A Jenni no le gust¨® el beso de Rubiales, a nosotras tampoco
Puede que el presidente de la federaci¨®n se dejara llevar por su mal entendida espontaneidad, pero un beso en la boca, por sorpresa, es una agresi¨®n
¡°Pero ?qu¨¦ haces?¡±, le preguntan. La incredulidad por respuesta. ¡°?Y qu¨¦ has dicho?¡±, insisten. ¡°Pues vale¡±, contesta. La asunci¨®n de los hechos. Como si nada pudiera remediarlo. Un beso robado no siempre es un beso deseado. Eso pasaba en las comedias rom¨¢nticas con protagonistas bobaliconas que en nada se parecen a estas mujeres de a¨²pa, con piernas de acero y botas que valen oro, esas que a partir de ahora lucir¨¢n una estrella en el pecho de su camiseta roja. Un beso robado no tiene por qu¨¦ ser una sorpresa agradable. Al rev¨¦s. Es una intrusi¨®n. M¨¢s o menos molesta, pero intrusi¨®n al fin y al cabo. Una invasi¨®n del espacio propio. Sin consentimiento. Una agresi¨®n.
El pico que el presidente de la Federaci¨®n espa?ola, Luis Rubiales, le plant¨® en los morros a Jenni Hermoso, una de las mejores futbolistas espa?olas, reci¨¦n proclamada campeona del mundo en Australia, es un ataque a la 10 de Espa?a y a todas las mujeres a las que este domingo no nos cab¨ªa el coraz¨®n en el pecho cuando gritamos a todo pulm¨®n el gol de Olga Carmona. Tambi¨¦n a muchos hombres a los que nunca se les ocurrir¨ªa tomarse semejantes libertades.
Qu¨¦ l¨¢stima que un d¨ªa tan bello lo acabe empa?ando este machirulismo cutre. Qu¨¦ poca sensibilidad. Este domingo de agosto celebr¨¢bamos algo m¨¢s que un t¨ªtulo. Especialmente, nosotras. Las mujeres, las chicas, las ni?as de este pa¨ªs, celebr¨¢bamos que nuestra tozudez, al fin, ha vencido al machismo. O, como m¨ªnimo, le ha ganado un partido de esos que se recuerdan de por vida con un golazo de esos que quitan el hipo, como el de la sevillana Carmona. Celebr¨¢bamos que el ¨¦xito de las 23 de Australia y Nueva Zelanda nos da argumentos para discutirle a cualquiera que jugar como una chica ni es motivo de burla ni de exclusi¨®n. Las chicas de este pa¨ªs ganan partidos al deleite: con el f¨²tbol m¨¢s exquisito, el bal¨®n en los pies de Cata, que mima el esf¨¦rico tanto como las dem¨¢s, pases y m¨¢s pases, toque y m¨¢s toque, cambios de orientaci¨®n deliciosos, carreras de gacelas como Salma; con el f¨²tbol que carbura la cabeza de Aitana, sufre el coraz¨®n de Alexia en el banquillo, y derrocha la maestr¨ªa de Hermoso (incluso con ese penalti que no entr¨®).
Las chicas de este pa¨ªs, el car¨¢cter por bandera, ya no tragan con tonter¨ªas. ¡°Pero no me gust¨®, ?eh?¡±, insist¨ªa Jenni en un v¨ªdeo emitido en directo en redes sociales.
Puede que Rubiales se dejara llevar por su mal entendida espontaneidad. Pero hay que saber estar. Hay muchos ojos mirando. Tantos o m¨¢s como ni?as hay hoy que admiran a Mariona y a Ona, a Paredes y a Abelleira. Quiz¨¢ quiso demostrar que ya no hay crisis que valga ni que frene el ¨¦xito de estas mujeres imparables. Quiz¨¢ quiso evidenciar que las futbolistas a las que un d¨ªa trat¨® como a ni?as malcriadas ¡ª¡±la federaci¨®n contar¨¢ ¨²nicamente con futbolistas comprometidas aunque tenga que jugar con juveniles¡±, dec¨ªa aquel comunicado tras el mot¨ªn de las 15¡ª le tienen aprecio. Que no lo ven como a un intruso en ese vestuario en el que les cuenta que les va a pagar unas vacaciones en Ibiza. A ¨¦l, que se encarg¨® de hablar de resentimiento cuando tocaba ser un se?or, que sac¨® pecho en lugar de asumir que esta Copa es tambi¨¦n de aquellas futbolistas, excompa?eras y amigas de las 23, que tomaron la decisi¨®n de no pedir perd¨®n y se han quedado en casa mirando el Mundial por la tele. Su denuncia, su pulso a Rubiales y a Vilda, explica parte del ¨¦xito de esta selecci¨®n.
El beso de Rubiales a Hermoso nos recuerda que el camino andado es largo. Pero todav¨ªa queda trecho. Porque las mujeres besamos a quienes queremos y cuando queremos. Porque un beso en la boca, por sorpresa, es una agresi¨®n. Peor todav¨ªa si el beso viene de un superior. Estamos en 2023. Y estos gestos son injustificables.
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