La saga de los Agnelli
Del incre¨ªble caso de la candidatura de Umberto Agnelli al Senado, en las listas democristianas, no se conocen, todos los entresijos, y probablemente no se sepan jam¨¢s. Hace s¨®lo dieciocho d¨ªas los ambientes pol¨ªticos y period¨ªsticos bien informados daban por descontada la candidatura de Agnelli, pero de Gianni, no de su hermano Umberto, y como candidato independiente en la lista del Partido Republicano. La creencia en esos mismos c¨ªrculos era que el avvocato. (esa es su denominaci¨®n oficial) descend¨ªa a la arena para ?sanear? Italia, para hacer ver a la democracia cristiana (la DC) que es posible un frente de la burgues¨ªa iluminada y productiva, que se puede: hacer pol¨ªtica activa incluso con un peque?o partido laico, y desde ah¨ª purificar a un poder hundido y purificado. Gianni, por otra parte, hab¨ªa hecho ya limpieza entre la vieja guardia de la Confindustria (la Confederaci¨®n Nacional de Empresarios) a poco de ser nombrado su presiden, te. La posici¨®n de Agnelli senior, hicieron saber los adulados republicanos, es de no a la DC y tambi¨¦n de apertura hacia los comunistas; estaba dispuesto al di¨¢logo con todos, con tal de, que encontrara interlocutores v¨¢lidos.El golpe de escena se produjo en este punto. Su hermano Umberto, de cuarenta a?os, llamado Mister Fiat y administrador delegado de la sociedad, hab¨ªa aceptado la candidatura que le ofreci¨® un ala de la DC. El pa¨ªs, y tambi¨¦n la familia Agnelli no sal¨ªan de su asombro. ?Qu¨¦ habr¨ªa podido suceder en el interior del clan Agnelli? ?Estaban todos de acuerdo con Uraberto? ?Qu¨¦ es lo que har¨ªa Gianni, el cerebro de la familia? La tensi¨®n subi¨® de punto cuando Susanna, la hermana terrible, famosa sobre todo por haber escrito un libro sobre la historia de la familia en los a?os del fascismo (Vest¨ªamos a la marinera) anunci¨® que tambi¨¦n entraba ella en liza y que se presentaba como independiente republicana, en sustituci¨®n de Gianni, ?quemado? ya por la jugada de Umberto.
?Ha cometido un error colosal?, dijo Susanna hablando de su hermano menor. ?Con Umberto en las listas democristianas la operaci¨®n burgues¨ªa productiva al frente del pa¨ªs est¨¢ definitivamente cerrada. Gianni, en cambio, habr¨ªa podido renovar verdaderamente a Italia.?
Alg¨²n, periodista lleg¨® a preguntar si en la decisi¨®n de Umberto no hab¨ªa algo de rechazo de un complejo de inferioridad en el entendimiento con Gianni. ?Puede ser?, respondi¨® Susanna, el alter ego de Gianni, que incluso f¨ªsicamente parece ser el hermano mayor vestido de mujer.
Si se quisiera hacer psicoan¨¢lisis barato podr¨ªa decirse que a Umberto no le sobran motivos para tener complejos en su relaci¨®n con Gianni. Unicos varones (tienen trece a?os de diferencia) entre los seis hijos de Edoardo Agnelli, y nietos de Giovanni, fundador de la Fiat, los dos hermanos fueron criados desde un principio como futuros protagonistas de la clase dirigente.
El padre muri¨® en 1935, en un accidente de aviaci¨®n, y los seis hijos, seg¨²n recuerda Susanna en su libro, fueron educados por r¨ªgidos preceptores ingleses. La Fiat se hab¨ªa convertido ya en un imperio, Tur¨ªn era su cuna y los peque?os Agnelli eran tratados como pr¨ªncipes herederos. ?No fuimos buenos estudiantes -comenta la terrible Susanna-, pero super¨¢bamos todos los ex¨¢menes; bastaba pronunciar el apellido.?
En la postguerra, mientras la f¨¢brica Fiat permanec¨ªa en las manos firmes del profesor Vittorio Valletta, autoritario de vieja estampa que entraba en conflicto con los sindicatos y planificaba la Italia del seiscientos utilitario, Gianni y Umberto eran ya protagonistas de la jet-society; el primero, con su rostro infantil, y el segundo, con aires de todo un manager.
Italia reconstru¨ªa fatigosamente las destrucciones del fascismo y de la guerra, la lucha sindical se hac¨ªa cada vez m¨¢s ¨¢spera, la democracia cristiana y el Vaticano gobernaban soberanamente cuando los j¨®venes Agnelli pasaban largas temporadas en Estados Unidos, en donde acabaron siendo ¨ªntimos de los Kennedy y de los Rockefeller; esquiaban en St. Moritz, junto a los hijos de reyes en el exilio, y eran fotografiados en yates de armadores griegos, al lado de mujeres de ensue?o. Los italianos, que comenzaban a vivir el per¨ªodo r¨¢pido e ilusorio del boom econ¨®mico, los conoc¨ªan s¨®lo a trav¨¦s de las p¨¢ginas ilustradas de las revistas mundanas.
Luego, cuando fueron suficientemente mayores, se casaron: Gianni, con una joven aristocr¨¢tica, Marella Caracciolo, y Umberto con la heredera de la Lambretta, AntoneIIa Piaggio. ?La F¨ªat tiene seis ruedas?, se dijo entonces en los titulares de la prensa. Esto ocurr¨ªa en 1959. M¨¢s tarde, en los a?os setenta, fue el divorcio y un nuevo matrimonio de Umberto,. Esta vez con Allegra Caracciolo, sobrina de su cu?ada y modelo de Harper,'s Bazar.
