El Madrid, otra vez el Madrid
Como en las noches locas de 2022, remonta en tres minutos con dos goles de Joselu despu¨¦s de verse por detr¨¢s contra el Bayern pese a dominar, y jugar¨¢ su 18? final de Copa de Europa contra el Borussia Dortmund
Pues s¨ª. Otra vez el Real Madrid. Otra vez el muerto que se levanta desde el otro mundo en medio del delirio colectivo del Bernab¨¦u. Las noches de la Champions de las remontadas de 2022 no solo fueron imposibles entonces, tambi¨¦n resultaba imposible replicarlas. Salvo, se ve, para el Madrid, que despu¨¦s de un partido de dominio se encontr¨® por detr¨¢s en el marcador y con el Bayern, viejo jerarca europeo, bestia competitiva legendaria, durmiendo la noche. Dio igual que en el banquillo tuvieran a T¨¹chel, que ya hab¨ªa estado en una as¨ª hace dos a?os con el Chelsea. Este destino m¨¢gico del Madrid es ineludible, aunque se vea venir, aunque se sepa. Da igual que sea con Rodrygo, con Benzema, o con Joselu. Esta vez fue la noche del cedido por el Espanyol despu¨¦s de descender, que lleg¨® en lugar del deseado Kane. Y Joselu, cuando Kane acababa de retirarse al banquillo, creyendo que todo estaba hecho, caz¨® dos y envi¨® al Madrid a la 18? final de Copa de Europa de su historia, la sexta en los ¨²ltimos 11 a?os, donde le espera el Borussia Dortmund el 1 de junio.
El Madrid gan¨® al final, como si solo en el l¨ªmite terminara de sintonizarse, como si solo all¨ª viera al rival suficientemente desconcertado. Pero compareci¨® desde el principio. A los 16 segundos, Vinicius, agitador total, ya hab¨ªa robado un bal¨®n, se hab¨ªa pegado una carrera hasta la l¨ªnea de fondo, hab¨ªa forzado un c¨®rner y hab¨ªa encendido a la grada levantando los brazos. El Real exhib¨ªa la intensidad que le hab¨ªa reclamado Ancelotti. Agarr¨® el mando del duelo desde el comienzo, fijando d¨®nde se iba a disputar, y d¨®nde pod¨ªa instalarse el Bayern. Vinicius, Rodrygo y Bellingham se tiraron a robar muy arriba, con las espaldas cubiertas por Valverde y Tchouameni, que patrullaba la tierra media sin que escapara una migaja.
El equipo de Ancelotti robaba y tocaba. Tocaba y encontraba a Vinicius, que parec¨ªa querer devorar cada instante. Ped¨ªa todas las pelotas, exprim¨ªa todas las carreras. Aunque el arma m¨¢s incisiva era Carvajal. El primer bal¨®n que cruz¨® estuvo a punto de tocarlo Rodrygo cuando atravesaba el ¨¢rea de lado a lado. Luego encontr¨® a Vinicius dentro del ¨¢rea con un ca?o. El brasile?o se gir¨® y tir¨® al palo. El rechace le cay¨® a Rodrygo, que volvi¨® a intentarlo, pero Neuer evit¨® el gol desde el suelo.
El Madrid hab¨ªa reducido al Bayern con una dosis de intensidad defensiva y otra de Toni Kroos. El alem¨¢n dirigi¨® las operaciones desde su tarima escorada a la izquierda, y el partido se mec¨ªa hacia donde ¨¦l dictaba. Un poco hacia la izquierda donde se juntaban Vinicius, Rodrygo, Bellingham y Mendy. Y cuando aquella zona se atascaba, con el ingl¨¦s muy acosado cuando recib¨ªa de espaldas, Kroos levantaba la barbilla hacia el otro lado, apuntaba y acertaba al pecho de Carvajal, o de Valverde.
El equipo de T¨¹chel ten¨ªa pocos respiros con el bal¨®n. Cuando trataba de descansar con ¨¦l. Resultaba m¨¢s da?ino cuando no masticaba el juego y aparec¨ªan San¨¦ y Gnabry al vuelo por las bandas, lanzados por Harry Kane, que se descolgaba huyendo de la buena marca de Nacho. A la media hora se retir¨® Gnabry lesionado y su lugar en la banda izquierda, por delante de Mazraoui, lo ocup¨® Alphonso Davies, un b¨®lido.
Todo eso suced¨ªa sostenido por un delicado equilibrio en el que no suced¨ªa nada determinante. Pero la calma no satisfac¨ªa a Vinicius, que realiz¨® un movimiento contraintuitivo: se retir¨® a la banda y desat¨® la avalancha. Se alej¨® de Dier, que le hab¨ªa le¨ªdo bien el juego de pies en el primer tiempo y enfil¨® a Kimmich. El Bayern retroced¨ªa y el brasile?o atravesaba l¨ªneas como si se tratara de espectros. Flotaba. Pero no terminaba de picar. Valverde no lleg¨® por poco a un pase atr¨¢s, y Neuer despej¨® un tiro del brasile?o que acababa de superar a tres contrarios. Vinicius jugaba con Kimmich, con sus compa?eros y con la grada. El show era suyo.
El Bayern apenas encontraba respiro, pero de repente fue el Madrid de la ida. Kane retrocedi¨® a auxiliar en una salida, gan¨® una bocanada, lo suficiente para que asomara Davies, y entonces lanz¨® al canadiense al espacio. Recort¨® a R¨¹diger hacia dentro y acert¨® con la derecha lejos del alcance de Lunin. Ancelotti meti¨® a Modric, Camavinga, Brahim y Joselu. T¨¹chel retir¨® a San¨¦, un atacante, e introdujo a Kim, un defensa.
El estadio, con el recuerdo de las noches incre¨ªbles de 2022, encendi¨® la batidora emocional, pero los alemanes trabaron el ritmo con ca¨ªdas, calambres, y retiradas lentas.
Pero Vinicius no hab¨ªa venido a ver c¨®mo la posibilidad de otra final se alejaba en el horizonte. Se sac¨® un tiro desesperado, como si espantara el bal¨®n, al centro de la porter¨ªa, a las manos de Neuer, algo sencillo. Se le escurri¨® y Joselu empuj¨® el empate. Y a los tres minutos empuj¨® un pase de R¨¹diger. Hab¨ªa sucedido otra vez. S¨ª.
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