Los aplausos a Fern¨¢ndez-Cuesta no son votos de los procuradores
El Pleno de las Cortes -segundo de los que se celebran por el procedimiento de urgencia, y cuyo primer objetivo era la ley de partidos, se inici¨® a las 10 de la ma?ana con puntualidad casi militar. Incluso en el banco azul faltaban ministros, que fueron completando durante la ma?ana la presencia del Gobierno. S¨®lo el ministro de Obras P¨²blicas, Antonio Vald¨¦s, dej¨® de asistir a la sesi¨®n. Arias, muy atento al debate, mantuvo en todo momento un gesto preocupado. Por lo general, los miembros del Gobierno no participaron en los aplausos.En la tribuna p¨²blica, muchas m¨¢s personas de las que habitualmente asisten a los plenos de las Cortes. En una ocasi¨®n, el presidente, se?or Fern¨¢ndez-Miranda, se dirigi¨® a ellas para advertirles que deb¨ªan cumplir el art¨ªculo 127 del Reglamento, que les obliga a guardar silencio. Les exhort¨® especialmente a no iniciar manifestaciones de ning¨²n tipo, anticip¨¢ndoles una tolerancia para cuando se limitaran a sumarse a ellas.
Cabanillas habla de partidos
Cuando comenz¨® a hablar el ex ministro P¨ªo Cabanillas (que unos momentos antes estudiaba peripat¨¦ticamente la chuleta de su intervenci¨®n en los jardincillos pr¨®ximos al palacio de las Cortes), hab¨ªa todav¨ªa grandes claros en el hemiciclo. El ambiente era, a esa hora, fr¨ªo.P¨ªo Cabanillas, ¨²nico de los oradores de la ma?ana que intervino a cuerpo limpio, sin papeles delante, habl¨® con desenvoltura, pero sin alardes ret¨®ricos. Su intervenci¨®n ten¨ªa como objetivo presentar el informe de la ponencia, y eso es lo que hizo sin mayores florituras. Tuvo el acierto de poner en suerte la res desde sus primeras palabras, al referirse a los partidos por su propio nombre.
Hasta en la tribuna de prensa hubo quien se sorprendi¨® (?¨¦ste est¨¢ hablando de partidos; el otro d¨ªa, L¨®pez Bravo hablaba de asociaciones?. As¨ª es la vida).
P¨ªo Cabanillas glos¨® los puntos m¨¢s destacados del proyecto de ley con citas al derecho comparado en algunos puntos. Destac¨® las innovaciones realizadas por la Ponencia en lo relativo a responsabilidades, especialmente mediante el traspaso de la potestad sancionadora del Gobierno a la Sala del Tribunal Supremo en materia de suspensi¨®n y resoluci¨®n de asociaciones.
Respecto a las infracciones no tipificadas en el C¨®digo Penal, el Gobierno s¨®lo podr¨¢ imponer san fundamental de lograr el control judicial de la Constituci¨®n -dijo el se?or Cabanillas- ha de presidir nuestro ma?ana pol¨ªtico. Y en esta direcci¨®n se ha movido la Ponencia.?
Por ¨²ltimo, P¨ªo Cabanillas se refiri¨® a la necesidad de cambio en nuestra vida pol¨ªtica. ?Esta ley se refiere al futuro -dijo- y hacia ¨¦l debemos caminar sin mirar demasiado al retrovisor.?
Escasos aplausos premiaron las palabras del ponente, en contraste con las abundantes interrupciones al siguiente orador, Raimundo Fern¨¢ndez-Cuesta, del grupo parlamentario Acci¨®n Institucional, y enmendante a la totalidad del proyecto de ley.
Fern¨¢ndez-Cuesta y el pasado
El ilustre falangista de la primera hora, plante¨® su intervenci¨®n como un deber de conciencia contra los partidos y en favor del Movimiento, al que el proyecto de ley margina.A los pocos segundos de comenzar a hablar, las palabras del orador resultaban anacr¨®nicas. No porque faltara rigor ni brillantez a su exposici¨®n, ni a causa de las evocaciones hist¨®ricas que su figura suscitaba, sino porque cuando Raimundo Fern¨¢ndez-Cuesta se esforzaba en convencer al hemiciclo de que lo que el proyecto de ley regula no son las asociaciones pol¨ªticas, sino los malhadados partidos, en el hemiciclo flotaban todav¨ªa recientes las palabras de la ponencia por boca de P¨ªo Cabanillas, llamando a los partidos pol¨ªticos por su nombre.
