Los accidentes laborales previsibles
Ocho trabajadores han muerto electrocutados en la localidad abulense de San Pedro del Arroyo. Esta es la escueta noticia de las agencias informativas. Posteriormente, los teletipos nos han dicho que varios, ministros del Gobierno han presidido el entierro, y que el presidente del Consejo Nacional de Trabajadores ha enviado telegramas de p¨¦same. Hoy, cuando estas l¨ªneas est¨¦n delante de los lectores de EL PAIS, la actualidad de cada d¨ªa har¨¢ olvidar la tragedia, hasta que nuestras conciencias se vean de nuevo sacudidas por el hundimiento de la pr¨®xima mina, el incendio de la primera factor¨ªa, o el derrumbamiento del ¨²ltimo edificio en construcci¨®n. Volver¨¢n los ministros a presidir funerales y entierros. Llegar¨¢n nuevos telegramas a los familiares de las v¨ªctimas, de turno, pero ?qu¨¦ hace entre tanto el Gobierno y la Organizaci¨®n Sindical para reducir los accidentes?El siniestro de San Pedro del Arroyo, producido por el contacto de una gr¨²a m¨®vil sobre ruedas que em pujaban ocho trabajadores con un cable de alta tensi¨®n era por encima de todo, un accidente previsible, porque la l¨ªnea el¨¦ctrica estaba all¨ª, fija. No cabe calificarlo como accidente fotuito. Por el contrario, el accidente fue posible porque el m¨¦todo seguido para el traslado de la gr¨²a fue inadecuado, porque los trabajadores no hab¨ªan sido instruidos sobre los riesgos de su trabajo, y, sobre todo, porque se incumpli¨® una sencilla prescripci¨®n de seguridad en el trabajo contenida en la Ordenanza Laboral de la Construcci¨®n: ?En las gr¨²as se tendr¨¢ especial cuidado para evitar el accidente que podr¨ªa resultar de tomar con ,tacto con las l¨ªneas el¨¦ctricas pr¨®ximas. al lugar de trabajo, al camino bajadores, si ¨¦stos carecen de las m¨¢s elementales herramientas legales que les permitan exigir la seguridad que se les ha ense?ado debe existir en las empresas? Ello explica el progresivo rechazo de los trabajadores a los cursos de seguridad tal como son planteados por la Administraci¨®n laboral. Pero es m¨¢s, la carencia de un aut¨¦ntico sindicalismo obrero hace que, puestos a ser realistas, no podamos esperar que, dentro de la vigente legalidad, los trabajadores de este pa¨ªs puedan participar en la gesti¨®n de la seguridad laboral de la empresa en que trabajan. S¨®lo cuando la seguridad haya calado a fondo en las plataformas reivindicativas del movimiento obrero podremos decir que ha empezado la lucha de los trabajadores para conquistar el tan elemental derecho humano de trabajaren condiciones de seguridad.
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