Rejuveneciendo el Olimpismo
En los ¨²ltimos a?os, el COI detect¨® la falta de inter¨¦s de la juventud en la competici¨®n ol¨ªmpica y ha ido a?adiendo deportes

Par¨ªs recibe por tercera vez en su historia unos Juegos Ol¨ªmpicos. La ¨²ltima vez, en 1924, la ciudad fue sede ol¨ªmpica y tuvimos oportunidad de conocerla gracias a la extraordinaria pel¨ªcula Carros de Fuego. Por aquel entonces, el programa ol¨ªmpico era mucho m¨¢s reducido del que tenemos estos d¨ªas encima de la mesa: 32 deportes y 45 competiciones diferentes. Hay oferta para todos los gustos, desde los que prefieren las especialidades hist¨®ricas, hasta los que abogan por una modernizaci¨®n de los Juegos, incluyendo los deportes que disfrutan y practican los j¨®venes.
El Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, sabedor de que el negocio que tiene con la venta de los derechos televisivos no puede decaer y tiene que ser atractivo para las televisiones del mundo, comenz¨® hace unos a?os a modernizar la oferta. Adem¨¢s de los patrocinadores, la principal fuente de ingresos del COI son los derechos televisivos que cuidan y protegen hasta l¨ªmites insospechados. Con la venta de la competici¨®n, el COI sobrevive por s¨ª mismo, ayuda al Comit¨¦ Organizador de cada edici¨®n, reparte a las Federaciones Internacionales para ayudar a los deportistas a prepararse para los Juegos y se guarda un 10% de esa cantidad fabulosa para su propia supervivencia administrativa.
En los ¨²ltimos a?os, el COI detect¨® la falta de inter¨¦s de la juventud en la competici¨®n ol¨ªmpica. Hab¨ªa deportes que apenas eran seguidos y con muy buen criterio decidieron ir introduciendo especialidades que practican los j¨®venes del mundo. No tuvieron que pensar mucho ni irse muy lejos. En cualquier ciudad del mundo hay alguna escalera o alg¨²n tramo liso en donde chicos y chicas se re¨²nen diariamente para hacer sus piruetas con su skate. O programan sus propias competiciones de break para contorsionarse al ritmo de la m¨²sica. O buscan una canasta, solo una, y a jugar entre tres un peque?o partidito. No hace falta una cancha grande. As¨ª se han regulado e incluido el skatebording, el breaking o el 3¡Á3. Lo mismo en los juegos de invierno: snowboarding, baches, esqu¨ª en estilo libre y hasta otras especialidades juveniles como los aerials.
Mientras tanto, los Comit¨¦s Organizadores se rompen la cabeza para meter todas las disciplinas y todos los calendarios previstos dentro de los te¨®ricos ¡°diecis¨¦is d¨ªas de competici¨®n¡±. Ya se ha demostrado en los ¨²ltimos tiempos que no es posible y por eso hay especialidades que empiezan hasta dos d¨ªas antes de la ceremonia inaugural: en Par¨ªs han sido dos deportes de equipo: f¨²tbol (Espa?a ya ha debutado en ambas selecciones), rugby 7 y, tambi¨¦n, tiro con arco.
Cuando Juan Antonio Samaranch accedi¨® a la presidencia del COI, all¨¢ por 1980, se encontr¨® un organismo pr¨¢cticamente en quiebra. Su gesti¨®n econ¨®mica no solo resucit¨® sus cuentas, sino que lo sane¨® y lo convirti¨® en una de las empresas econ¨®micas m¨¢s solventes del mundo. Todo gracias a vender lo ¨²nico que ten¨ªan: los derechos televisivos de la competici¨®n ol¨ªmpica. Desde entonces, el COI cuida y protege a su gallina de los huevos de oro. Las cifras que manejan son fabulosas, a veces disparatadas, pero tienen un producto que consumen cada cuatro a?os billones de espectadores.
Ante este ¨¦xito es comprensible que nadie quiera dejar de ser disciplina ol¨ªmpica. El problema es la sobredimensi¨®n. Todo no cabe si no se quieren organizar unos Juegos sobredimensionados e imposibles de dirigir. Y hasta el COI se da cuenta de que no quiere morir de ¨¦xito ni convertir los Juegos Ol¨ªmpicos en una competici¨®n incontrolable. La clave es qui¨¦n decide qu¨¦ deportes se mantienen y cu¨¢les salen para que entren los deportes urbanos.
No quisiera estar en esas reuniones para tomar tama?a decisi¨®n.
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