Brindis a la tomadura de pelo
Faena importante fue la de Paquirri al segundo de la tarde. Era un toro manso, condenado a banderillas negras, que el matador hab¨ªa. lidiado muy bien con el capote. Se emplaz¨® en los medios, frente a toriles, a la espera. Estaba claro que no iba a dejarse dar ni un pase. Ten¨ªa peligro. Con mucho reposo, con enorme aplomo, Paquirri lo llev¨® al centro del ruedo y le met¨ªa en la muleta. Pases por bajo, medidos, los necesarios. Hubo una colada por el pit¨®n derecho, una tarascada que habr¨ªa sido certera al muslo si el matador, que es un atleta, no lo retira en un s¨²bito movimiento reflejo.No era un toro para naturales ni -para florituras. Pero Paquirri, que el domingo estuvo hecho un torerazo, como nunca en esta plaza, seguramente quiso acoplarse a los gustos del publiquito dominguero y los muchos isidros que, codo con codo con los aficionados de siempre, llenaban los tendidos. Para isidros y p¨²blico dominguero, si no hay n¨ªaturales, buenos o malos, no hay faena. Y los dio con remates variados, de afarolado, molinete o de pecho. Tuvieron m¨¦rito pues la embestida era fuerte y no muy clara, y aguantaba con valor. Por supuesto el toro no se le entreg¨® nunca, que eso lo hubiera conseguido con otro planteamiento de la faena. Despu¨¦s de la, estocada la ovaci¨®n estall¨® cerrada y larga, suficiente para dar la vuelta al ruedo. Paquirri tambi¨¦n fue torero entonces, -tuvo la dignidad del que siente su profesi¨®n en las entra?as,(la ?verg¨¹enza torera.?, que llaman), y se limit¨® a saludar desde el tercio.
El domingo se celebr¨® la tercera corrida de feria, en la que se lidiaron cuatro toros de Juan Mar? P¨¦rez Tabernero y dos del Pizarra?, para Palomo Linares, Francisco Rivera ? Paquirri ? y Jorge Herrera, que confirm¨® la alternativa
Hubo un lleno.Palomo. Tuvo el lote m¨¢s chico. No pudo con el segundo. Pinchazo, bajonazo y rueda de peones (silencio). Tremendista y vulgar en el cuarto, que hab¨ªa protestado por falta de trap¨ªo. Pinchazo feo y estocada ca¨ªda (oreja con protestas). Paquirri. Su actuaci¨®n fue torer¨ªsima con capote y Muleta. En el tercero,, estocada tendida y ca¨ªda, y descabello (gran ovaci¨®n y saludos). En el quinto, bajonazo con derrame (vuelta al ruedo). Jorge Herrera. Aburri¨®.. Mat¨® al primero de tres pinchazos, rueda de peones y descabello (palmas y pitos). Al sexto, de metisaca, estocada y descabello (silencio). Los toros. Los de Juan Mar?, desiguales de presentaci¨®n, no tuvieron clase, mansearon. Al tercero se le conden¨® a banderillas negras. Los del Pizarral (quinto y sexto), bien presentados, salieron mansos tambi¨¦n.
En el toro siguiente la harina fue de otro costal. Sali¨® un torillo flaco, poco hecho, aunque ten¨ªa la edad y pitones. Los de la andanada, que hab¨ªan estado discretos y respetuosos toda la tarde -incluso con Palomo, que fracas¨® con su primero-, protestaron. No protestaban a Palomo, protestaban la falta de trap¨ªo y hac¨ªan bien, estaban en su derecho, porque si no se, trataba del ?perro? habitual a?os atr¨¢s, su presencia desmerec¨ªa llamativamente de las serias corridas-que se vienen lidiando en la feria.A Palomo, que aviva sus triunfos con estas pol¨¦micas, le vino de perlas pues el griter¨ªo le sac¨® de la absoluta indiferencia con que se contemplaba su actuaci¨®n. Y a¨²n m¨¢s: tuvo el descaro de brindar al p¨²blico, pese a la bronca; los que protestaban debieron sentir que les estaban tomando el pelo. Fue aquello de ?hago, lo que me da la gana?. ? Los veterinarios y el presidente han dado por buena esa especie, hay un sector de la plaza que le da lo mismo, gozo de privilegios, pues ?que le den morcilla a la oposici¨®n, all¨¢ ella y sus chillidos!? Es eI reducto de esa ¨¦poca del chanchullo que no acabamos de dejarnos atr¨¢s. Tambi¨¦n hay un bunker taurino, que sigue poni¨¦ndose el mundo por montera, con la culpable anuencia de algunos.
Al torillo, que se comport¨® como borrego se hart¨® Palomo, de darle impecables derechazos de rodillas, entre grandes delirios. Del pie ya no hubo tanto delirio, porque la faena sigui¨® vulgarcita, sin arte, en la que resaltaba, m¨¢s la postura y el aparente esfuerzo que la consecuci¨®n de las suertes, nunca arm¨®nica ni de empaque. Y hubo oreja, claro, que la oposici¨®n protest¨®. Palomo la paseaba, triunfalista y marchoso, en un evidente desaf¨ªo a quienes -?aclar¨¦moslo de una vez!- no tienen partidismo, man¨ªa persecutoria contra este torero,, sino afici¨®n, y se rebelan contra la injusticia de que para u nos todo sean facilidades y componendas, y para otros peligro y exigencias.
Paquirri estuvo muy torero en el quinto, nada claro. Herrera, que confirmaba la alternativa, no nos dijo nada; aburri¨® m¨¢s bien.
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