Felipe Gonz¨¢lez, al frente del partido de Largo Caballero
-?Cu¨¢l es, a su juicio, la diferencia entre ruptura y reforma?-Creo que la ruptura es, sobre, todo un m¨¦todo racional y pac¨ªfico de conducci¨®n del pa¨ªs desde una estructura de poder dictatorial hasta un r¨¦gimen democr¨¢tico de convivencia. Como tal, comporta dos pasos que han de ser considerados como funda mentales, sin los que no podr¨ªa afirmarse la existencia de un r¨¦gimen democr¨¢tico.
Uno, de libertades b¨¢sicas para todos. Empezando por la libertad de los presos pol¨ªticos, pasando por las libertades individuales y colectivas, sin exclusiones ni arbitrariedades, tales como la de expresi¨®n o reuni¨®n, la de partidos pol¨ªticos y de organizaciones sindicales, y llegando hasta la libertad de los pueblos para que, conforme a nuestra realidad plurinacional, decidan su modo espec¨ªfico de articulaci¨®n en el Estado.
Otro, de iniciaci¨®n de un proceso constituyente a partir del cual, con plena soberan¨ªa, pueda decidir el pueblo c¨®mo han de conformarse, desde la base hasta la c¨²spide, todas las instituciones que regulan la convivencia democr¨¢tica. Cubrir estos dos objetivos es conseguir lo que la oposici¨®n entiende como ruptura democr¨¢tica.
La reforma debe ser entendida como un ensayo de transformaci¨®n, m¨¢s o menos profunda -seg¨²n los casos y los int¨¦rpretes-, de las leyes que han configurado la superestructura pol¨ªtica de la dictadura, a partir de sus mismas bases institucionales y no s¨®lo sin cambiar su esencia, sino sin perder el control del poder en el proceso transformador.
Lo que define sobre todo al proyecto reformista, y en ello no discrepan ninguno de los reformadores, es la negaci¨®n rotunda de la posibilidad de iniciar un proceso constituyente nuevo. Es decir, la negativa a someter a la soberan¨ªa popular, la decisi¨®n sobre la construcci¨®n institucional de un r¨¦gimen democr¨¢tico, escamoteando, por consiguiente, un pronunciamiento limpio y a fondo de la voluntad popular.
Los que propugnamos la necesidad de una ruptura institucional no violenta nos diferenciamos de los reformistas, incluso de los que lo son de buena fe, en nuestra profunda convicci¨®n de que, por una u otra v¨ªa, la ¨²ltima palabra sobre la ordenaci¨®n de la convivencia pol¨ªtica est¨¢ en manos del pueblo, sin mediatizaciones desp¨®ticas.
Sin embargo, la diferente posibilidad de utilizaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n de masas, sobre todo de la radio y de la televisi¨®n, controlados r¨ªgidamente por el poder del Estado, producen un efecto manipulador ante la opini¨®n p¨²blica, que trata de contraponer el reformismo a la ruptura, como dos m¨¦todos que conducen al mismo fin, diferenciados, al decir de los detentadores del poder, en que la reforma permite un tr¨¢nsito pac¨ªfico y la ruptura crear¨ªa violencia. A mi juicio, esto no todo es falso, sino que tiene exactamente la dimensi¨®n contraria.
-?No existe ninguna variaci¨®n en la actitud de la oposici¨®n ahora que se conoce un calendario de reformas?
-En cierta medida, el reformismo propugnado desde determinadas esferas del r¨¦gimen ha salido de una de sus m¨¢s graves contradicciones internas e intenta recuperar la iniciativa pol¨ªtica.
Durante los meses transcurridos, esta contradicci¨®n, que aparec¨ªa con plena evidencia, consist¨ªa en que los reformistas no reformaban. La presi¨®n popular, la opini¨®n p¨²blica nacional e internacional, el deterioro de la situaci¨®n socio-pol¨ªtica y econ¨®mica, y la aparici¨®n de un organismo unitario de la oposici¨®n, Coordinaci¨®n Democr¨¢tica, impulsaron a los reformistas a iniciar o poner a punto un cierto calendario de reformas.
Pero el mayor n¨²mero de contradicciones subsisten y la propia puesta en marcha del calendario va a aumentar considerablemente estas contradicciones.
-?Y por qu¨¦?
