Toros de siempre para toreros de hoy
Importante debut ganadero de Gabriel Hern¨¢ndez Pl¨¢ en la feria de San Isidro, porque su corrida, con todos los defectos que tuvo, bastantes, por cierto, result¨® interesant¨ªsima. Mostr¨® casta y esto es lo importante. En un tiempo como este en que el toro de lidia se nos muere como especie, porque aguaron tanto su sangre busc¨¢ndole comodidades y dulzuras que han acabado por inventar el buey, descubrir de pronto una corrida encastada —a muchos les parecer¨¢ fiera y no importa el matiz—, equivale a ver el rayo de luz que clarea el futuro del espect¨¢culo.
Si hay toro la fiesta no desaparecer¨¢ nunca y s¨®lo puede haber toro si hay casta. Los de ayer, ninguno de los cuales fue bravo a carta cabal, embest¨ªan hasta muertos. Y no es una figura ret¨®rica. El cuarto de la tarde, con un pinchazo y dos estocadas, la segunda mortal, se levant¨® tres veces a los golpes del puntillero, pero no en la cl¨¢sica reacci¨®n defensiva, sino para atacar, derrotaba sobre los capotes, acomet¨ªa Y el segundo de Cortes hizo otro tanto pero con mayor espectacularidad: muerto pr¨¢cticamente le borboteaba la sangre por la boca, se arranc¨® como un rayo sobre el espada y pudo haberle pegado la cornada, si no cae fulminado a sus pies.
En la segunda corrida de feria, celebrada ayer, se lidiaron toros de Gabriel Hern¨¢ndez Pl¨¢, para Jos¨¦ Fuentes, Manolo Cort¨¦s y Julio Robles
Muy desconfiado. Mat¨® el primero de dos pinchazos sin soltar y estocada tendida y calda (silencio). Al cuarto, de estocada baja, pinchazo, estocada (aviso) y dos descabellos (bronca).
Fuentes
Actuaci¨®n deslucida. En el segundo, pinchazo y media ladeada ech¨¢ndose fuera (bronca). En el quinto, estocada ca¨ªda (silencio).
Cort¨¦s
Buenas ver¨®nicas al tercero, en las que gan¨® terreno. Hizo dos faenas aceptables y destacaron un natural y unos ayudados. En el tercero, estocada tendida y ladeada, perdiendo la muleta (oreja con protestas). En el sexto, bajonazo (inedia vuelta al ruedo).
Robles
Hubo casi lleno. El p¨²blico protest¨® injustificadamente la mansedumbre del primero. Presidi¨® en general con acierto el se?or Garc¨ªa Vali?o, si bien estuvo demasiado ben¨¦volo en la concesi¨®n de la oreja.
Derribaron: otra novedad important¨ªsima en las ferias que hoy se llevan. Segundo y tercero derribaron con fuerza, porque recargaban; lo hicieron con gran estilo, met¨ªan los ri?ones y luego acomet¨ªan al caballo ca¨ªdo, que uno levant¨® como una pluma. A casi todos los pegaron de firme y esto fue una barbaridad t¨¦cnica, por que lo que consiguieron fue agotarlos, y varios no pudieron lucir en la muleta una nobleza que era palpable. Costaba sacarlos de los petos.
Y no eran grandes. He aqu¨ª un absurdo sambenito que le han cargado al p¨²blico de Madrid y que debe desmentirse de una vez por todas: Se dice que en la plaza de Madrid exigen elefantes, pero ah¨ª est¨¢ la verdad de que los tres primeros ejemplares de Hern¨¢ndez Pl¨¢ fueron peque?os, y no se escuch¨® una sola protesta, de la andanada para abajo, sencillamente porque estaba clara la condici¨®n de toros.
En fin, en la otra cara de la moneda hay que poner el primer tercio desconcertante del que abri¨® plaza, manso, protestado por este motivo sin fundamento como ya ocurri¨® en la corrida inaugural; el gazapeo del segundo, que adem¨¢s sali¨® suelto en dos puyazos; el agotamiento del tercero en la muleta, si bien hab¨ªa peleado en varas con bravura; la cobard¨ªa del quinto, que se refugiaba en tablas; el agotamiento, tambi¨¦n, del sexto... Defectos, si, y m¨¢s que hubo, los cuales no pueden y sobre todo no deben tapar la casta que exhibi¨® la divisa.
Toros como toda la vida los hubo, para toreros de hoy: esta es la desgracia, porque no casan. Jos¨¦ Fuentes, el del pico, le met¨ªa pico a uno, y a otro ni eso, ¨¦l sabr¨¢ por qu¨¦. A mi me parecieron ambos intolerables, pero naturalmente a quien debe parec¨¦rselo es al maestro, que para eso est¨¢. No le pareci¨®. Cort¨¦s, porque su primero era gazap¨®n, se lo quit¨® de en medio. Un torero puede aliviarse con la fiera corrupia, con el ?pregonao? —que se dice en el argot—, pero no con un gazap¨®n, que tiene su lidia. Al que se refugiaba en tablas le porfi¨®, precisamente en tablas, y no s¨¦ si le sac¨® tres o cuatro pases.
A Julio Robles le correspondi¨® el toro m¨¢s noble, que fue el tercero, y le sac¨® una faena aceptable. Demasiado larga, no obstante, y las tandas de pases demasiado largas tambi¨¦n, pues se le agotaba el enemigo.
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