Simone Biles, m¨¢s grande a¨²n cuando tropieza, reclama a Rebeca Andrade para su club
La estrella de Par¨ªs pierde el equilibrio en la barra, donde gana la italiana Alice d¡¯Amato y ella es quinta, y se sale del cuadril¨¢tero del suelo y es segunda tras la brasile?a
La m¨²sica del suelo se apag¨®. La fiesta ha acabado en la Pir¨¢mide de Bercy. El pabell¨®n aclama ?Re-be-ca! ?Re-be-ca! ?Re-be-ca! Y, desde el podio, en el escal¨®n del bronce, Jordan Chiles dirige y anima al coro, y le pide un crescendo imposible, y en el escal¨®n de la plata Simone Biles acompasa los gritos con sus palmas, feliz como una ni?a celebrando a su reina, a Rebeca Andrade, la brasile?a de las favelas, que asciende al primer escal¨®n, el del oro, y puestas de acuerdo con un gesto, Chiles y Biles, a un lado y otro, se inclinan y la reverencian como a Sisi emperatriz sus cortesanas en Viena. Y no hay quien no se emocione ni entienda a la perfecci¨®n el significado de lo que ocurri¨® el ¨²ltimo d¨ªa de la gimnasia, un lunes a la hora de la comida, junto al Sena en Par¨ªs. Tres gimnasta negras en lo m¨¢s alto.
¡°Fue muy bonito por su parte¡±, dice Andrade, la medalla de oro al cuello, y se parte de risa. ¡°Son las mejores del mundo. Lo que han hecho significa mucho para m¨ª. Me siento honrada. Siempre nos apoyamos mutuamente. ?Y hemos demostrado el black power! Ha sido estupendo. Ya fuimos tres negras en los Mundiales, y ahora poder hacerlo en los Juegos Ol¨ªmpicos significa que hacemos realidad nuestro poder. Nos aplaudir¨¢n o tendr¨¢n que trag¨¢rselo. Me quiero a m¨ª misma, me encanta mi color de piel, pero no me centro en eso. Rebeca va m¨¢s all¨¢ de su color. Lo mismo ocurre con Simone y Jordan¡±.
Simone Biles, que llegaba a la final de los dos ¨²ltimos aparatos, barra de equilibrio y suelo, con tres medallas de oro colgadas al cuello, y favorita para sumar al menos otro oro m¨¢s, se cay¨® de la barra de equilibrio, y en su cuarta interpretaci¨®n en ocho d¨ªas de su danza liberadora sobre el tapiz de las cuatro diagonales ¡ªtriple doble mortal, completo frontal hasta doble doble, doble con medio giro y doble¡ª se manifiesta con tal energ¨ªa y velocidad que el cuadril¨¢tero de 12x12, 144 metros cuadrados, y la diagonal son poco menos de 17 metros se le queda peque?o y pisa fuera al aterrizar en dos.
¡°¡Ready for it?¡± (preparada?) pregunta Taylor Swift en la canci¨®n que marca el ritmo de Biles, y la propia cantante, en X, confiesa que ella ha visto la actuaci¨®n muchas veces y sigue sin estar preparada, pero que Biles, s¨ª, ella est¨¢ preparada, seguro. Est¨¢ tan preparada para llenar el escenario con sus gargantilla y leotardos brillantes y con sus 10.000 cristalitos de Swarovski y sin su pena ya a cuestas como para agarrar un micr¨®fono y, tras ganar la competici¨®n por equipos, proclamar que el nombre que debe recibir el grupo que lidera es FAAFO, acr¨®nimo de Fuck around and find out, versi¨®n macarra y agresiva de quien con fuego juega acaba quem¨¢ndose. Atacadnos y ya ver¨¦is lo que os pasa. Cuando le sugieren que eso es slang de barrio, exagerado para el p¨²blico de la gimnasia, tantas familias con ni?os y abuelitas, da un paso atr¨¢s y acepta conciliadora la propuesta de su entrenadora, la francesa C¨¦cile Landi. ¡°Somos ya tan mayores [son los terceros juegos de Biles, de 27 a?os, y sus compa?eras est¨¢n en sus segundos] que somos las GG, las Golden Girls¡±, dice, en referencia a la serie televisiva Las chicas de oro.
La adrenalina y el deseo de Biles, tan ready que se pasa, se penalizan con 0,6 puntos (0,3 por cada dos pies en el margen) y dan la victoria por 33 mil¨¦simas, un tercio de punto, a Andrade, segunda en el concurso general, segunda en el salto, tercera con su Brasil por equipos, y ya oro en Tokio en salto. El segundo oro ol¨ªmpico le permite la entrada a la brasile?a, de 25 a?os, y en sus terceros Juegos, en el club de las Chicas de oro, que Biles no limita a las nacidas en el imperio.