-En efecto, las reformas anunciadas son: - la posible realizaci¨®n de un refer¨¦ndum; - una Ley de Asociaciones, con la modificaci¨®n del C¨®digo Penal; - unas elecciones para una C¨¢mara Baja, por sufragio universal, emanada del refer¨¦ndum propuesto; - y una nueva ley electoral, cuyo contenido es totalmente desconocido.
-Pero, a la vez, algunos ministros empiezan a hablar de pacto. ?Qu¨¦ piensa de ello?
-En efecto, todo lo anterior est¨¢ matizado por una serie de declaraciones, realizadas desde el mismo poder, en las que se manifiesta la necesidad de un compromiso con los sectores de la oposici¨®n para garantizar la transici¨®n con el menor n¨²mero de traumas posibles.
Sin perjuicio de analizar los efectos pol¨ªticos de cada una de las medidas reformistas propuestas, podr¨ªamos destacar la falsedad del planteamiento pactista por parte del Gobierno, ya que m¨¢s que un compromiso pol¨ªtico, fruto de una negociaci¨®n, lo que se pretende es hacer tragar a la oposici¨®n, o peor todav¨ªa, a algunos sectores de la oposici¨®n, un programa que ni ha sido discutido con ella, ni tiene la l¨®gica interna que necesita la marcha a la democracia, ni est¨¢ legitimado por un m¨ªnimo consensus popular.
Se contin¨²a, pues, practicando una pol¨ªtica desp¨®tica, de o lo toman o lo dejan, a la vez que se muestra una clara debilidad anunciando la necesidad del compromiso. Pero, al mismo tiempo, las medidas propuestas adolecen de defectos espec¨ªficos en cada una de ellas, que analizados racionalmente niegan la posibilidad de que la reforma conduzca a la democracia.
-?Podr¨ªa darse un refer¨¦ndum v¨¢lido? Si este refer¨¦ndum no lo es, ?cu¨¢l ser¨ªa la actitud de la oposici¨®n?
-Prefiero empezar contestando a la segunda de las cuestiones, y partiendo de la hip¨®tesis de que este refer¨¦ndum no es, en efecto, v¨¢lido.
El refer¨¦ndum como m¨¦todo, incluso en los pa¨ªses con garant¨ªas democr¨¢ticas, ha sido sistem¨¢ticamente criticado, por las grandes ventajas que otorga al poder este tipo de consulta.
En todo caso, para que se d¨¦ una m¨ªnima credibilidad democr¨¢tica, a la hora de realizar una consulta popular de este tipo, habr¨ªan de darse los siguientes requisitos, exigidos no s¨®lo por nosotros, sino por amplios sectores de la oposici¨®n:
Primero, una libertad plena de partidos pol¨ªticos, que puedan expresarse a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n de masas -radio, televisi¨®n y prensa-; segundo, un control eficaz del censo electoral; tercero, un control asimismo eficaz de los resultados electorales.
Es inconcebible una consulta popular en la que las diferentes corrientes de opini¨®n no puedan ofrecer al pueblo sus orientaciones en igualdad de condiciones y, a la vez, puedan sentirse seguros de cu¨¢l es el n¨²mero de personas que votan y el resultado de la decisi¨®n de estas personas. Pero, adem¨¢s, y con ello entro a contestar a la primera de las cuestiones planteadas, el contenido del refer¨¦ndum debe ser limpio y ofrecer las distintas opciones que defienden los sectores de opini¨®n en que se dividen las fuerzas pol¨ªticas del pa¨ªs.
El gran caballo de batalla entre la oposici¨®n y el poder, a¨²n m¨¢s que la legalizaci¨®n de todos los partidos pol¨ªticos (que tambi¨¦n lo es), radica en si es necesario o no un nuevo proceso constituyente para situar a Espa?a entre los pa¨ªses considerados como dernocr¨¢ticos. A mi juicio, ¨¦ste es exactamente el contenido que debe darse a la consulta popular.
De todo lo anterior se deduce que aun poniendo a discusi¨®n que el refer¨¦ndum sea un m¨¦todo eficaz para conocer la voluntad popular, la oposici¨®n democr¨¢tica puede, y a mi juicio debe, ofrecer una alternativa a la actuaci¨®n concreta del poder pol¨ªtico, Poniendo de manifiesto ante sus conciudadanos las contradicciones internas de esa actuaci¨®n pol¨ªtica.
