Laporta y Xavi o el desgarro del Bar?a
La mayor¨ªa de decisiones se toman a destiempo en un club que ha perdido el ¡®timing¡¯ de juego y de gobierno
Joan Laporta no encuentra el momento ni el dinero para despedir a Xavi Hern¨¢ndez. Afectado por una neumon¨ªa y expectante con la final de la Champions femenina del s¨¢bado en San Mam¨¦s, el presidente no para de dar largas a un entrenador al que no dejan de preguntar en la calle y en la sala de prensa sobre un cese publicitado desde las oficinas del Bar?a. Ha habido tanta informaci¨®n y desinformaci¨®n, as¨ª como promesas no cumplidas, que ahora mismo no se sabe qu¨¦ ser¨¢ de un t¨¦cnico v¨ªctima de una situaci¨®n diab¨®lica de la que precisamente no es ajeno sino protagonista desde que el 27 de enero anunci¨® que el 30 de junio abandonar¨ªa el club pese a tener contrato hasta 2025. Ahora resulta que Xavi se quiere quedar y Laporta pretende echarle despu¨¦s de que el domingo acabe la Liga. La desavenencia favorece el creciente desgaste institucional y deval¨²a el mensaje corporativo del FC Barcelona.
La salida o la destituci¨®n del entrenador es una soluci¨®n com¨²n en la mayor¨ªa de los equipos y, por tanto, no deber¨ªa ser un asunto de extrema gravedad, ni siquiera para un club tan particular como el Bar?a. La historia asegura que el club ha sostenido muchas veces al equipo, sobre todo en las temporadas cerradas en blanco como la actual, favorecido por su fuerza social y por la marca Bar?a. Tambi¨¦n ha pasado que cuando el equipo ha funcionado muy bien, la gesti¨®n del club no ha sido siempre ejemplar, sin que la afici¨®n tuviera nada que decir, entregada como estaba al espect¨¢culo del Camp Nou. El problema es cuando la entidad no tiene pilar en el que sostenerse porque la gobernanza del club es tan mala como la del equipo y se justifica la desmovilizaci¨®n social por el traslado a Montju?c. El desprop¨®sito colectivo se personaliza precisamente en el t¨¦cnico: Xavi.
El detonante ha sido una declaraci¨®n del entrenador previa al partido del d¨ªa 15 en Almer¨ªa en la que, de alguna manera, y sobre todo por la falta de recursos del club, dudaba sobre la competitividad de su equipo ante rivales como el Madrid y dem¨¢s candidatos a ganar la Champions. Una previsi¨®n compartida y en cambio contraproducente para el discurso desacomplejado de Laporta. El presidente encontr¨® en las palabras de Xavi ¡ª¡±nunca es triste la verdad/lo que no tiene es remedio¡± cantaba ya en 1983 el cul¨¦ Joan Manuel Serrat¡ª la excusa para prescindir de un t¨¦cnico que a fin de cuentas ha acabado por asumir las declaraciones de su antecesor Ronald Koeman ¡ª¡±es lo que hay¡±¡ª antes de tener que salir del Camp Nou en octubre de 2021. Laporta tuvo dos semanas en ascuas al holand¨¦s ¡ªel tiempo que le pidi¨® para ver si encontraba un t¨¦cnico mejor¡ª y ahora mantiene en vilo a Xavi.
El presidente entiende que si la directiva se desvive para mantener el pulso del club con las palancas que permiten inscribir m¨¢s que fichar jugadores, al entrenador le corresponde disputar los t¨ªtulos con la plantilla que tiene, como ya qued¨® demostrado la pasada temporada cuando se gan¨® la Liga. Laporta ha llegado a la conclusi¨®n, despu¨¦s de algunas consultas, de que el Barcelona dispone de futbolistas de suficiente calidad para jugar mejor de lo que est¨¢ haciendo con Xavi. El t¨¦cnico se ha remitido constantemente a ¡°los detalles¡± para explicar el por qu¨¦ no ha cumplido con su desaf¨ªo de construir justamente un Bar?a que movilizara a la afici¨®n en Montju?c. El equipo se ha estancado, la posibilidad de fichar es remota si no hay ventas y Laporta considera que no se puede empezar el pr¨®ximo curso con las malas sensaciones del que est¨¢ a punto de acabar en blanco en el S¨¢nchez Pizju¨¢n.
