Defender al f¨²tbol de los excesos
Las lesiones graves, cada vez m¨¢s frecuentes por el aumento de partidos, suponen un quebradero de cabeza para los clubes
La l¨®gica de la productividad no es ning¨²n juego y desde que el f¨²tbol se reconoci¨® como industria, ganar dinero es tan importante como ganar partidos. Sabemos muy bien que el producto de esta industria se llama f¨²tbol y que la materia prima son seres humanos, pero los clubes necesitan dinero y a los jugadores no les disgusta el dinero. Combo perfecto para hacer del f¨²tbol un territorio de alto riesgo al que nadie le pone freno. Da igual un club que una selecci¨®n, cada semana hay que contabilizar un n¨²mero desproporcionado de lesiones que alteran la actividad de los entrenadores, porque entre ...
La l¨®gica de la productividad no es ning¨²n juego y desde que el f¨²tbol se reconoci¨® como industria, ganar dinero es tan importante como ganar partidos. Sabemos muy bien que el producto de esta industria se llama f¨²tbol y que la materia prima son seres humanos, pero los clubes necesitan dinero y a los jugadores no les disgusta el dinero. Combo perfecto para hacer del f¨²tbol un territorio de alto riesgo al que nadie le pone freno. Da igual un club que una selecci¨®n, cada semana hay que contabilizar un n¨²mero desproporcionado de lesiones que alteran la actividad de los entrenadores, porque entre las presiones inherentes al cargo hay que sumar, ahora, este puzle semanal para armar un equipo decente con pocos recursos.
En otros tiempos, la masacre f¨ªsica de los futbolistas ten¨ªa que ver con el desconocimiento de la singularidad del f¨²tbol. Se entrenaba bas¨¢ndose en el atletismo y si lo pon¨ªas en duda te acusaban de acient¨ªfico. A nadie se le ocurr¨ªa basar en el atletismo la preparaci¨®n de los nadadores, pero la popularidad del f¨²tbol atra¨ªa profetas como a moscas y todos se invest¨ªan de revolucionarios. Pretemporadas con tres sesiones diarias porque, si no sufr¨ªas, parec¨ªa que no entrenabas. Por esa confusi¨®n y la precariedad profesional en disciplinas como nutrici¨®n, fisioterapia o prevenci¨®n, cada futbolista deb¨ªa sobrevivir como pod¨ªa y, al terminar su carrera, abordar las consecuencias de haber jugado desafiando los l¨ªmites sin mucho criterio durante quince a?os.
La ciencia del entrenamiento espec¨ªfico ha mejorado mucho, pero los jugadores viven hoy su profesi¨®n con un estr¨¦s que est¨¢ cerca de ser insoportable. Los problemas musculares son la primera consecuencia l¨®gica del cansancio acumulado, pero tambi¨¦n muchas lesiones ¨®seas son hijas del abuso por exceso de partidos. Se miden mal las distancias y se producen descoordinaciones motoras en giros y saltos con resultados grav¨ªsimos para la salud.
El Bar?a, por la calidad de su escuela y tambi¨¦n por necesidad, est¨¢ mostr¨¢ndonos jugadores j¨®venes muy bien dotados futbol¨ªsticamente a los que la alta competici¨®n pone a prueba a veces con graves consecuencias f¨ªsicas. Un chico con cara de ni?o tiene tambi¨¦n las piernas de ni?o. Paul Val¨¦ry, que de f¨²tbol no sab¨ªa un pimiento, dec¨ªa que ¡°el hombre s¨®lo es hombre por la piel. Desu¨¦llalo, dis¨¦calo y encontrar¨¢s la m¨¢quina¡±. Los j¨®venes, que juegan con chicos de su edad ante rivales inferiores, de un d¨ªa para otro saltan al primer equipo y, adem¨¢s de exprimirse como nunca antes por el tama?o de la oportunidad, aumentan el n¨²mero y la intensidad de los partidos. El riesgo alcanza proporciones alarmantes. Pero tambi¨¦n el Madrid y el Atl¨¦tico, con jugadores maduros f¨ªsica y mentalmente, caen v¨ªctimas de los viajes internacionales, los cambios de clima y de horario y los grandes esfuerzos competitivos. Porque la hinchada, siempre insaciable, no entiende de dosificaciones. El que se pone la camiseta se tiene que matar por ella.
Esta semana, Danilo hizo un alegato sobre el nuevo f¨²tbol. O¨ª por ah¨ª que parec¨ªa un Che Guevara multimillonario. Nada de eso. Defendiendo el juego, defendi¨® a los futbolistas y a los aficionados. ¡°El negocio¡±, dijo, ¡°es incompatible con la esencia del f¨²tbol¡±. Habl¨® de la exigencia f¨ªsica y de la deriva casi matem¨¢tica de la t¨¢ctica que la IA llevar¨¢ a extremos que alejar¨¢n cada vez m¨¢s el juego de los aficionados. Brasil, por su pasado m¨¢gico, es de los pa¨ªses que m¨¢s sufren este cambio. Los directivos quieren que dos m¨¢s dos sean cuatro y los entrenadores quieren dormir tranquilos. Para las dos cosas es mejor un funcionario que un artista. Y si el funcionario, adem¨¢s, juega cansado, que Dios ayude al f¨²tbol.