Fern¨¢ndez-Cuesta asegur¨® que Espa?a no necesita el parlamentarismo para ser un estado democr¨¢tico y de derechas. En varias ocasiones, el procurador aludi¨® con, iron¨ªa al r¨¦gimen vigente hasta ahora como un sistema de representaci¨®n org¨¢nica que no es respetado por el proyecto de ley, aun cuando se pretenda hacer pasar a los partidos por los cauces org¨¢nicos.
El se?or Fern¨¢ndez-Cuesta arranc¨® el primer aplauso cuando se?al¨® que tal procedimiento constitu¨ªa una trampa legal o un retorcimiento interpretativo que desbarata una base fundamental de nuestro sistema pol¨ªtico como es la representaci¨®n org¨¢nica.
Combati¨® la marginaci¨®n del Consejo Nacional y el intento de evaporaci¨®n del Movimiento.
Al referirse a la permanencia e inalterabilidad de los principios fundamentales, el se?or Fern¨¢ndez-Cuesta se?al¨® que no se trataba de una extravagancia de nuestro sistema. Cit¨®, a t¨ªtulo de ejemplo, los principios de libertad, igualdad y fraternidad de la Revoluci¨®n Francesa, e incluso la Constituci¨®n noruega.
El orador pareci¨® aludir a una reciente manifestaci¨®n p¨²blica del ministro Garrigues al rebatir que aquella permanencia signifique una hipoteca para las futuras generaciones. Arranc¨® un intenso aplauso cuando estim¨® que las energ¨ªas o la imaginaci¨®n pol¨ªtica debe encauzarse para perfeccionar el r¨¦gimen y no para destruirlo y volver al punto de partida, ?tendencia esta ¨²ltima que suele darse con frecuencia en la vida de los pueblos que parecen obligados a cambiar sus normas constitucionales cada generaci¨®n?.
Nuevos aplausos para el procurador cuando conden¨® la posibilidad de que se pretenda derogar los Principios Fundamentales ?mediante el procedimiento indirecto de aprobar leyes contrarias a los mismos?.
Nuevas ovaciones de gala obtuvo Fern¨¢ndez- Cuesta cuando, refiri¨¦ndose a quienes son contrarios a los partidos -entre los que se incluy¨® a ?muchas personas que ahora son defensoras de esos partidos?-, cit¨® a Jos¨¦ Antonio y a Franco, fundador del sistema, y cuando pregunt¨® si la necesidad del cambio radical y del procedimiento de urgencia utilizado para esta ley se debia al prop¨®sito de ?hacer est¨¦ril la muerte y los sacrificios de los que hicieron con ellos posible la creaci¨®n del R¨¦gimen ?.
Rechaz¨® las democracias parlamentarias y fue otra vez aplaudido cuando plante¨® el peligro de volver a formas pol¨ªticas ya ensayadas que, demostrar¨¢n su incapacidad para resistir el empuje del marxismo ?directa o solapadamente cubierto con la capa de la conciliaci¨®n nacional, marxismo que es el peligro real y efectivo que sobre nosotros pesa?.
Record¨® a Portela y su partido centrista en 1936 y pidi¨® que su recuerdo, as¨ª como el de las elecciones de 1931, no nos abandonen.
Reconoci¨® el se?or Fern¨¢ndez-Cuesta que alguna medida hab¨ªa que tomar a la muerte de Franco para perfeccionar y adaptar el sistema, pero sin cambiarlo. Neg¨® que fuera l¨®gico utilizar la legitimidad reformista para cambiar ¨¦l sistema, en el que precisamente se funda esa legitimidad.
Termin¨® el enmendante a la totalidad se?alando su lealtad a la Falange, que le imped¨ªa pronunciarse contra los partidos en servicio del pueblo y el Rey, ?como antes -concluy¨®- he servido a ese mismo pueblo y a Franco ?.
