Detr¨¢s de la pol¨¦mica: Modric
El centrocampista del Madrid, con su f¨²tbol estelar en el cl¨¢sico, reg¨® el campo de sudor y aplic¨® a cada jugada la velocidad y el criterio justos
El Madrid gan¨® un cl¨¢sico que, para el Bar?a, pareci¨® quedar reducido a un ¨²nico episodio: si aquella pelota entr¨® o no entr¨®. La acci¨®n fue tan enigm¨¢tica que produjo un milagro de la percepci¨®n: en Catalu?a fue gol y en Madrid, no. Nada ins¨®lito porque el hincha de cualquier equipo no se caracteriza por su amplitud de miras. De todo lo que qued¨® escondido detr¨¢s de la pol¨¦mica, lo m¨¢s injusto fue la indiferencia con la que se analiz¨® el partido de ...
El amor a la pelota y la cultura barrial
El Madrid gan¨® un cl¨¢sico que, para el Bar?a, pareci¨® quedar reducido a un ¨²nico episodio: si aquella pelota entr¨® o no entr¨®. La acci¨®n fue tan enigm¨¢tica que produjo un milagro de la percepci¨®n: en Catalu?a fue gol y en Madrid, no. Nada ins¨®lito porque el hincha de cualquier equipo no se caracteriza por su amplitud de miras. De todo lo que qued¨® escondido detr¨¢s de la pol¨¦mica, lo m¨¢s injusto fue la indiferencia con la que se analiz¨® el partido de Modric. Una pena, porque su f¨²tbol es estelar y porque el personaje no se merece ni el m¨¢s peque?o de los disgustos. Sus 90 minutos fueron a todo Modric. Reg¨® el campo de sudor y aplic¨® a cada jugada la velocidad y el criterio justos. En su juego se percibe el amor a la pelota y la cultura barrial, en la que el instinto, ya sabio, manda.
Cuando un amigo se va...
Todo parece simple en el universo Modric, como aquella genial definici¨®n de Ricardo Bochini cuando explicaba su juego anal¨®gico: ¡°Me pongo donde no hay nadie y se la doy al que est¨¢ solo¡±. En su quintita de 100 por setenta, reina con el interior o con el exterior del pie, en corto o en largo, para continuar o para acelerar la jugada. Cuando la convicci¨®n se pone de acuerdo con el buen gusto, surge la seducci¨®n. El madridismo siempre estuvo rendido ante sus exhibiciones, pero ahora a¨²n m¨¢s porque hay un deseo de decirle gracias por una especie de nostalgia adelantada. Aunque cada vez que juega impone su jerarqu¨ªa, est¨¢ asomando una inc¨®moda sensaci¨®n: Modric, acusado de tener 38 a?os, se nos est¨¢ marchando. A veces una relaci¨®n profesional se rompe con indiferencia, como un tr¨¢mite; otras veces la ruptura es rabiosa, como un divorcio; finalmente puede ser inevitable como el paso del tiempo, dolorosa como una culpa y emocionante como la dignidad.
El jugador escuela
La importancia de Modric en todos estos a?os trasciende al campo de juego. Hablamos de un ¡°Bal¨®n de Oro¡± (en la historia solo siete jugadores del Madrid alcanzaron ese honor) que por su relieve y profesionalidad se convirti¨® en un educador. Es imposible no admirar a Modric y este no es un punto intrascendente porque en el f¨²tbol, como en tantas otras actividades deportivas y art¨ªsticas, primero se admira y despu¨¦s se imita. Puesto que el talento no se puede replicar, la herencia que dejar¨¢ Modric es un tesoro hecho de seriedad competitiva, discreci¨®n, responsabilidad, entrega¡ El Real Madrid se aprende desde la exigencia y Modric, que se exprimi¨® desde el primer d¨ªa, renov¨® ese culto al esfuerzo y dejar¨¢ ese legado a las nuevas generaciones.
Me voy sacando el sombrero, pero...
¡°De nada vale el f¨²tbol si el hombre no est¨¢ a la altura¡±, dec¨ªa el periodista brasile?o Nelson Rodr¨ªguez. En el caso de Modric, causa tanto dolor despedirse del jugador como del hombre, porque en las dos vertientes estuvo la altura de la grandeza del club. Vi¨¦ndole jugar parece mentira comprobar la inutilidad de la inteligencia, de la refinada t¨¦cnica y del fabuloso talento para deshacer un prejuicio. Siempre he cre¨ªdo que los jugadores deben irse dos a?os antes de que empiece su decadencia para que no se deshilache la gloria acumulada, pero hay casos y casos. Modric es un ejemplo andante que, de local o de visitante, va de ovaci¨®n en ovaci¨®n. Si logra entender que puede ser Modric de vez en cuando y no en todos los partidos, por m¨ª que se quede en el club por los siglos de los siglos.
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