Hablemos del ¡®gilicorner¡¯
Con el VAR y el ¡®Nuevo Testamento¡¯ hemos descubierto que existe la justicia po¨¦tica y tambi¨¦n la rid¨ªcula. El bal¨®n est¨¢ parado mucho m¨¢s tiempo que antes
Hay modas con las que el ser humano prospera y mejora, como la de salir a correr sin que te persigan o el pilates, y otras que claramente nos perjudican y nos llevan hacia atr¨¢s, como la tendencia cut out, es decir, que todas las prendas, de repente, tengan un agujero que no viene a cuento; la man¨ªa de usar para todo expresiones en ingl¨¦s ¡ªcomo cut out¡ª, o el llamado gilicorner. El diccionario de la Real Academia a¨²n no recoge el t¨¦rmino, pero en su ¨²nica acepci¨®n consiste en convertir una oportunidad de gol (meterse en el ¨¢rea para que alguna cabecita empuje la pelota dentro de la porter¨ªa) en un saque de banda o peor: una ensalada de pases que te devuelven al medio del campo y con una pizca de despiste o mala suerte, en tanto del rival (v¨¦ase el cuarto del Bar?a en la Supercopa frente al Madrid).
Empez¨® siendo una an¨¦cdota y ya es categor¨ªa, hasta el punto de que es habitual ver saques de esquina de cuatro pases ¡ª?cu¨¢ntas cosas pueden salir mal en cuatro pases?¡ª en campos de segunda divisi¨®n. Imagino que en los entrenamientos, en presencia del m¨ªster, alguna vez saldr¨¢ bien, pero en la realidad casi nunca. Tambi¨¦n el coche deja de hacer el ruidito en el momento exacto que lo llevamos al taller. Dicho de otro modo: el ¨¦xito del gilicorner solo est¨¢ en sus cabezas.
En el f¨²tbol, como en el amor, pensar demasiado suele ser contraproducente, sobre todo, porque en este deporte, que ya tiene m¨¢s de 160 a?os, lo m¨¢s f¨¢cil es que te lean la mente y adivinen tu siguiente movimiento en el campo. De hecho, los grandes jugadores son, a menudo, los que tiran m¨¢s de instinto que de pizarra y ven los huecos que nadie m¨¢s ve y que hace apenas unos segundos no exist¨ªan ¡ªpor ah¨ª es por donde se hacen los goles y la magia- y se est¨¢ cogiendo la mala costumbre de encasillarlos sobre el c¨¦sped, limitando sus movimientos en estrictos planteamientos de juego -esta es otra de las malas costumbres del f¨²tbol moderno-. A los genios, de toda la vida y en cualquier disciplina, hay que dejarlos en paz. La tecnolog¨ªa es enemiga de la creatividad y las ¨®rdenes siempre coartan las ideas.
El VAR y el Nuevo Testamento han tra¨ªdo algo m¨¢s de justicia, pero en el f¨²tbol moderno¡ªsiendo el gilicorner una de sus expresiones m¨¢s recurrentes¡ª el bal¨®n est¨¢ parado mucho m¨¢s tiempo que antes y el juego ha perdido espontaneidad. Luego est¨¢n los fuera de juego ¡°por una r¨®tula¡± o un flequillo, prueba de algo que desconoc¨ªamos hasta hace poco: existe la justicia po¨¦tica y tambi¨¦n la rid¨ªcula. Quiz¨¢ nos hemos pasado de garantistas.
El f¨²tbol moderno se ha llenado de rayas, de mapas de calor y estad¨ªsticas, que son lo contrario a lo imprevisible. Con lo bonito que era ver un cambio de ritmo, el jugador que se pega la carrera del siglo y va saltando todas las l¨ªneas del campo esquivando rivales hasta la asistencia providencial. En un juego que, como todas las pasiones, nace y crece en lo m¨¢s primitivo, en la pulsi¨®n de la incertidumbre, en la curiosidad y en el instinto, es mal negocio dejar tanto espacio a los bur¨®cratas de escuadra y cartab¨®n, pretender complicar en exceso lo bonito, lo sencillo. El mejor camino hacia el gol siempre ha sido el m¨¢s corto. Guardemos los minutos desperdiciados en esos saques de esquina a cuatro pases para marcar otro tanto. M¨¢s arte y menos ensayo. Despu¨¦s de todo, son solo 90 minutos, un suspiro. Si se quiere, entrenemos los pies para el salto y las frentes para que, a la hora de la verdad, en el t¨² a t¨², sepan inclinar la pelota hacia abajo, hasta ese rinc¨®n donde anida la felicidad capaz de levantar miles de traseros a la vez en un estadio: el hueco diminuto entre la red, los postes, el larguero y las extremidades de un portero. En un saque de esquina no hace falta m¨¢s, y el tanto ¡ªse lo prometo, queridos entrenadores¡ª lo vamos a celebrar igual. Acotemos los gilicorners. Ni siquiera cuando entran, por esa estad¨ªstica por la cual una excepci¨®n siempre confirma la regla (v¨¦ase el gol del Atl¨¦tico de Madrid frente al Osasuna el pasado 12 de enero) compensan la frustraci¨®n de todas las ocasiones perdidas por un exceso de floritura a bal¨®n parado. Y ya van unas cuantas.
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