Casi un minuto dur¨® el aplauso de los procuradores, algunos de los cuales se pusieron en pie, y que acompa?¨® al se?or, Fern¨¢ndez-Cuesta, hasta su esca?o.
La lealtad de G¨ªas
El entusiasmo desbordado ante las palabras del viejo falangista baj¨® muchos grados cuando subi¨® a la tribuna Joaqu¨ªn G¨ªas, perteneciente tambi¨¦n al grupo parlamentario Acci¨®n Institucional, y quien reiter¨® muchos de los argumentos expuestos por Fern¨¢ndez-Cuesta.Aludi¨® a la retrogresi¨®n y grave negatividad del proyecto de ley y a los peligros de que se produzca una peligrosa erosi¨®n en la convivencia comunitaria.
Fue aplaudido cuando se?al¨® la sentencia que el proyecto de ley significa contra el sistema pol¨ªtico espa?ol.
Pidi¨® autenticidad para la reforma pol¨ªtica y anticip¨® lealtad a los ideales del R¨¦gimen.
Insisti¨® en que la Ley no debe aprobarse si s¨®lo se fundamenta en el art¨ªculo 16 del Fuero de los Espa?oles y no en toda la legalidad institucional.
Critic¨® que no se haya realizado previamente a esta ley la reforma constitucional y a?adi¨®, arrancando un aplauso: ?Adem¨¢s, si los partidos pol¨ªticos es bien notorio que est¨¢n ya por v¨ªa de tolerancia y de consentimiento en plena calle y a la luz p¨²blica, ?qu¨¦ urgencia es la que tan nerviosamente parece atosigar ciertas instancias? ?Por qu¨¦ no se nos explican con toda sinceridad sus motivos??
Por ¨²ltimo, se mostr¨® contrario a poner una vez m¨¢s patas arriba a Espa?a y termin¨® preguntando: ??Debemos volver a repetir la historia??
La hora del caf¨¦
La intervenci¨®n que se produjo a continuaci¨®n de Jos¨¦ Fern¨¢ndez de la Vega, perteneciente a Uni¨®n del Pueblo Espa?ol, debi¨® coincidir con el caf¨¦ de media ma?ana de numerosos procuradores. Gran cantidad de padres de la patria abandonaron el hemiciclo y se dirigieron a ambos bares de la C¨¢mara, dejando el Pleno con bastante menos de media entrada.Hicieron mal los procuradores, porque el parlamento de Fern¨¢ndez de la Vega -como ¨¦l le llam¨®- fue realmente curioso con abundantes latiguillos oratorios, que no lograron apenas m¨¢s que alguna aislada ovaci¨®n.
Hab¨ªa inter¨¦s adem¨¢s entre los procuradores, porque el se?or Fern¨¢ndez de la Vega hab¨ªa advertido en su enmienda escrita que explicar¨ªa in voce sus argumentos.
Pareci¨® que iba a hacerlo cuando declar¨®: ?Ha llegado el momento de decir la verdad esclarecedora que nos aparte de esta deleznable sinfon¨ªa de la confusi¨®n y sobre todo manejar los timbales que llamando la atenci¨®n del pueblo nos permita gritarle esa misma verdad, para que no pueda sentirse ni sorprendido ni enga?ado. ?
Sin embargo, le falt¨® concreci¨®n. As¨ª y todo, fue aplaudido cuando vincul¨® el resurgir de los partidos al deseo de unos pocos expertos y diplomados en el mangoneo de muchos y que hablan ya en nombre de, todos sin representar a nadie.
Hizo varias citas de Franco contrarias a los partidos y record¨® a quienes se encuentran en el Poder que no deben su mandato al pueblo, sino que Franco los fij¨®.
Tambi¨¦n cit¨® a Jos¨¦ Antonio y su discurso fundacional.
