Ninguna diferencia en el nuevo "Un, dos, tres..."
?Existen diferencias entre este Un,dos,tres... y aquel "Un,dos,tres..."? Ve¨¢moslo. El director es el mismo, tambi¨¦n el presentado y el equipo que no se ve, las linda exhibidoras de muslamen est¨¢n cortadas por el mismo patr¨®n que las anteriores y condenadas al mismo tipo de fama, la estructura de la cosa no ha variado lo m¨¢s m¨ªnimo, el espect¨¢culo final con el suspense del autom¨®vil es id¨¦ntico... Rotundamente, el "Un,dos,tres-" del A?o de Gracia del Reformismo nada tiene que ver con el emitido en el A?o de Gracia de la Concurrencia de Pareceres, o de la Trampa Saducea.Por empe?arse en copiar la vieja f¨®rmula sin quitar ni a?adir una coma, un plano, por querer plagiarse a s¨ª mismo a falta de nuevas ideas, por intentar huir de toda innovaci¨®n, no sea el maligno que a los de la tele les metan liebre por gato, Chicho y sus muchachos est¨¢n consiguiendo un programa- concurso que no resiste la menor comparaci¨®n con aquel que les hiciera tan populares a pesar de ser el mismo. Esto tiene su m¨¦rito.
?Pero cu¨¢les son las discrepancias? Por de pronto la peseta, la gran vedette del espacio, ha cambiado: se ha devaluado. Ya no es la misma peseta de entonces. Ni f¨ªsica ni metaf¨ªsicamente. En segundo lugar, el tiempo no pasa en balde ni para Ib¨¢?ez Serrador. Cuando surgi¨® el primer "Un, dos , tres...", el pa¨ªs permanec¨ªa imbecilizado por decreto-ley. Desde entonces han acontecido un mont¨®n de cosas, que han logrado hacer del famoso concurso un producto encantadoramente retro, por no decir est¨²pidamente subdesarrollado. Cuando en los papeles ni siquiera se pod¨ªan escribir las siglas de la democracia cristiana, pues nada m¨¢s normal que nos divirti¨¦ramos como ni?os de la E.G.B. con tales chorradas. Cuando todo el pa¨ªs est¨¢ hablando como si tal cosa de la plantajunta y el m¨¢s lerdo ya distingue a la legua y sobre todo, por la lengua, a un socialista ut¨®pico de un socialista ap¨®crifo, y a la derecha, a sus a?os, le ha entrado la fiebre de la oposici¨®n, y el personal no est¨¢ m¨¢s que para la pol¨ªtica y para despilfarrar los pocos, duros que a¨²n quedan, eso de venimos con el responda otra vez amigo, cuando Kiko grite lo de un,dos,tres, tiene todas las trazas de un suicidio televisual. Un error indigno de un hombre tan astuto como Chicho.
Lo que ha variado, mayormente, ha sido el contexto y, como decimos los borgianos empedernidos, no es lo mismo escribir El Quijote en el siglo de Cervantes que en el lustro de Pierre Menard. Porque, repetir en otro tiempo un espacio preexistente constituye una complej¨ªsima empresa neoplat¨®nica que no se puede resolver por el facil¨®n m¨¦todo de halagar las bajas pasiones o sea, las pasiones del bolsillo y las de al lado del bolsillo. El se?or Ib¨¢?ez Serrador, en lugar de enriquecer el texto primordial, como hiciera el se?or Menard con la fama de Cervantes, ha conseguido destrozarlo para siempre jam¨¢s. Claro que acaso haya que interpretar la decisi¨®n seg¨²n aquella conocida m¨¢xima de los antiguos: similia similibus curantur: los programas televisuales semejantes se curan por medio de otros semejantes.
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