El domingo, LVI aniversario de la muerte de Joselito
El domingo hubo de todo un, poco, como en botica. Aparecieron los turistas, se coloc¨® la primera pancarta, se confirm¨® una alternativa, se llen¨® la plaza y hubo un conato de cogida. Afortunadamente para Jorge Herrera, Moro s¨®lo le pitone¨® el brazo izquierdo, lo que no impidi¨® que siguiera e¨®n la faena.
Era el aniversario de la muerte de Joselito 16 de mayo. La banda de m¨²sica enmudeci¨®. Los diestros, montera en mano, hicieron el paseillo con paso r¨ªgido, cadencioso. La impresi¨®n se transmiti¨® a las gradas. En breves segundos un profundo silencio inund¨® la plaza. Los matadores, cabizbajos, permanec¨ªan ante la presidencia clavados en tierra por el recuerdo de un compa?ero. Ni una sola voz, ni siquiera un murmull¨®.El homenaje durar¨ªa un minuto.Hac¨ªa cincuenta y seis a?os, en Talavera, hab¨ªa muerto un torero. El domingo nac¨ªa a la vida de lo s ruedos otro espada. Jorge Herrera, colombiano, confirmar su alternativa. Su padrino, Palomo Linares, le hizo entrega de los trastos de matar. Paquirri era testigo de la ceremonia. Tres abrazos, tres sonrisas y una ?suerte y al toro?. Son¨® el clar¨ªn. Por el portal¨®n apareci¨® Ali?ado, un bicho de 525 kilos.
Con Palomo Linares llegaron los turistas, los ni?os, la pancarta -s¨®lo hubo una-, la divisi¨®n de opiniones y el lleno de la plaza. Un aficionado pronostic¨® minutos antes de que diera -comienzo- el festejo - ?Va a ser una corrida de almohadillas, de muchas almohadillas.? En verdad que se equivoc¨®. Pero no por mucho. Existe una vieja y enconada pugna entre el 8 y el diestro. Una secular diferencia, de pareceres que pudo provocar ¨¦l lanzamiento y vuelo de esos objetos casi imprescindibles en las Ventas. La sangre, sin embargo, no lleg¨® al r¨ªo'. Todo qued¨®, tras las faenas de Palomo, en protestas, ? gritos y susurros?.
Aseguran que hacerse de rogar cura en salud, calma los nervios y baja los humos a los convecinos. Paquirri debe saberlo. O al menos, lo siente as¨ª. Porque a¨²n apur¨® un vaso de agua desde que el p¨²blico le solicit¨® que pusiese las banderillas hasta complacerlo.
En el tendido 2, antes de iniciarse, el pase¨ªllo, un grupo de aficionados desplegaron una bandera con los colores de Colombia. A Jorge Herrera -al que su segundo pitonear¨ªa en el brazo izquierdo- no le acompa?¨® esa diva fr¨¢gil, esquiva, inconstante y casquivana que se llama ?fortuna?. La ense?a se pleg¨® con el primer toro. Nadie supo de ella a lo largo del festejo.
Sobre las siete y diez hac¨ªa acto de presencia en el ruedo el primer toro. La corrida empez¨® tarde, pero acab¨® a ?Ias horas nonas?. A las nueve y veinticinco minutos, exactamente. Este retraso unido al atasco de tr¨¢fico -l¨®gico y previsible- impidi¨® que muchos agotasen -como pretend¨ªan- el domingo en el cine.
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