Barro en la sala de prensa
Las cr¨ªticas de Xavi a periodistas forman parte de una tendencia que encontr¨® su punto ¨¢lgido durante la etapa de Jos¨¦ Mourinho en el banquillo del Real Madrid
No est¨¢ claro cu¨¢ndo empez¨® exactamente, pero las ruedas de prensa, zonas mixtas y cualquier espacio de promiscuidad profesional entre periodistas deportivos y entrenadores comienzan a oler demasiado a barro. Lo de Xavi estos d¨ªas, lo de se?alar p¨²blicamente a Ramon Besa por un art¨ªculo que escribi¨® en el que ni siquiera se refer¨ªa a ¨¦l, da la sensaci¨®n de que es solo la evoluci¨®n de un fen¨®meno que encontr¨® su apogeo cuando Jos¨¦ Mourinho se sentaba en el banquillo del Real Madrid. ?l ahond¨® en eso de apuntar a redactores, en buscarse su camarilla, en encararse con periodistas. El portugu¨¦s lleg¨® a encerrar a un compa?ero en una habitaci¨®n y a amenazarle. ¡°Yo y mi gente somos todo y t¨² eres un periodista de mierda¡±, le espet¨® a Ant¨®n Meana. Aunque algunos entonces no dijeran nada.
La situaci¨®n no es exclusivamente espa?ola. Massimo Allegri, entrenador de la Juventus, tuvo una refriega parecida este fin de semana con el periodista Gianfranco Teotino, durante un programa de deportes de la cadena Sky. ¡°Haga una pregunta m¨¢s inteligente¡±, le respondi¨® el t¨¦cnico cuando no le gust¨® lo que escuchaba. ¡°El entrenador soy yo. No juzgue. Usted solo pregunte¡±, insisti¨® en tono desafiante. Fabio Capello, cuentan, se lio una vez a patadas con Alberto Cerruti porque no le hab¨ªa gustado algo que hab¨ªa publicado. Y el otro d¨ªa, el presidente del N¨¢poles, sac¨® de la oreja a Politano en medio de una entrevista al finalizar el partido contra el Bar?a porque el periodista que la hac¨ªa no era el que ¨¦l hab¨ªa pedido: ¡°He pedido a Gianluca di Marzio. Este no, que es de la Lazio¡±, grit¨® Aurelio de Laurentiis mientras la c¨¢mara segu¨ªa grabando y ¨¦l le soltaba un empuj¨®n al operador.
A Allegri, como a todos, le gustan las conexiones en directo con ex compa?eros, amigos, ex jugadores. Las bromas y algunas risas despu¨¦s del partido. No le estimula, en cambio, que le recuerden que su equipo est¨¢ a 17 puntos del l¨ªder y le soliciten cu¨¢les son las causas. Y es curioso, porque cada vez los deportistas hablan m¨¢s, pero se someten menos a las preguntas inc¨®modas o a juicios cr¨ªticos. Lo vemos en las conexiones pospartido, en las zonas mixtas, en las innecesarias declaraciones en mitad de los encuentros, cuando los futbolistas van a 170 pulsaciones y solo pueden meterse en un l¨ªo o no decir nada relevante. Se habla por contrato. Todo son derechos de imagen. Y los clubes prefieren a los medios institucionales, a los que pagan ellos, esos que tambi¨¦n sirven para presionar a los ¨¢rbitros. Est¨¢n m¨¢s c¨®modos con cabeceras y radios con nombres de jugadores legendarios. O en el compadreo con algunos streamers.
Los casos de Italia y Espa?a son parecidos. Aumenta la precariedad en el oficio. Pero el n¨²mero de radios, programas deportivos en la televisi¨®n y medios dedicados a este deporte es cada vez mayor. En Roma, por ejemplo, hay diez emisoras que hablan 24 horas exclusivamente del equipo que entrena Daniele de Rossi. El ruido, solo comparable al de la pol¨ªtica, es enorme. Y puede que llegue a desquiciar.
Pep Guardiola siempre dice que vive m¨¢s tranquilo en Inglaterra, que la presi¨®n es mil veces menor. Es menos agresiva esa refriega. Y eso que se trata de una liga m¨¢s competida, con m¨¢s dinero en juego y una afici¨®n emocionalmente m¨¢s inflamada. En el Reino Unido no existe pr¨¢cticamente la prensa deportiva y ese papel lo ocupan los tabloides. Y a los peri¨®dicos sensacionalistas, ya se sabe, se les hace el caso justo. Al final, podemos buscar mil argumentos m¨¢s sobre lo que pas¨® la semana pasada. Y sobre lo que seguir¨¢ ocurriendo. Pero cuando la cr¨ªtica sorprende es porque no est¨¢s acostumbrado a ella. Y eso no dice mucho de nadie.
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