Otra cita m¨¢s trajo a colaci¨®n el se?or Fern¨¢ndez de la Vega. Se refiri¨® a Torcuato Fern¨¢ndez-Miranda, quien el 6 de noviembre de 1972, siendo ministro Secretario General del Movimiento, consider¨® certeras las tendencias, t¨¦rmino pol¨ªticamente inventado por Jos¨¦ Antonio Gir¨®n de Velasc¨® en Valladolid (quien ahora mostraba un rostro satisfecho). En aquella ocasi¨®n -dijo el se?or Fern¨¢ndez de la Vega-, el se?or Fern¨¢ndez-Miranda defini¨® el asociacionismo pol¨ªtico como ?la posibilidad de distintas corrientes o tendencias dentro del Movimiento, con fidelidad a los Principios, dentro de la unidad b¨¢sica de unas reglas aceptadas por todos y de un mismo campo de juego con pluralismo de equipos en el mecanismo de la acci¨®n pol¨ªtica?.
El aplauso al procurador son¨® como un sonoro, aunque ineficaz, voto de censura contra el presidente de la C¨¢mara.
Pasado este momento de tensi¨®n, Fern¨¢ndez de la Vega enumer¨® las normas fundamentales que el proyecto de ley transgrede y lleg¨® a la amarga conclusi¨®n de que ?este proyecto es, sobre todo, una argucia pol¨ªtica: prejuzgar con un proyecto anticonstitucional toda la reforma?.
Y de nuevo el orador volvi¨® al magisterio del entonces ministro Secretario General del Movimiento para decir con ¨¦l: ??No se trata de una especie de complejo de inferioridad que tenemos de parecernos a los pa¨ªses de Europa, a los pa¨ªses liberales, a los ejemplos de democracia, a los triunfadores de la ¨²ltima guerra, que no nos afectar¨¢n m¨¢s que en la medida que tenemos que cambiar??
Fue entonces cuando el se?or Fern¨¢ndez-Miranda se reserv¨® el uso de la palabra por alusiones personales, y obtuvo s¨®lo con ello un aplauso que acaso anulaba el anteriormente producido rubricando un ataque a su persona.
El se?or Fern¨¢ndez de la Vega habl¨® despu¨¦s de las excelencias del Movimiento y de las maldades del liberalismo y del marxismo y lleg¨® a presagiar a sus se?or¨ªas que los hijos de todos pueden verse marcados -dijo- por las siglas de una IBM ?como tambi¨¦n me rebelo -a?adi¨®- contra la posibilidad de que las generaciones presentes y futuras de espa?oles vivan en el terror esclavo de la checa o la deportaci¨®n?.
Termin¨® planteando la disyuntiva de defender ahora el R¨¦gimen diciendo no a los partidos pol¨ªticos o poner la patria a merced de ?las sociedades secretas, la masoner¨ªa, los intereses extranjeros?, para terminar cayendo en ?la dictadura marxista de la Plaza Roja de Mosc¨² o el tenebroso poder el capitalismo multinacional que se controla desde Wall Street?.
Un aplauso relativamente largo premi¨® la florida intervenci¨®n a continuaci¨®n de la cual, el presidente suspendi¨® la sesi¨®n, seguramente para permitir el relajo de los procuradores.
Meil¨¢n, comedido
Reanudada la sesi¨®n, contest¨® a los enmendantes a la totalidad, Jos¨¦ Luis Meil¨¢n, quien fue interrumpido por los aplausos en una sola ocasi¨®n: cuando elogi¨® a Fern¨¢ndez-Cuesta.Con tono que pretend¨ªa ser persuasivo, y que en ning¨²n caso result¨® hiriente, Meil¨¢n asegur¨® que el proyecto de ley no responde a intentos de simulaci¨®n, complejos de inferioridad ni a necesidad de lavarse en ning¨²n Jord¨¢n parlamentario, sino a la conveniencia de abrir las compuertas para que fluyan la vida del pa¨ªs sin desbordarla.
Manifest¨® que a juicio de la ponencia, no exist¨ªa contrafuero, que la no presentaci¨®n de este recurso contra el estatuto del 74, que se refer¨ªa tambi¨¦n a la participaci¨®n de las asociaciones en los procesos electorales, mostraba la no viabilidad del mismo.