Yo discrepo de los que pretenden que la consulta popular verse sobre la cesi¨®n de poderes excepcionales al Jefe del Estado, para que lleve a cabo la convocatoria de elecciones generales, removiendo los obst¨¢culos que lo impidan. El camino hacia la democracia puede y debe ser protagonizado por el propio pueblo. Asimismo, me parecen poco racionales y poco explicables ante el pueblo los comportamientos que niegan toda posibilidad al refer¨¦ndum como medio para conducir a una alternativa democr¨¢tica.
Convencido de la evidencia de que no habr¨¢ un juego democr¨¢tico pleno en tanto que el pueblo no decida sobre la totalidad de las instituciones que regulan la vida de un pa¨ªs, sin embargo, creo ineficaz la estrategia de el todo o el nada, situ¨¢ndose al margen de la vida pol¨ªtica cotidiana.
De ninguna manera quiero conceder al poder la posibilidad de presumir, utilizando los medios de comunicaci¨®n de masas, de haber propuesto un m¨¦todo, aunque no perfecto, de consulta de la voluntad popular, y haber sido ¨¦ste rechazado por la oposici¨®n democr¨¢tica.
Como desde hace mucho tiempo, creo que al poder pol¨ªtico hay que responder no s¨®lo oponiendo una estrategia global alternativa a su proyecto reformista, sino denunciando paso a paso su actuaci¨®n pol¨ªtica contradictoria en el marco de este reformismo.
La pol¨¦mica es tan vieja como la de marxistas y aliancistas a partir de la Primera Internacional. Los primeros, conscientes de que las instituciones vigentes no eran las suyas, decidieron unir a su estrategia global una t¨¢ctica pol¨ªtica que tend¨ªa a aprovechar, utiliz¨¢ndola, las contradicciones y plataformas que ofrec¨ªa el tinglado institucional de la burgues¨ªa dominante.
Para los segundos, cualquier tipo de utilizaci¨®n de estas plataformas llevaba a la consolidaci¨®n y fortalecimiento de la burgues¨ªa dominante, y de ello se derivaba la absoluta negativa a cualquier participaci¨®n en esferas de ?legalidad burguesa?.
-Si no se dan las condiciones m¨ªnimas de credibilidad en el refer¨¦ndum, ?cu¨¢l ser¨¢ su actitud?
-Si, tal como se propone el Gobierno, el refer¨¦ndum va a consistir en ofrecer una alternativa entre el b¨²nker y el reformismo, entre un no que significa el m¨¢s absoluto inmovilismo, y un s¨ª que significa la aceptaci¨®n de un bicameralismo, calificado ya como ?bicamelismo?, la oposici¨®n democr¨¢tica, que previsiblemente no tendr¨¢ tan si quiera un estatuto garantizado de intervenci¨®n en la vida p¨²blica, permanecer¨¢ a margen de lo que va a ser denunciable como una farsa, como un camuflaje del aut¨¦ntico pronunciamiento popular.
-?De los contactos con algunos sectores del poder, no se puede deducir alguna posible negociaci¨®n en torno a ¨¦ste y otros aspectos?
-No. Creo que en el poder actual, o m¨¢s precisamente, en el Gobierno actual, se dan tal n¨²mero de contradicciones que hace imposible cualquier interlocuci¨®n v¨¢lida para una negociaci¨®n.
La lucha entre sectores ultraderechistas, sectores reformistas, que no quieren cambiar nada de lo esencial, y sectores sinceramente reformistas, conduce a una pol¨ªtica incoherente, que se manifiesta en las propias declaraciones ministeriales.
Unos ofrecen el paquete de reformas como algo que est¨¢ all¨ª y que es inalterable, otros los rechazan por ?fidelidad al pasado?, otros hablan de la necesidad de un ?pacto? sin poder ofrecer v¨ªa alguna de negociaci¨®n.
No obstante, los contactos con alguno componentes del equipo ministerial y con otros sectores del poder sirven para clarificar posiciones de los diferentes grupos pol¨ªticos y para ratificar lo que en su conjunto la oposici¨®n entiende por una verdadera, alternaltiva democr¨¢tica y puede ir sentando las bases para que alg¨²n d¨ªa se pueda negociar verdaderamente la transformaci¨®n democr¨¢tica.
-?Cabe, por tanto, alguna negociaci¨®n con el poder?
