Humphrey y Ted Kennedy podr¨ªan presentar su candidatura formando equipo
El martes pr¨®ximo, los electores de California, Ohio y Nueva Jersei, ir¨¢n a las urnas. Unas horas despu¨¦s del escrutinio, es decir, en la noche de martes a mi¨¦rcoles, los candidatos a la Presidencia sabr¨¢n si cuentan con bastantes delegados para las convenciones nacionales de los dos grandes partidos o si tendr¨¢n que pactar con sus enemigos o con el diablo si es preciso para obtener la investidura oficial.
Durante las elecciones del pasado martes, el presidente Ford se encontr¨® con la agradable sorpresa de ganar a Reagan en Rhode Island sin haberse molestado siquiera en hacer campa?a.
El ex gobernador de California cuenta con dos victorias: en Dakota del Sur y en Montana, pero el presidente sigue fortaleciendo su posici¨®n. En efecto, los consejeros electorales de Gerald Ford estiman que ¨¦ste ha superado los obst¨¢culos de las primarias de Texas y que el candidato Ford ya puede actuar como presidente electo de los Estados Unidos.
Electo, s¨ª, no nombrado, porque los republicanos consideran que Ford es el favorito de la convenci¨®n de Kansas City. Tal vez por ello el jefe del ejecutivo estadounidense esta m¨¢s a menudo en la Casa Blanca y dedica much¨ªsimo m¨¢s tiempo a los asuntos internacionales que a la campa?a presidencial. Desde la victoria de Michigan, el presidente ha vuelto a la guerrilla con los miembros del legislativo: Gerald Ford bombardea a los representantes en las C¨¢maras con nuevas propuestas, insiste sobre la necesidad de adoptar las antiguas (a veces rechazadas por la C¨¢mara de representantes), anuncia que est¨¢ dispuesto a proseguir el di¨¢logo con los pa¨ªses industrializados de Occidente y que quiere presentar a los americanos un balance positivo de su estancia en la Casa Blanca.
En efecto, Ford necesita m¨¢s apoyo internacional y m¨¢s publicidad interna. Los economistas estiman que las medidas antiinflacionistas adoptadas por la Administraci¨®n no han sido eficaces, que el problema del empleo y las reformas econ¨®micas siguen sin que se haya encontrado una soluci¨®n v¨¢lida, que el Gabinete Ford no tiene una pol¨ªtica coherente. La lista de quejas es muy larga. Sin embargo, los republicanos prefieren votar a favor de Ford. Ronald Reagan ha adoptado una postura demasiado radical.
El otro favorito de los americanos, Jimmy Carter, empieza a dudar de su inminente victoria en Nueva York. EN las primarias del martes pr¨®ximo, los dem¨®cratas deber¨ªan repartirse unos 540 delegados. En principio, a Carter le har¨ªan falta s¨®lo unos 250- 300 grandes electores para convertirse en el n¨²mero uno de los dem¨®cratas. Pero Morris Udall, Jerry Brown y Frank Church, que ya no pueden esperar una victoria, se dedican a quitarle votos.
El movimiento Anybody but Carter (cualquiera menos Carter) gana terreno. Los dem¨®cratas parecen dispuestos a autodestruirse.
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