Record¨® al presidente Carrero -del que Meil¨¢n fue colaborador como secretario general t¨¦cnico de la Presidencia del Gobierno-, quien dec¨ªa que la pol¨ªtica era la capacidad de meter el m¨¢ximo de futuro en el presente, y se?al¨® tambi¨¦n que los ideales de la Cruzada permanecen vigentes, aunque requieren nuevos modos pol¨ªticos.
Aludi¨® al 20 de noviembre de 1975, y dijo que el despu¨¦s de Franco, las instituciones, se ha transformado en despu¨¦s de Franco, la Instituci¨®n, refiri¨¦ndose a la Monarqu¨ªa, a la que debe prestarse el apoyo que Franco pidi¨® para ella en su testamento pol¨ªtico.
Solicit¨® en consecuencia una interpretaci¨®n no excesivamente pegada a la letra de las leyes y advirti¨® de la necesidad de que las asociaciones se preparen con tiempo para las elecciones.
Argument¨® tambi¨¦n que no existe una relaci¨®n necesaria entre los partidos pol¨ªticos y los males del r¨¦gimen liberal, y a?adi¨® que tambi¨¦n desde los partidos se puede luchar contra el marxismo.
El aplauso al ponente moderado fue convencional, pero extenso. En todo caso, permanecieron impasibles los se?ores Gir¨®n, Iniesta Cano y Campano, quien por cierto, ten¨ªa a su lado al se?or D¨ªez-Alegr¨ªa y aplaud¨ªa con entusiasmo.
R¨¦plicas
A continuaci¨®n hicieron uso del derecho de r¨¦plica el se?or Fern¨¢ndez de la Vega, quien no a?adi¨® argumentos nuevos, y el se?or Fern¨¢ndez- Cuesta, quien entusiasm¨® al auditorio, incluidos varios ministros, a juzgar por sus aplausos.Aludi¨® a la especialidad de las asociaciones pol¨ªticas, cuya actividad se encuadra en el Movimiento. Consider¨® esta diferencia vital tatuto del 74 y record¨® que entonces los defensores de las asociaciones dijeron que ¨¦stas no eran partidos y por eso los defensores de los partidos no aceptaron aquellas asociaciones.
Mostr¨® su preocupaci¨®n por la disgregaci¨®n a que los partidos pol¨ªticos nos conduce y la ruptura de la unidad de las clases y de los hombres que comportan.
Refiri¨¦ndose a la alusi¨®n hecha por Meil¨¢n al testamento de Franco, Fern¨¢ndez-Cuesta termin¨® su r¨¦plica recordando que en aquel documento se hablaba tambi¨¦n de permanecer alerta ante los peligros de disgregaci¨®n.
Los varios aplausos que jalonaron la intervenci¨®n de Fern¨¢ndez-Cuesta, terminaron en uno, largo e intenso, en el que participaron incluso, desde el banco azul, los ministros del Ej¨¦rcito, Trabajo e Industria, teniente general Alvarez Arenas y se?ores Sol¨ªs y P¨¦rez de Bricio.
En r¨¦plica, Meil¨¢n contraargument¨® que se trataba en el fondo, de un problema pol¨ªtico.
Respecto a la comparaci¨®n de la ley de partidos con el estatuto de 1974, se?al¨® que la ponencia s¨®lo la hab¨ªa utilizado a efectos de rechazar la acusaci¨®n de contrafuero, pero no pretendiendo establecer una identidad entre ambas.
Expres¨® su convicci¨®n de que las diferencias ideol¨®gicas existen y de que a la unidad se puede llegar de modo m¨¢s seguro integrando las diversas tendencias a trav¨¦s de los partidos pol¨ªticos.
Pidi¨® por ¨²ltimo, una interpretaci¨®n amplia de los textos constitucionales que sirven con la m¨¢xima flexibilidad para resolver el problema pol¨ªtico actualmente planteado al pa¨ªs.
A continuaci¨®n, el presidente de las Cort¨¦s levant¨® la sesi¨®n. Eran las 2 de la tarde. Muchos procuradores marcharon a comer en grupos, tal vez para planear la estrategia cara a la votaci¨®n. A esas horas, nadie se imaginaba todav¨ªa, a pesar de la intensidad del debate matinal, que los incidentes gruesos se producir¨ªan por la tarde.
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