Los monstruos del Tour de Francia en el camino ol¨ªmpico
Van Aert y Pogacar son los m¨¢s duros rivales en el monte Fuji para Valverde
Los hombres Tour est¨¢n en Jap¨®n, otro hotel y otro continente, pero la misma historia. El ciclismo profesional de carretera siempre se siente como un invitado a la fuerza en los Juegos, que siempre est¨¢n lejos de la Villa Ol¨ªmpica, ni desfile en el estadio ni banderas. Una inserci¨®n inc¨®moda entre competiciones de verdad importantes, Tour, San Sebasti¨¢n¡ Equipos de cinco, como mucho, pelot¨®n de 130 con muchos ciclistas de baj¨ªsimo nivel y una ¨²nica ilusi¨®n, que una medalla ol¨ªmpica les haga m¨¢s h¨¦roes a¨²n en sus pueblos y les permita alargar sus contratos unos a?os m¨¢s. La prueba ol¨ªmpica de fondo en carretera: 234 kil¨®metros desde Musashinonomori, en las afueras de Tokio, hasta el circuito de Fuji, seis horas de carrera que en Espa?a se ver¨¢ entre las cuatro y las 10 de la ma?ana del s¨¢bado (TDP y Eurosport).
El palmar¨¦s desde que, en Atlanta 96, el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) admiti¨® a profesionales, tampoco se puede decir que es un caldo con la cr¨¨me de la cr¨¨me: Pascal Richard, Jan Ullrich, Paolo Bettini, Samuel S¨¢nchez, Alexander Vinok¨²rov, Greg van Avermaet¡
¡°Estamos todas las selecciones en dos hoteles en Shuzuoka, a 100 kil¨®metros de Tokio, y el ambiente es como el de cualquier otra carrera¡±, dice Pascual Momparler, seleccionador del equipo espa?ol, que cuenta con Alejandro Valverde (41 a?os, quintos Juegos) como l¨ªder carism¨¢tico, que se dec¨ªa antes, y con los hermanos Izagirre, Ion y Gorka, Omar Fraile y Jes¨²s Herrada, como devotos co¨¦quipiers, dispuestos a agarrar la llama de la responsabilidad si llega la necesidad. ¡°Compartimos alojamiento con B¨¦lgica y Eslovenia, as¨ª que todos saben que las medallas saldr¨¢n de aqu¨ª, jeje¡±, cuenta el preparador.
Decir B¨¦lgica y Eslovenia es decir Tour, cl¨¢sicas, can¨ªbales¡ y, sobre todo, nuevo ciclismo, ciclismo total, de ataque, de no hacer rehenes. Es decir, Wout van Aert, Remco Evenepoel, Tadej Pogacar, Primoz Roglic, Matej Mohoric, los monstruos¡
Para tres de ellos, los llamados quiz¨¢s a poseer un palmar¨¦s a lo Eddy Merckx ¡ªVan Aert, Evenepoel y Pogacar¡ª, un oro ol¨ªmpico ser¨¢ una medalla de distinci¨®n ante el Can¨ªbal, quien qued¨® 12?, a los 19 a?os, en Tokio 64, los ¨²nicos Juegos en los que pudo participar pues pas¨® a profesional dos a?os m¨¢s tarde. Con el oro de Tokio al cuello, Van Aert, de Herenthals, el pueblo del Emperador Rick Van Looy, quien con Roger de Vlaeminck y Merckx forman el tr¨ªo del Gotha de los Monumentos (solo ellos tres han ganado los cinco), o el ni?o prodigio Remco Evenepoel podr¨¢n decir a sus nietos que entre Merckx y ¨¦l lo han ganado todo. Y otro tanto Tadej Pogacar.
Algo as¨ª como el detalle que distingue a Rafa Nadal de Roger Federer y Djokovic: Australia, Roland Garros, Wimbledon y Open de EE UU, los cuatro grandes, m¨¢s el quinto, el oro ol¨ªmpico individual.
Frente a los grandes del Tour, frente a Van Aert, el ciclista total que gana en el Ventoux, en los Campos El¨ªseos y contrarreloj, frente a Pogacar, dos Tours y un monumento a los 22 a?os, a los que nunca se refiere por sus nombres, Valverde no habla de ofensiva sino de resistencia, de carrera de desgaste. ¡°Es el circuito m¨¢s duro desde Pek¨ªn 2008. No van a hacer falta ataques¡±, dice Valverde, que nunca se ha mostrado a gusto en los Juegos pero al que el calor japon¨¦s, y su humedad, ha devuelto, al menos, un poco de las ganas de correr que le quitaron los heladores Alpes del Tour de Francia, y los heladores ataques de Pogacar. Y el murciano ya conoce c¨®mo se las gasta el ni?o coloso en las cl¨¢sicas. Hace tres meses, en Lieja, fue Valverde quien lanz¨® el sprint de la Decana en los muelles de la capital valona, y el esloveno remont¨® en extraordinaria e inteligente aceleraci¨®n el arco¨ªris de Alaphilippe.
Calor y humedad
No estar¨¢ el franc¨¦s ganador del ¨²ltimo Mundial, en Imola, tambi¨¦n en un circuito de f¨®rmula 1, quien ha preferido estar m¨¢s tiempo con su Nino casi reci¨¦n nacido que peleando en Jap¨®n, donde ser¨ªa tan favorito como otro de los ausentes, el nieto Mathieu van der Poel, que prefiere combatir el lunes con el brit¨¢nico Tom Pidcock por el oro en bicicleta de monta?a.
¡°Llegamos con el equipo y el esp¨ªritu de Innsbruck¡±, dice Momparler recordando c¨®mo gan¨® Valverde el Mundial en la ciudad austriaca en 2018. ¡°Un equipo compenetrado y comprometido¡±. ¡°Cada cuerpo es un mundo¡±, se?ala, casi c¨®smico, Izagirre, cuando se le pregunta c¨®mo responder¨¢n los organismos al calor (unos 30 grados), la humedad (70%), el jet lag, el poco tiempo de adaptaci¨®n tras el Tour (los espa?oles llegaron el martes por la tarde a Tokio). ¡°Pero por la experiencia de otros a?os, sabemos que el Tour nos deja en un buen punto de forma¡±. Valverde, m¨¢s lac¨®nico, prefiere decir: ¡°Estar¨¦ en forma o cansado. Ya veremos¡±.
Un circuito de F-1
Ser¨¢ un Innsbruck en peque?o, quiz¨¢s, y un recorrido que, seg¨²n la descripci¨®n oficial parece trazado al comienzo por la Tierra Media de los hobbits. Pintorescos riachuelos, carreteras serpenteantes y estrechas, bosques poblados, puentes de piedra y pueblos tradicionales, casas con tejados de aleros infinitos siempre buscando sombra, antes de llegar a las tierras m¨ªsticas del Monte Fuji, el volc¨¢n, la cumbre m¨¢s alta de Jap¨®n (3.776 metros) que escalar¨¢n los ciclistas hasta poco m¨¢s de un tercio de su falda (1.451 metros, el paso Fuji Sanroku). Para terminar, 17 kil¨®metros despu¨¦s de la subida m¨¢s dura, un puerto de seis kil¨®metros al 11%, el Mikuni, al que Ion Izagirre compara con un peque?o Mortirolo, el culto a la modernidad y la velocidad representadas por el circuito de f¨®rmula 1 de Fuji, una monta?a rusa, en el que est¨¢ la meta.
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