-Desde la oposici¨®n, desde Coordinaci¨®n Democr¨¢tica, se ha dejado perfectamente claro que es necesario llegar a un cierto compromiso con sectores del poder pol¨ªtico que realmente quieran ir a la democracia.
El problema es doble: por un lado, saber si existen algunos que realmente quieren la transformaci¨®n democr¨¢tica, cosa no del todo clara; por otro lado, la constataci¨®n de que el Gobierno actual no es, c¨®mo tal, interlocutor v¨¢lido para la oposici¨®n democr¨¢tica. Las declaraciones del presidente del Gobierno son suficientemente expresivas para verificar este hecho.
Si la crisis, a veces latente, a veces manifiesta, del poder pol¨ªtico se resuelve, homogeneizando a dicho poder, desplazando definitivamente a la ultraderecha inmovilista y a la burocracia pol¨ªtica de los que, quieren reformar para conservar, la hip¨®tesis de la negociaci¨®n de la alternativa democr¨¢tica no s¨®lo no es rechazable para la oposici¨®n, sino que ha sido defendida por ella.
Pero conviene decir que el tiempo apremia. Que contra los que hablan de un plazo corto de seis meses de vigencia o de existencia del Gobierno es necesario recordar que el tiempo hist¨®rico se acelera en ¨¦pocas de transici¨®n y, por consiguiente, de inestabilidad. Que para que un Gobierno, sea cual sea su representatividad, que la situaci¨®n vigente siempre ser¨¢ escasa, cubra su papel hist¨®rico en una etapa como la presente, ha de asumir plenamente su car¨¢cter transitorio.
-?Cu¨¢l ser¨ªa concretamente la f¨®rmula que usted aceptar¨ªa de consulta?
-Con las condiciones previas ya expuestas, la consulta ser¨ªa simplemente si el pueblo desea o no la convocatoria de elecciones generales para decidir con plena soberan¨ªa sobre su futuro.
Es una torpeza, con consecuencias a mi juicio graves, mezclar cuestiones como las de decisi¨®n indirecta sobre la institucionalidad del Estado, con ?reformas? de las leyes fundamentales que obliguen al pueblo a decidir entre b¨²nker y reformismo. ?Por qu¨¦ no se acepta por el poder el reto de que sea el pueblo quien decida si quiere reforma o ruptura?
-Si el refer¨¦ndum se realiza en los t¨¦rminos actuales y se pone en marcha el bicameralismo propuesto, ?cu¨¢l ser¨ªa su actitud?
-No queremos jugar con futuribles. Y mucho menos crear hipotecas sobre las decisiones de un Partido que las toma democr¨¢ticamente a partir de Congresos y a trav¨¦s de ¨®rganos de direcci¨®n emanados de ¨¦ste. Pero del an¨¢lisis que hicimos antes hay que deducir dos cosas: Una, la valoraci¨®n que nos merece un bicameralismo como el propuesto. Otra, la participaci¨®n o no en una C¨¢mara Baja, elegida por sufragio universal, pero carente de las facultades propias de un Parlamento en un pa¨ªs democr¨¢tico.
En cuanto a la primera, a mi juicio, un sistema bicameral en el que la C¨¢mara Baja, representativa de la voluntad popular, tenga el mismo poder que la C¨¢mara Alta, carente de representatividad; un sistema en el que los diputados o representantes de la C¨¢mara Baja no tengan el poder de poner en crisis al ejecutivo y mucho menos de designarlo, es la negaci¨®n de un sistema parlamentario. Puede conducir a una situaci¨®n realmente ca¨®tica, de enfrentamiento entre C¨¢maras y de permanente exigencia de cambios en profundidad para la consecuci¨®n del objetivo inexorable: la democracia.
En cuanto a la segunda, le contestar¨¦ con una experiencia hist¨®rica, sin que ello suponga prejuzgar nuestro comportamiento, y advirtiendo que no creo demasiado probable que llegue a estabilizarse el bicameralismo.
Pablo Iglesias fue el ¨²nico diputado, a principios de siglo, que los socialistas llevaron a un Parlamento, tambi¨¦n enormemente mediatizado, y su tarea fue la de denunciar el caciquismo, la manipulaci¨®n de las reglas del juego democr¨¢tico, y la necesidad de una profunda transformaci¨®n de las estructuras.
Su tarea me parece, en la perspectiva hist¨®rica de hoy, de un valor incalculable.
-?Cu¨¢l es el papel de Coordinaci¨®n Democr¨¢tica?
