En busca del m¨²sculo filosofal
Las palabras Victorino y miedo llenaron dos horas de las Ventas. La primera estuvo dedicada al ganadero cuyos toros se lidiaron. La segunda, a, espadas y subalternos, sin distinci¨®n. Y es que aseguran que ?victorinos? y miedo forman una pareja inseparable. Dos palabras fluyeron torrencialmente de, la garganta de los aficionados en la corrida de ayer: Victorino, y miedo. La primera atrajo, aficionados a la plaza. Para muchos, los son un emblema de garant¨ªa en el coso. Otros, Sin embargo discuten la raza y casta de los toros madrile?os. Todos, al final, se ponen de acuerdo y adquieren el billete multicolor que da acceso a las Ventas.
Dicen que un torero no puede permanecer inmune al miedo-. Y en, los tentidos lo saben. Y se respeta el, sentimiento de los diestros y de sussubalternos.. Pero no se tolera ayer,qued¨® patentizado que un espada, un banderillero o cualquier otro pe¨®n lo demuestre en la plaza. Porque el p¨²blico reacciona de inmediato.Surge la tentaci¨®n del grito y la frase ?made in Portugal? :?Fuentes, escucha: Victorino est¨¢ en la lucha?'.
Asegur¨ªanque hay muchos tipos, de miedo. Quien m¨¢s quien menos todo el mundo lo sufre. Pero el que padecen los toreros -as¨ª lo afirman ellos- no se debe a la posibilidad de perder la vida. Tienen miedo- del toro, del p¨²blico e incluso de ellos mismos. Y no debe parecer extra?o cuando se canta: ?Miedo, tengo miedo, miedo de quererte?. Y el tema est¨¢ dedicado a un ser humano. En su segundo, Miguel M¨¢rquez se encamin¨® hacia el 3. Los qu¨¦ pensaban que el diestro iba a realizar la faena en la entrada de los chiqueros se equivocaron. El malague?o iba a brindar la muerte de Hermosito a Victorino Mart¨ªn, el ganadero. ??Qu¨¦ rat¨®n!?, fue el comentario que se apostill¨® a la dedicatoria.
Se registr¨® un lleno en Las Ventas. Y en el desolladero, que lo tuvo ?hasta el garfio?. La gente se agolpaba en la puerta -ficticia- del lugar para ver abiertos en canal a los ?victorinos?. Se pretend¨ªa observar en los toros alg¨²n -?m¨²sculo flilosofal? o similar que proporcionara el empuje de que hacen gala estas reses. Una casta que, para otros, no merece tanto elogio. ?Qui¨¦n lleva raz¨®n?
Y, al final, ?show?. Victor no se subi¨® al carro de la victoria y di¨® una vuelta al ruedo repartiendo saludos a diestro y siniestro. En las gradas se oyeron miles de aplausos.
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