En 1960 la empresa m¨¢s notable de Umberto, con su eterno rostro de ni?o, fue el fichaje del jugador Charles, en su calidad de presidente del equipo de f¨²tbol Juventus. Su hermano, convertido ya en abogado, y el ingeniero, hab¨ªan tenido hasta entonces varios cargos, pero todos honor¨ªficos.
En 1966 el viejo profesor Valletta dej¨® a Gianni la presidencia de la Fiat, de la que Umberto pas¨® a ser consejero, delegado. La gente, acostumbrada a ver fotograf¨ªas suyas siempre de smoking, se sorprendi¨® al verlos en el trabajo. Pronto qued¨® claro que el verdadero padrone era Gianni. No obstante, los dos germanos emprendieron juntos una obra de rejuvenecimiento entre los viejos cuadros de la empresa, trataron directamente con los sindicatos y planificaron. nuevas intervenciones en la industria. Gianni, en su avi¨®n personal., se trasladaba de Washington a Mosc¨² (donde firm¨® contratos con los rusos para la instalaci¨®n de la Fiat-Togliaiti), o a Asia, en donde es socio de Rockefeller en algunos negocios.
En 1970 Umberto pas¨® a ser, administrador delegado de la compa?¨ªa y en 1974 Gianni, en una h¨¢bil maniobra pol¨ªtica, asumi¨® la presidencia de, la Confindustria. El avvocato se convirti¨® de este modo. en la eminencia gris de la vida pol¨ªtica italiana
Los italianos se han acostumbrado ya a verlos en televisi¨®n o en conferencias de prensa a la americana, con respuestas breves y articuladas, no exentas del desparpajo y del desprecio que dan el poder. S¨®lo los sindicatos y el Partido Comunista no han infravalorado jam¨¢s al Agnelli senior. Con ¨¦l la gesti¨®n de la Fiat ha tomado otra l¨ªnea, blanda o dura seg¨²n los casos. Ahora. bien, en los ¨²ltimos a?os, e incluse, en los ¨²ltimos meses, no han faltado rumores de golpe de Estado supuestamente financiado por la poderosa sociedad automovil¨ªstica.
Las revistas han seguido publicando fotos de Gianni (y menos de Umberto, aunque nadie habl¨® por entonces de disensiones internas), ahora ya con los cabellos encanecidos y la figura de un hombre fuerte; ?Gianni se entrevista con Kissinger?, ?Gianni conversa con Mao Tsetung?, ?Gianni en la boda de su hija.? Una apoteois: las italianas, encuestadas por una revista femenina, decidieron que era el hombre m¨¢s fascinante del pa¨ªs. En segundo y pobre lugar se, encontraba Enrico Berlinguer, secretario general del Partido Comunista.
La ¨²ltima jugada de Umberto, su candidatura senatorial, ha roto el esquema de unidad de la familia Fiat. Su fundador (la f¨¢brica fue creada en 1899), el ingeniero Giovanni Agnelli, alcalde de un pueblecito pr¨®ximo a Tur¨ªn, fue definido por el marxista Antonio Gramsci como un ?solitario h¨¦roe del capitalismo?. Sus mitos hab¨ªan sido el Ford de la industria automovil¨ªstica americana y el saber construir un imperio cambiando pol¨ªticamente de caballo en cada etapa, para correr m¨¢s veloz.
El verdadero trampol¨ªn de lanzamiento lo tuvo la Fiat con la guerra europea y la fabricaci¨®n de veh¨ªculos militares. Luego fue protegida por el fascismo, pero al fin de la segunda guerra mundial la sociedad estaba ya ligada al gran capital anglo-americano. En 1927, mientras tanto, hab¨ªa nacido el IFI, el Instituto Financiero Italiano, que convirti¨® a los Agnelli en due?os, por v¨ªa directa o indirecta, de la m¨¢s importante empresa del: pa¨ªs y de buena parte de4a. prensa. La Fiat posee actualmente veintinueve, establecimientos en Italia y produce autom¨®viles en 32 pa¨ªses.
El descubrimiento de la pol¨ªtica no es casual, pues, para los Agnelli, Uno de los credos de Gianni es que la fabricaci¨®n no funciona si no funciona la compa?¨ªa, y que la industria no puede prosperar si no puede planificar por falta de infraestructura. S¨®lo que tales afirmaciones encierran tambi¨¦n parte de autocr¨ªtica desde el momento en que la Fiat ha sido, en los ¨²ltimos cincuenta a?os, parte integrante de la vida pol¨ªtica italiana. Como m¨¢xima industria del pa¨ªs le al canzan igualmente los graves pecados del pa¨ªs: especulaci¨®n financiera, distorsi¨®n econ¨®mica, fugas de capital al extranjero, trasvase de mano de obra meridional hacia el norte industrializado y falta de desarrollo econ¨®mico en el sur.
Ahora, como le sucede al mayor partido italiano, la DC, los Agnelli est¨¢n viviendo tambi¨¦n su crisis. El brazo de hierro est¨¢ en alto. Despu¨¦s de su candidatura al Senado, Umberto Agnelli ha tenido que renunciar a todos sus cargos en la Fiat y en el IFI. Y, ciertamente, no lo ha hecho por su propia voluntad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.