Tampoco tiene muy claro cu¨¢l podr¨ªa ser el mejor sustituto de Xavi. La lista de aspirantes aumenta a diario despu¨¦s de las candidaturas ya sabidas de Rafa M¨¢rquez, entrenador del filial, y Hansi Flick. Ocurre que, de momento, no hay liquidez ni cr¨¦dito para el finiquito de Xavi, que puede llegar a los 20 millones ¡ªel t¨¦cnico alega que quiere ser tan generoso con el club como con sus colaboradores¡ª ni para la contrataci¨®n de un sustituto que est¨¢ pendiente tambi¨¦n de la opini¨®n del director deportivo Deco. Nadie juega a favor de Xavi desde que se qued¨® sin Jordi Cruyff y Mateu Alemany y se acerc¨® a Laporta. Las relaciones personales se imponen a las opiniones profesionales y el v¨ªnculo Laporta-Xavi pas¨® de ser p¨²blicamente fant¨¢stico ¡ªilustrado en la comparecencia del 25 abril¡ª a romperse en privado desde la eliminaci¨®n de la Champions con el PSG y la derrota en Girona: 4-2.
El equipo no remont¨®, sino que volvi¨® a las andadas, y se rompi¨® la confianza entre el presidente y el entrenador ante el estupor de una afici¨®n azulgrana que de manera minoritaria ha empezado a dar signos de divisi¨®n en Montju?c. El ¨²ltimo partido en el estadio ol¨ªmpico acab¨® con algunos c¨¢nticos a favor de Xavi y divisi¨®n de opiniones sobre Laporta. Un asunto que concern¨ªa exclusivamente al entrenador se ha convertido en una cuesti¨®n que se puede volver en contra de un presidente que se ha acostumbrado a vivir en conflicto, a la presi¨®n y a la improvisaci¨®n, a resolver a ¨²ltima hora problemas generados precisamente por su manera de gobernar, tal que fuera el Mago Pop en el laberinto del Bar?a. El aguante de Laporta contrasta precisamente con la inestabilidad manifiesta de Xavi. El problema es que el entrenador ha dejado de ser el paraguas del presidente en la tormenta de Montju?c.
La figura de Xavi como persona encuentra m¨¢s comprensi¨®n en el barcelonismo que la de Xavi entrenador por el trato de Laporta. El t¨¦cnico se equivoc¨® de estrategia cuando anunci¨® su dimisi¨®n en diferido, dispuesto a ¡°dar la cara y a abrirse en canal¡±, a inmolarse por el barcelonismo, como si estuviera m¨¢s preocupado por ser el punto de encuentro barcelonista que por entrenar al equipo despu¨¦s de cambiar la candidatura de V¨ªctor Font por la de Laporta. Acomplejado por la cr¨ªtica de la que considera prensa guardiolista, la misma que en su d¨ªa fue cruyffista y cuestion¨® a Robson y a Van Gaal, Xavi repite: ¡°Haga lo que haga, no se me valora¡±, recuerda el t¨¦cnico entre victimista y ego¨ªsta, envuelto en la bandera de La Masia. Tambi¨¦n err¨® Laporta en el momento de aceptar la renuncia de Xavi por ser una leyenda del barcelonismo cuando se discut¨ªa sobre su capacidad para entrenar al Bar?a.
Ambos fallaron por separado y juntos el 25 de abril, d¨ªa que presentaron un acuerdo de ¡°estabilidad¡± que caduc¨® porque la necesidad se hab¨ªa impuesto a la convicci¨®n, paso previo a la desconfianza, un cl¨¢sico en las familias del Bar?a. La mayor¨ªa de decisiones se toman a destiempo en un club que ha perdido el timing de juego y de gobierno, as¨ª como del apoyo de una afici¨®n que se qued¨® mirando la pancarta del Bernab¨¦u en la que se le¨ªa: ¡°Ganas de volver a veros¡±, anticipo del regreso de Laporta al Camp Nou. Ahora es el barcelonismo el que no reconoce al presidente que triunf¨® en 2003, ni ve reflejado en el equipo del actual entrenador el juego del futbolista Xavi. Las contradicciones de los dos han menguado su credibilidad y autoridad, de manera que la decepci¨®n es may¨²scula mientras crece la descapitalizaci¨®n de un Bar?a sin rumbo y a la espera de volver tambi¨¦n al Camp Nou.
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