Ren¨¦e Richards, la precursora de Laurel Hubbard
La tenista jug¨® el Open de EE UU de 1977 tras un cambio de sexo
La aparici¨®n en Tokio de Laurel Hubbard, la primera transg¨¦nero ol¨ªmpica, en halterofilia, ha causado un revuelo que no ha ido a m¨¢s porque su desempe?o no ha sido brillante. Su caso remite al impacto que en la sociedad provoc¨® a final de los setenta Ren¨¦e Richards, nacida en 1934 en Nueva York como Richard Raskind en el seno de una familia acomodada. Ren¨¦e apareci¨® en el circuito femenino de tenis cuando ya avanzaba por los cuarenta y su caso, que mereci¨® una pel¨ªcula interpretada por Vanessa Redgrave (basada en el libro autobiogr¨¢fico Segundo Servicio), sacudi¨® la opini¨®n p¨²blica mundial.
Richard Raskind creci¨® como un muchacho neoyorkino m¨¢s, aunque siempre tuvo cierta afici¨®n a utilizar prendas femeninas. No se sent¨ªa feliz en su cuerpo, pese a que este se desarroll¨® ventajosamente, hasta darle gran popularidad entre sus compa?eros por sus ¨¦xitos en el deporte y su gancho con las chicas. Era alto, apuesto y bueno en cualquier deporte, en especial el tenis, donde su 1,88 y su potente zurda le fueron abriendo camino. Fue capit¨¢n del equipo de tenis de Yale.
Estudi¨® oftalmolog¨ªa y perfeccion¨® sus conocimientos en la Marina, donde gan¨® el campeonato de tenis de la All Navy. Ya empez¨® a sonar como una seria promesa del tenis norteamericano e incluso lleg¨® a participar cinco veces en el Open Usa, aunque tres veces cay¨® en la primera ronda, una en la segunda y la otra en la tercera. Aconsejado por su psiquiatra, trat¨® de resolver sus dudas de identidad formando una familia. Se cas¨® a los 26 a?os y a los dos tuvo un hijo.
Pero no se sent¨ªa identificado (identificada ser¨ªa mejor decir) con esa vida de oftalm¨®logo padre de familia en Manhattan y decidi¨® por fin que deb¨ªa asumirse como era. Tras consultar a psic¨®logos, empez¨® a tomar inyecciones de hormonas que le ayudaran a completar su lado femenino. Por fin, en 1975, ya con 41 a?os, se someti¨® a la operaci¨®n de cambio de sexo, que llev¨® a cabo el m¨¦dico argentino Roberto Granato.
Se mud¨® a California, donde traslad¨® su consulta de oftalmolog¨ªa, ahora con su nuevo nombre, Ren¨¦e Richards. Escogi¨® Ren¨¦e entendiendo que significa ¡°renacida¡± en franc¨¦s.
El a?o siguiente se empez¨® a inscribir en torneos femeninos, donde su estatura y fortaleza destacaron estrepitosamente. Adem¨¢s, su rostro anguloso, como tallado a cincel, resultaba muy duro para una mujer. Todas sus oponentes tuvieron la impresi¨®n de estar jugando ante un hombre disfrazado de mujer y as¨ª lo dijeron muchas. Pero como destacaba tanto la invitaron al Open de Estados Unidos. Fue entonces cuando un periodista de Newport largamente especializado en tenis llamado John Paddington, que recordaba bien al Richard Reskind de tantos a?os atr¨¢s, aventur¨® que se trataba de la misma persona. A demanda de muchas jugadoras, la organizaci¨®n le exigi¨® una prueba de cromosomas, la misma que exige el COI en casos dudosos en los Juegos para actuar en el cuadro femenino. Ella se neg¨® y acudi¨® a la Corte Suprema de EE UU, que le dio la raz¨®n: ¡°Hay evidencias abrumadoras de que la doctora Richards es ahora una mujer¡±.
As¨ª que jug¨® la edici¨®n de 1977, convertida ya en noticia mundial. Cay¨® a la primera en individuales, ante la inglesa Virginia Wade, pero lleg¨® a la final en dobles junto a Betty-Ann Stuart, para caer ante la pareja Martina Navratilova-Betty Stove. Su ventaja natural de estatura y potencia, acompa?ada de su habilidad para el juego, se ve¨ªa ya bastante disminuida por la edad, pues para entonces ya ten¨ªa 43 a?os. Martina Navratilova, primera tenista en manifestarse p¨²blicamente lesbiana, la contrat¨® como entrenadora.
Jug¨® poco tiempo. S¨®lo gan¨® un torneo, en la Argentina de Videla, donde fue acogida con mucha sorna. La finalista derrotada, Ivanna Madurga, med¨ªa 1,63. Cuarenta a?os despu¨¦s de aquello, en una entrevista en La Naci¨®n, volcaba elogios sobre su ganadora: ¡°Era una excelente persona. Culturalmente no le lleg¨¢bamos ni a los talones¡±.
Se retir¨® con 47 a?os, tras lo que regres¨® a Manhattan, donde sigui¨® con su trabajo de oftalm¨®loga. En 1983 public¨® su primer libro Segundo Servicio, que dio pie a la pel¨ªcula ya comentada. En 2007 public¨® una secuela De ninguna manera, Ren¨¦e: segunda parte de mi vida.
Su breve paso por el tenis lanz¨® al mundo del deporte una pregunta que a¨²n no tiene respuesta unitaria, como hemos comprobado ahora en el caso de Laurel Hubbard.
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