El regreso de Roberto Alc¨¢zar y Pedr¨ªn
Los a?os cuarenta fueron muy significativos para la vida del pa¨ªs y para la conciencia de los espa?oles que nacimos entonces o que arrastraban una vida precaria desde antes. Las diversas operaciones nostalgia que los avispados comerciantes de todo el mundo han emprendido parten de la discutible afirmaci¨®n de que cualquier tiempo pasado fue mejor, y, en el terreno concreto de los tebeos, de que es preciso volver al tiempo dormido, a los felices a?os de la infancia donde no exist¨ªan dudas, ni perplejidades, porque los h¨¦roes emblem¨¢ticos que se nos propon¨ªan a aquellos ni?os mal alimentados y peor educados solucionar¨ªan m¨¢gicamente nuestras dificultades. La pareja formada por Roberto Alc¨¢zar, ?periodista inquieto y aventurero que se dirige a Buenos Aires para hacerse cargo de una cuantiosa herencia?, y Pedr¨ªn, el poliz¨®n salvado del arroyo, constituye uno,de los bloques m¨¢s monol¨ªticos del tebeo espa?ol de la posguerra. El tufillo fascista del personaje, perpetuamente acicalado con corbata y chaqueta, muy lejano de los h¨¦roes descuidados de un pasado glorioso, su figura paternal, m¨¢s all¨¢ del bien y del mal, sospechosamente ajena: al sexo y a las necesidades m¨¢s apremiantes, est¨¢ a caballo, l¨®gica mente, del Dick Fulmine de Coss¨ªo (con la camisa blanca en vez de morada o negra -su color original- antes de que fuera pulcramente adaptados a nuestra peculiar situaci¨®n como Juan Centella, el detective hispanoamericano), con rasgos tomados del detective anglosaj¨®n. Esta imposible mezcla, combinada con la presencia del escudero-amante, dar¨ªa pie a cerca de treinta y cinco a?os de aventuras ininterrumpidas, cuando ya las motivaciones sociopol¨ªticas originales hab¨ªan sido felizmente arrasadas por los nuevos tiempos.
Inter¨¦s
El inter¨¦s por los cuadernos de aventuras, o por los c¨®mics o narraciones-gr¨¢ficas, en general, puede tener muy variadas motivaciones, desde el inter¨¦s est¨¦tico al sociol¨®gico, de la nostalgia al oportunismo. Roberto Alc¨¢zar y Pedr¨ªn fueron, contin¨²an siendo', muy significativos para analizar algunos de nuestros traumas colectivos, de los que constituyen un precioso ¨ªndice, mucho m¨¢s significativo que otras producciones de la ¨¦poca, mucho m¨¢s pretenciosas. El asexualismo impuesto a la fuerza, la existencia concebida como lucha perpetua, vivida peligrosamente porque s¨ª, sin una claridad ideol¨®gica, la fuerza como ¨²nico motor vital, el desprecio de la inteligencia -siempre al servicio de ?os malos, perpetuamente encarnada en los personajes demon¨ªacos, pero nunca en los buenos que hacen uso de los pu?os o las pistolas...-,la omnipotente figura paterna? del h¨¦roe, con adolescentes inmovilizados y asexuados que ejercen, en off, complacientes servidumbres... Todo ello y algunas cosas m¨¢s son los elementos m¨¢s epid¨¦rmicos que asaltan en cualquier lectura cr¨ªtica de estos cuadernos, rescatados del purgatorio de las hemorotecas para evocar imposibles para¨ªsos en los adultos (?) entre los treinta y cinco y los cincuenta, magdalenas de papel que nos traigan el tiempo perdido, feliz, irresponsable y, definitivamente, muerto.
La edici¨®n reciente, d¨¦ estas aventuras hisp¨¢nicas, recientemente celtib¨¦ricas, no tiene el menor sentido est¨¦tico. E. Va?¨®, guionista y dibujante mediocre, artesano concienzudo y de una paciencia ejemplar e insuperable se limit¨® a servir unos arquetipos que ¨¦l no cre¨®, pero que recogi¨® M ambiente circundante, sin la menor garra, sin el m¨¢s peque?o inter¨¦s. Volver a editar estas p¨¢ginas -convenientemente remontadas, redibujadas para evitar el espect¨¢culo de una edici¨®n critica sobre los cuadernos primerizos, de una falta de calidad aterradorano sirve ni a los obsesos de la nostalgia, ni tan siquiera para aquellos irrecuperables rom¨¢nticos que aspiran a vivir siempre de espaldas- a la realidad ya que las p¨¢ginas que se venden hoy y ahora en los quioscos no son las aut¨¦nticas, sino otras maquilladas, edulcoradas, donde los elementos t¨ªpicos de los cuarenta han sido suavizados, no en una medida tan grande como las transformaciones ocurridas al guerrero del Antifaz, pero s¨ª lo suficiente como para que no pueda hablarse de una edici¨®n -m¨ªnimamente responsable.
Evasi¨®n
Los especialistas en psicolog¨ªa social encontrar¨¢n en estas historias amplios elementos para descubrir la necesidad de evasi¨®n de unos ni?os y adultos disconformes oscuramente con el entorno que les toc¨® vivir y escapados de ¨¦l por la ¨²nica salida posible: la imaginaci¨®n desbordada hacia un mundo fant¨¢stico donde los buenos eran premiados tras escapar de las infinitas asechanzas de los malos que siempre, indefectiblemente, acababan siendo castigados.
Es importante se?alar, sin embargo, que en el conjunto de obras y autores espa?oles de aquella ¨¦poca que todav¨ªa permanecen in¨¦ditos en las hemerotecas y en las colecciones particulares, hay ejemplos incre¨ªblemente m¨¢s atractivos e interesantes que los comentados. Me parece bien la iniciativa comercial de resucitarlos en dos v¨ªas, los cuadernos ordinarios para recoger las aventuras de 1948, con el malvado Swintus, el hombre diab¨®lico, y los extras, para empezar la colecci¨®n desde el primer n¨²mero. Los colorines a?adidos ahora testimonian un pat¨¦tico desarrollo t¨¦cnico que nada ata?e a las viejas p¨¢ginas, aunque es bueno haber conservado la rotulaci¨®n originaria de los textos. p¨¢ginas, aunque es bueno rservado la rotulaci¨®n le los textos.
El mundo de la comunicaci¨®n menos a nivel sociol¨®gico, s¨ª a una emblem¨¢tica h¨¦roes, pero los j¨®venes y interesados en un estudio oso de este gran tesoro es el tebeo espa?ol de la deben saber que estos resucitados tienen poco la aportaci¨®n m¨¢s autores y guionistas de cuarenta y cincuenta, todav¨ªa necesitados de una edici¨®n responsable que nos de esos testimonios de nuestra conciencia o s¨®lo en su dimensi¨®n m¨¢s ingenua y camp.
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