El triatl¨®n conquist¨® el Sena, y Francia dos medallas m¨¢s

Finalmente, se hizo la foto que m¨¢s deseaba Par¨ªs, la que parec¨ªa imposible: decenas de deportistas felices nadando en las aguas de su Sena vigilados por las estatuas doradas del puente de Alejandro III. Sali¨® mejor de lo que esperaban incluso, porque acab¨® llenando la gran pantalla, dorada, una francesa, Cassandra Beaugrand, la m¨¢s deseada, campeona ol¨ªmpica a los 27 a?os. Horas despu¨¦s, su compatriota Leo Berg¨¨re sumaba el bronce masculino a la cuenta: 20 medallas para Francia fabulosa en cinco d¨ªas de Juegos, seis de oro. El oro entre los hombres, para el gran Alex Yee, un brit¨¢nico de 26 a?os, que ya fue medallista de plata en Tokio 2020.

Quiz¨¢s apiad¨¢ndose benigna de las muchas horas y esfuerzos de tantos deportistas y trabajadores que dejaron el alma para hacer que el triatl¨®n tambi¨¦n tuviera su fiesta en Par¨ªs, a las 3.20 de la ma?ana, bajo el diluvio, la diosa Sena baj¨® finalmente los brazos, se apacigu¨®, rebaj¨® sus niveles de escherichia coli y enterococos y permiti¨® que sus aguas se dejaran invadir por las nadadoras decididas. A las ocho se lanzaron al agua bajo el puente de Alejandro III para hacer dos idas y vueltas, 1.500 metros, hasta pasado el puente de los Inv¨¢lidos. Siguiendo la gu¨ªa de la magn¨ªfica Flora Duffy, 37 a?os, la madre y referencia de todas, y buscando siempre al regreso las orillas, donde menos se opon¨ªa la corriente a sus brazadas, algunas de las atletas descubrieron que quiz¨¢s perdieron m¨¢s tiempo subiendo las decenas de escalones de piedra desde el agua hasta el puente, donde les esperaban las bicicletas, que lo que hab¨ªan ganado nadando.

En las gradas instaladas en los muelles, miles de personas sentadas desde antes del amanecer. Agua a 21,2 grados; aire, a 21? a las siete, y calent¨¢ndose a medida que crec¨ªa el sol en el horizonte. 31? y humedad terrible a las 10.45, cuando salieron los hombres. Nada de neopreno. Ba?ador sin m¨¢s.

Luego, sobre la bici ¨Csiete vueltas a un circuito por el Par¨ªs m¨¢s chic, Montaigne y su Louis Vuitton, los Campos El¨ªseos que no vieron las bicicletas del Tour, FD Roosevelt¡­¨C, todas supieron que Zeus, dios de los truenos, los rayos y las tormentas, estaba, como siempre, enfadado. Hab¨ªa dejado de llover, pero el agua sobre el asfalto se revel¨® m¨¢s peligrosa para la salud que un trago de la suciedad del r¨ªo, y m¨¢s decisivo para el resultado. Cada curva era una tragedia, cada paso de cebra, cada toque de frenos. Las ca¨ªdas marcaron los 40 kil¨®metros de ciclismo. Duffy, la campeona ol¨ªmpica en Tokio, siempre delante. Primero, sola, luego en un grupo de nueve, las mejores, a rueda de la neerlandesa Maya Kingma y la suiza Julie Derron, controlando y recuperando. Las espa?olas, detr¨¢s. Anna Godoy, en el gran pelot¨®n, a poco m¨¢s de un minuto y despu¨¦s de una mala entrada al Sena, confundida en una salida cuyo aviso no se escuch¨® bien (ella y otras siete triatletas se vieron afectadas) y que la oblig¨® a tirarse de forma poco ortodoxa al agua; Miriam Casillas, peleando con las ca¨ªdas en la cola.

Con Derron delante, a pie, se form¨® un cuarteto. Beaugrand, otra francesa, la joven Emma Lombardi, y la brit¨¢nica Beth Potter. Duffy, lejos. El oro se decidi¨® en la ¨²ltima de las cuatro vueltas. Un cambio de ritmo irresistible. Imparable hacia la gloria, hacia la gran foto. Segunda, Derron; tercera, Potter.

En el Sena espeso, los hombres boxearon junto a las boyas, y el malague?o Alberto Gonz¨¢lez, sexto, con los mejores. Zeus, satisfecha su sed vindicativa, sec¨® el asfalto y los adoquines. Un pelot¨®n de 32. Casi todos, pero solo un espa?ol, Gonz¨¢lez, iniciado en el alto rendimiento con los entrenamientos de su padre y vida en Sierra Nevada y actual pupilo del canadiense Joel Filliol. Ni Roberto S¨¢nchez ni Antonio Serrat, demasiado retrasados en un agua que para la mayor¨ªa solo hab¨ªa sido un mal trago, ya pasado. Una prueba de fatiga. Todo comenzaba de nuevo. Todos, pensando en gastar lo menos posible, afilando el cuchillo, la cabeza en los 10.000m a pie.

Est¨¢n todos, el campe¨®n en Tokio, el noruego Kristian Blummenfelt; el portugu¨¦s de Amadora Vasco Vila?a; el franc¨¦s Leo Berg¨¦re, su amigo Pierre le Corre, gran apt¨®nimo; el brit¨¢nico Sam Dickinson, gregario extraordinario para Alex Yee, el fen¨®meno llegado del atletismo que ha bajado de los 28 minutos en los 10.000m¡­ Y con ellos el malague?o audaz.

?La transici¨®n! La clave. Dickinson lanza su ¨²ltimo sprint para Yee, que no piensa m¨¢s y acelera. Alberto Gonz¨¢lez sale bien, quinto, acelera y muere. Lleg¨® hasta el final de sus fuerzas. Se acab¨® su energ¨ªa, pero no su fe, como poco despu¨¦s se agota Yee, plata en Tokio, a quien, paciente, seguro, alcanza el neozeland¨¦s Hayden Wilde, bronce en los Juegos japoneses. Es el momento de la revancha del triatleta de las ant¨ªpodas, que deja a Yee clavado, y esprinta, crey¨¦ndose inalcanzable, hacia el oro. El neozeland¨¦s, a quien asesora en nataci¨®n Fred Vergnoux, el entrenador de Mireia Belmonte, conf¨ªa ciegamente en su velocidad, no en vano se marc¨® un 13.23 no hace nada en los 5.000m del mitin de atletismo de Huelva.

No esperaba la resurrecci¨®n de Yee, quien en una incre¨ªble recta final, le come 20 metros en nada, y le supera ya casi llegados a la moqueta azul del puente hermoso, que le recibe en campe¨®n. El bronce para Berg¨¨re, el primer podio para el triatl¨®n masculino franc¨¦s en su historia. Tambi¨¦n Gonz¨¢lez se recupera, supera a triatletas m¨¢s lanzados, y termina octavo, finalista. Y da ciertamente parte de raz¨®n a su fisioterapeuta, Jos¨¦ Antonio Bodoque, fan del Legan¨¦s, quien ya proclam¨®: ser¨¢ muy dif¨ªcil hacer un buen triatl¨®n en Par¨ªs, pero m¨¢s dif¨ªcil parec¨ªa que ascendiera el Legan¨¦s a Primera.

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