La servilleta que propici¨® el primer contrato de Messi se vende en una subasta por 890.000
La empresa brit¨¢nica Bonhams vende el ic¨®nico trozo de papel con el que el Bar?a convenci¨® al padre del astro argentino. El agente Horacio Gaggioli la ofreci¨® antes al club, que desestim¨® su compra
El presupuesto del Barcelona en la temporada 2001-2002, la primera de Lionel Messi en el club, era de 25.660 millones de pesetas (154 millones euros). Esta campa?a, Joan Laporta espera ingresar 854 millones, aunque el r¨¦cord lo registr¨® el a?o de las palancas (venta de activos): 1.259 millones. Es decir, en 22 a?os el Bar?a ha aumentado sus ingresos en 800 millones. ¡°Otra ¨¦poca, otro f¨²tbol¡±, recuerda Ant¨®n Parera, director general de la entidad azulgrana, primero durante la presidencia de Josep Maria N¨²?ez y luego con Joan Gaspart. ¡°Todo era¡¡±, a?ade Parera, antes de tomarse unos segundos para reflexionar; ¡°m¨¢s normal¡±. Normalidad, en este caso, vestida de romanticismo y de misticismo: el Barcelona sell¨® (supuestamente) el fichaje del jugador m¨¢s importante de su historia, Leo Messi (672 goles y 35 t¨ªtulos, incluidas cuatro Champions), en el bar de un club de tenis y con un contrato de palabra. Ese pacto se registr¨® en una servilleta que firmaron Carles Rexach, director deportivo del club, y los agentes Josep Maria Minguella y Horacio Gaggioli. Este viernes, la servilleta, un tesoro guardado durante diferentes cajas fuertes, se ha subastado en la casa Bonhams de Londres. El precio de salida era de 350.000 euros y se ha vendido por unos 890.000 euros.
En el a?o 2000, cuando Argentina estaba destinada a la peor crisis econ¨®mica de su historia (la situaci¨®n financiera y social termin¨® con el corralito de 2001), la familia Messi meditaba mudarse a Australia. Jorge, jefe de personal de una empresa en Rosario, buscaba un futuro mejor para sus cuatro hijos: Rodrigo, Mat¨ªas, Lionel y Marisol. Fue entonces cuando apareci¨® el Barcelona y una doble posibilidad de crecimiento: para un canijo Lionel (ten¨ªa un problema hormonal y el club catal¨¢n le pagar¨ªa su tratamiento) y otra para todos los Messi. ¡°El d¨ªa en que salimos desde Argentina con un bagaje de sue?os e ilusiones, pero tambi¨¦n con muchos miedos, Lionel parec¨ªa disfrutar de ese viaje. Seguramente, en su cabeza solo giraba la idea de conocer, llegar y quedarse en Barcelona. Pero supongo que tambi¨¦n empezaba a forjarse la idea de triunfar en lo que m¨¢s quer¨ªa: el f¨²tbol¡±, escribi¨® Jorge despu¨¦s de que Leo ganara su quinto Bal¨®n de Oro.
A su idea de triunfar, en cualquier caso, le aguardaban algunos contratiempos. El primero, la espera. Y ah¨ª entra en escena la servilleta. ¡°?A Messi?, recuerda Rexach; ¡°lo fich¨¦ en cinco segundos. Me bast¨® con ver c¨®mo par¨® el primer bal¨®n que toc¨®¡±. Sin embargo, despu¨¦s de pasar la prueba en septiembre del a?o 2000, el Barcelona dilataba su respuesta a los Messi, que esperaban en Rosario. ¡°Est¨¢bamos hablando de un chiquillo que jugaba muy bien al f¨²tbol. En ese momento nadie sab¨ªa que Messi iba a ser Messi. Y era una apuesta importante para el club¡±, expone Parera. Fue entonces, cuando para matar la incertidumbre, Rexach, que entend¨ªa que la perla argentina no se pod¨ªa escapar, se junt¨® con Gaggioli y Minguella en el bar del Tennis Pompeia. ¡°Seguramente Charly hab¨ªa quedado all¨ª a jugar al tenis con Minguella¡±, piensa Parera. Fue ese d¨ªa, el 14 de enero del 2000, en el que se intent¨® tranquilizar a Jorge Messi.