Al para¨ªso del suelo y el festival, que solo dej¨® de hielo a la rumana Ana Barbosu, quien se cre¨ªa tercera y de bronce antes de que una reclamaci¨®n de Estados Unidos lograra aumentar la puntuaci¨®n de Chiles, gimnasta y bailarina tan expresiva, una d¨¦cima, lo suficiente par ser tercera, se lleg¨®, siguiendo la ruta de Dante pasando por infierno.
Silencio de gimnasia masculina en el gran sal¨®n de la pir¨¢mide de Bercy. Sobriedad que impresiona y coh¨ªbe a las gimnastas festivas, musicales. Toca el corredor del infierno, como lo describe la divulgadora Cristina Mart¨ªnez, y lo confirman las caras p¨¢lidas de las gimnastas que ven temblar, caerse una y otra vez, y una y otra vez levantarse, a las competidoras obligadas a pasar 80 segundos haciendo el gamba, cabriolas, mortales de espaldas, giros de cosacos bailando el casatchoc sobrias, volteretas sin manos¡ sobre un tabl¨®n de 10 cent¨ªmetros de ancho a m¨¢s de un metro de altura sobre la plataforma y en el que ya andar sin caerse es complicado para los humanos
Es el corredor sin retorno para Simone Biles, una de las cuatro que pierden el equilibrio y caen al suelo. El tropez¨®n del h¨¦roe, el error tonto, suele desencadenar el inicio de las peripecias desastrosas de las tragedias de Shakespeare. Con Biles no. Biles, la tragedia ya la ha dejado atr¨¢s. Su resurrecci¨®n tras Tokio, emancipaci¨®n y vindicaci¨®n forman parte de su epopeya. Y la ¨¦pica es siempre m¨¢s emocionante, m¨¢s sentida, cuando la protagoniza una persona capaz de llegar m¨¢s all¨¢ de s¨ª misma enfrentada a las mayores dificultades pero que tambi¨¦n tropieza en el bordillo de una acera como cualquiera que no superhero¨ªnas de pel¨ªcula de pl¨¢stico y efectos especiales, y errores sin consecuencias.
La ca¨ªda de Biles, que termin¨® quinta, y de tres m¨¢s corona inesperadamente con dos medallas a Italia. Oro para la s¨®lida Alice d¡¯Amato, genovesa de 21 a?os con experiencia en Tokio, y bronce para la romana Manila Esposito, debutante ol¨ªmpica a los 18 a?os y campeona de Europa que compite en la Liga Iberdrola con el club Xelska de Palma de Mallorca. Ambas entrenan en Brescia, en el CAR del que ha salido tambi¨¦n la plata de Italia por equipos, a las ¨®rdenes de Enrico Caselli. La plata fue para la china Yaqin Zhou, la primera en saltar al corredor ardiente, y se pasea por ¨¦l, pies descalzos, sin pinkies como otras, de puntillas, delicada y fuerte, gr¨¢cil, como un cisne en el agua, como si ese fuera su ¨²nico h¨¢bitat. Falsa impresi¨®n de delicadeza que solo se quiebra cuando un desequilibrio le obliga a poner una mano en la barra para no caer, y fue una l¨¢stima. Le sobr¨® poes¨ªa, o sentimiento, le falt¨® el sentido pr¨¢ctico de las italianas, que uniendo lo ¨²til a lo bello, las que mejor entendieron mejor el sentido del equilibrio entre el riesgo y el beneficio en una final en la que con solo no caerse la medalla ca¨ªa seguro. O casi seguro. Rebeca Andrade, la ¨²ltima en actuar (lo hizo despu¨¦s de Biles) hab¨ªa contemplado tal cantidad de tragedias en las siete anteriores que fall¨® sus conexiones y no cay¨®, pero fue cuarta. No sab¨ªa quiz¨¢s, pero sospechaba, que solo una hora despu¨¦s, subir¨ªa a lo m¨¢s alto reverenciada por Simone Biles, la m¨¢s grande, y m¨¢s grande a¨²n despu¨¦s de las ca¨ªdas.
Y Jordan Chiles, la impetuosa, la consejera que le compr¨® a Biles el diamante con la cabra y plane¨® la escena del podio, lo resume todo con una frase: ¡°Rebeca es un icono y una leyenda por s¨ª misma. Nuestra reverencia reconoce lo que todo el mundo deber¨ªa hacer cuando gana alguien que ha puesto tanto trabajo y dedicaci¨®n en la tarea¡±.
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