Por detr¨¢s quedan Rodri (93,2%), Aur¨¦lien Tchouam¨¦ni (93%), Jorginho (91,2%), Granit Xhaka (90,7%), Toni Kroos (90,4%) y Luka Modric (86%).
Hay que tener en cuenta, adem¨¢s, que no se trata de pases de relleno, balones de reinicio de jugada con una presi¨®n m¨ªnima. Las cifras, y lo que ven nuestros ojos, confirman que Mainoo ha estado operando con frecuencia en la zona m¨¢s poblada del campo, donde los m¨¢rgenes son m¨¢s estrechos y el espacio escasea. Contra Suiza lo que hizo principalmente fue recibir el bal¨®n rodeado de tres contrarios de camiseta roja, mucho m¨¢s grandes que ¨¦l, a los que esquivaba y manten¨ªa a raya. M¨¢s de la mitad de los balones que toca los recibe en el tercio central del campo, y el 38% son en el tercio m¨¢s cercano a la porter¨ªa contraria.
Llegados a este punto, conviene aportar un poco de contexto. En silencio, y por espacio de dos partidos, podr¨ªa decirse que Inglaterra b¨¢sicamente ha resuelto el problema del centro del campo que lleva quitando el sue?o a los seleccionadores desde¡ ?Sven-G?ran Eriksson? ?Bobby Robson? ?Walter Winterbottom? Campa?a tras campa?a, el f¨²tbol ingl¨¦s ha padecido su incapacidad cr¨®nica para crear un centrocampista que, de manera sencilla y productiva, fuera capaz de recibir el bal¨®n, mantener la posesi¨®n y controlar el medio campo. ¡°Si soy sincero, llevamos siete u ocho a?os en que esta clase de jugadores ha escaseado¡±, se lamentaba Southgate antes del torneo. ¡°En ocasiones, eso ha afectado la forma en que hemos podido jugar¡±.
Pues aqu¨ª est¨¢. No olvidemos que solo tiene 19 a?os. Tal vez haya similitudes aqu¨ª con su impacto instant¨¢neo en el Manchester United de Erik ten Hag esta temporada: un colectivo disfuncional para el que el centro del campo no es simplemente una debilidad, sino una especie de azote, el origen de sus temores m¨¢s intensos. Llegar y de alg¨²n modo aportar no solo calma sino que da esperanza, sin limitarse a reciclar el juego, tambi¨¦n llev¨¢ndolo hacia delante, no solo teniendo el bal¨®n, sino pidi¨¦ndolo y disfrutando con ¨¦l: s¨ª, esto es nuevo, incluso revolucionario, y acaso el secreto de su ¨¦xito (hasta ahora) haya sido tratar de no darle demasiada importancia.
Porque, salvo que uno preste mucha atenci¨®n, no es evidente lo que Mainoo ha estado haciendo ah¨ª fuera. No ha marcado, tampoco ha dado ninguna asistencia. No tiene una velocidad de v¨¦rtigo ni ansias de desvelar todos sus trucos. De hecho, la discreci¨®n es clave. Durante decenios el f¨²tbol ingl¨¦s ha tenido centrocampistas que ven su papel como si tuvieran que lucirse, nunca conformes con dar un toque si pueden dar tres, descontentos con la posesi¨®n hasta que hayan podido hacer algo llamativo. Con el af¨¢n, sobre todo, de ser vistos.
Mainoo, en cambio, quiere desaparecer. Por supuesto, hay cosas destacables: un pase largo muy preciso, el giro y carrera con el que dej¨® atr¨¢s a dos jugadores suizos en cuartos de final, lo que le permiti¨® un avance de 45 metros por todo el medio de la cancha. Pero la mayor parte de lo que hace es el juego combinativo. Hace que participen los dem¨¢s. Atrae a los defensores y crea espacios en otros lugares.
Ah¨ª todo sucede con el contrario muy cerca, con la pelota secuestrada entre sus pies r¨¢pidos e inteligentes, que no se conforman con el pase f¨¢cil hacia atr¨¢s o la diagonal larga de bajo porcentaje. En 210 minutos de f¨²tbol solo ha jugado cinco balones largos, ha dado m¨¢s toques en el tercio ofensivo (por cada 90 minutos) que Bellingham o Harry Kane. Contra Suiza, su compa?ero en la medular, Declan Rice, dio 25 pases a Jordan Pickford o a los dos mediocentros defensivos, esencialmente reiniciando el juego. Mainoo dio tres pases de esos, y uno de ellos fue el saque de centro.
En cierto modo, probablemente sea este el ¨²ltimo gran torneo en el que Mainoo podr¨¢ gozar de un relativo anonimato. La cultura del f¨²tbol ingl¨¦s de ungir a salvadores de la noche a la ma?ana, cargando todo sobre sus hombros hasta que sucumben, seguramente le alcance tambi¨¦n a ¨¦l. No cuenta con un apodo mesi¨¢nico, no le han hecho una canci¨®n, no tiene su propio mural ni anuncia colonias. La tentaci¨®n a partir de ahora ser¨¢ ponerlo bajo los focos, convertirlo en la estrella, ¡°construir el equipo en torno a ¨¦l¡±, sea lo que sea que significa eso.
A lo mejor esto es lo que quiere ¨¦l, pero cuesta razonar que sea lo que necesita. Antes del torneo lo entrevistaron en la revista de estilo de vida Dazed and Confused, donde explic¨®, con una sencillez marca de la casa, su manera de ver el f¨²tbol en sus primeros a?os. ¡°Me parec¨ªa divertido¡±, explicaba, ¡°y me lo sigue pareciendo¡±. En un contexto en que todo tiende a ser grandioso, oper¨¢tico, melodram¨¢tico, desabrido, la aparici¨®n misma de Mainoo parece un peque?o acto de progreso.
Este art¨ªculo es una colaboraci¨®n con The Guardian. Jonathan Liew es periodista deportivo en The Guardian.
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