?La manera de tranquilizarlo? Un contrato en una servilleta: ¡°En Barcelona, a 14 de diciembre del 2000 y en presencia de los Srs. Minguella y Horacio, Carles Rexach, director deportivo del FC Barcelona, se compromete bajo su responsabilidad y a pesar de cualquier opini¨®n en contra, a fichar al jugador Lionel Messi, siempre y cuando nos mantengamos en las cantidades acordadas¡±. Validez del trato, ninguna; confianza, toda. Al menos, eso parec¨ªa. ¡°No hab¨ªa gente que cobrara comisiones, ni tantas empresas de publicidad. Era normal en aquel tiempo¡±, insiste Parera. Gaggioli qued¨® encargado de custodiar la servilleta y, con ella, el inicio de su mitolog¨ªa. Una historia que hubiese muerto s¨²bitamente sin la presencia de Juan Lacueva, ejecutivo del Barcelona. ¡°Sin Juancito, Messi hoy no ser¨ªa Messi. Lo siento, es mi opini¨®n¡±, remata el exdirector general del club.
¡°La de la servilleta es una historia muy bonita, muy rom¨¢ntica, pero dur¨® un d¨ªa¡±, explica Marc Lacueva, hijo del fallecido Juan, hoy agente de futbolistas. Jorge Messi, incr¨¦dulo con el pacto en la servilleta y sin una resoluci¨®n clara al conflicto del contrato de su hijo, habl¨® con el Barcelona. Y ah¨ª apareci¨® Lacueva. ¡°El primer contrato de Leo solo est¨¢ firmado por mi padre, como gerente del club. Se llev¨® una bronca muy grande por hacer eso. Le dijeron que si cre¨ªa que esto era el Espanyol, recordando su pasado en el otro club¡±, explica Marc. Pero la implicaci¨®n de Lacueva no termin¨® all¨ª. Como Messi necesitaba realizar su tratamiento hormonal y el club continuaba atrapado en la burocracia, Lacueva pag¨® de su bolsillo las primeras vacunas de Lionel.
¡°?Qu¨¦ directivo hoy en d¨ªa paga un tratamiento de su bolsillo?¡±, pregunta Parera; ¡°yo recuerdo una discusi¨®n con Lacueva. Cuando este chico triunfe nosotros ya no estaremos y nadie nos lo agradecer¨¢¡±. Es curioso el reconocimiento, pocos hablan de Lacueva y todos de una servilleta que nunca firm¨® Jorge Messi. ¡°El ¨²nico propietario documentado de esa servilleta soy yo¡±, record¨® Gaggioli en una entrevista al Diario Ol¨¦, despu¨¦s de que Minguella amagara con poner una demanda que impidi¨® que la subasta se realizara el pasado marzo.
¡°[La servilleta] Deber¨ªa estar en el museo del Bar?a, en un lugar preferencial junto a los balones de oro de Messi, ya que ese papelito es el que le cambi¨® la historia contempor¨¢nea al club¡±, insisti¨® Gaggioli. ¡°Es cierto que Horacio ofreci¨® la servilleta al club¡±, cuentan desde las oficinas del club. ?Y por qu¨¦ no est¨¢ en el museo? ¡°Pidi¨® pasta, una cantidad de dinero variable respecto a los visitantes del museo¡±, rematan las mismas fuentes. La versi¨®n de Gaggioli es diferente. Si bien admite que ¨¦l, de entrada, consult¨® si el club pod¨ªa darle un porcentaje de la venta de entradas tal y como le ofrec¨ªan en el Museo de Tokio. El agente de Messi despu¨¦s aceptaba dejar la servilleta en el Museo. El Bar?a, seg¨²n Gaggioli, no la quiso. ¡°Hab¨ªa un tema legal que imped¨ªa que se pueda ense?ar¡±. La servilleta, entonces, pas¨® de las cajas de seguridad de la Caixa de Diagonal a las del Banco de Andorra. Y, como ya pasaron 22 a?os, a una subasta.
Messi, por su parte, no quiere saber nada de la servilleta. De hecho, Jorge Messi jam¨¢s vio ese documento firmado por Rexach, Gaggioli y Minguella. ¡°Yo nunca envi¨¦ la servilleta a Rosario, porque no ten¨ªa sentido. Era simplemente un desbloqueo. Sirvi¨® para desbloquear la situaci¨®n¡±, remat¨® Gaggioli. Del pasado al presente, del altruismo de Lacueva a la disputa entre Minguella y Gaggioli, del romanticismo de un contrato de palabra a una subasta en la sede londinense de Bonhams.
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