M¨¢s nobleza que bravura

Las ganader¨ªas de la feria han dado una t¨®nica de mansedumbre, lo cual no quiere decir que no se hayan visto toros buenos, sobre todo nobles.La m¨¢s interesante, en mi opini¨®n, fue la de Hern¨¢ndez Pl¨¢, por la enorme casta que exhibi¨®. La de Victorino Mart¨ªn dio tres toros bravos, uno de ellos de nobleza excepcional, pero tambi¨¦n tres mansos sin paliativos. Los de Baltasar Ib¨¢n fueron de una boyant¨ªa extrema, ideal para los toreros, que obtuvieron un triunfo, se?alado, hasta el punto de que llegaron a cortar seis orejas. Carecieron, en cambio, de bravura con el caballo. Otro tanto ocurri¨® con los miuras, excelentes en el ¨²ltimo tercio y mansos en el primero. Pablo Romero, con una de las corridas mejor presentadas, exhibi¨® casta y tambi¨¦n tuvo un toro bravo, que hubiese merecido la vuelta al ruedo de no dolerse en banderillas, y si el matador (Ni?o de la Capea), en lugar de afligirse, le hubiese sabido dar su lidia.

La corrida de Luciano Cobaleda caus¨® sensaci¨®n por terror¨ªfica. A ella pertenec¨ªa el toro m¨¢s peque?o de la feria, que, sin embargo, no se protest¨® porque ten¨ªa la edad (seis a?os) y el trap¨ªo m¨¢s que suficientes. Con todo, dio dos toros muy nobles, cuyo ¨²nico problema era el l¨®gico sentido que da la edad.

Por lo dem¨¢s, abundaron los mansos y en mansedumbre gan¨® a todas la corrida de Palha, que sencillamente no embest¨ªa, ni para bien ni para mal.

La corrida concurso result¨® un fracaso: los seis toros, si salvamos detalles de un pablorromero y un juanpedro, constituyeron otras tantas mediocridades.