-Unidas las distintas fuerzas democr¨¢ticas en un organismo com¨²n para realizar e objetivo de la ruptura, Coordinaci¨®n expresa exactamente la necesidad de coordinar los esfuerzos entre partidos y organizaciones sindicales, que representan intereses muy diversos, incluso antag¨®nicos desde el punto de vista econ¨®mico, para el restablecimiento de la soberan¨ªa popular.
-?Cu¨¢les son sus relaciones con el PC?
-En contra de todas las especulaciones de ¨²ltima hora, las relaciones son cordiales y se establecen a trav¨¦s de Coordinaci¨®n Democr¨¢tica. Aprovecho la pregunta para dejar claramente sentado que nosotros no entraremos en eljuego de calificar a esta fuerza pol¨ªtica como no democr¨¢tica. Nuestra experiencia es que durante a?os est¨¢n luchando por las libertades democr¨¢ticas, soportando por ello ¨ªndices de represi¨®n de todos conocidos. Hoy y ma?ana, como una exigencia de nuestra condici¨®n de socialistas, lucharemos por la libertad y la legalidad del Partido Comunista. Como de todas las fuerzas que componen el espectro pol¨ªtico de nuestro pa¨ªs.
-?Establecer¨ªan una alianza de gobierno con los comunistas cuando se recuperasen las libertades democr¨¢ticas?
-Tanto los comunistas como nosotros somos conscientes de la necesidad de estabilizar democr¨¢ticamente este pa¨ªs, y pensamos que ser¨ªa un error pol¨ªtico cualquier tipo de alianza bilateral que pudiera provocar reacciones en sentido contrario que perjudicaran al proceso de estabilidad al que aspiramos.
-?C¨®mo ve la situaci¨®n econ¨®mica?, ?qu¨¦ alternativas podr¨ªan ofrecerse por un posible gobierno de orientaci¨®n socialista?
-La coyuntura econ¨®mica actual se caracteriza por la existencia de un c¨ªrculo vicioso: el Gobierno es incapaz de sacar la econom¨ªa de la situaci¨®n depresiva actual -con m¨¢s de 700.000 parados y una cuarta parte de la capacidad productiva inutilizada- sin exacerbar la inflaci¨®n por encima del 20% anual, y sin deteriorar la balanza de pagos de modo insostenible.
Un Gobierno de izquierdas deber¨ªa empezar por reactivar la demanda de consumo -abandonando la err¨®nea pol¨ªtica de salarios seguida a principios de este a?o-, mediante una progresi¨®n real del poder de compra de los trabajadores, unos subsidios de paro extendidos a la totalidad de los obreros que no tienen trabajo , mientras se alcanza el pleno empleo, y una elevaci¨®n del m¨ªnimo exento del impuesto sobre el trabajo personal. Al propio tiempo forzar¨ªa el gasto p¨²blico de inversi¨®n en la infraestructura y servicios Colectivos, para reactivar la demanda, sin generar con ello un volumen incontrolable de importaciones, como ocurrir¨ªa si se estimulase en exceso la inversi¨®n privada.
Villar Mir se equivoca cuando dice que la reactivaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola debe producirse med¨ªante el aumento del ahorro y de la inversi¨®n privada. Aumentar el ahorro a?adir¨ªa elementos depresivos y, por otra parte, con la c¨¢pacidad productiva infrautilizada en tan gran medida, las empresas no invertir¨¢n antes de que se recupere el poder de compra de las masas populares. ,
Un tercer elemento fundamental de la pol¨ªtica econ¨®rnica de un Gobierno progresista ser¨ªa, en una situaci¨®n como la presente, un acuerdo con los sindicatos para efectuar de manera Planeada una redistribuci¨®n de la renta en favor ole los trabajadores, que no generase presiones inflacionistas. Ello ser¨ªa m¨¢s factible cuanto mayor fuese la confianza de los trabajadores en el Gobierno, es decir, cuanto mayor fuese la representatividad y la identificaci¨®n de este Gobierno con la clase trabajadora.
Deber¨ªa aplicarse de modo eficaz el aparato fiscal, abriendo negociaciones -no mendicantes, sino en pie de igualdad pol¨ªtica con la CE- para obtener ayudas al desarrollo regional y a la balanza de pagos, que no supusieran ni condicionamientos pol¨ªticos ni servidumbres frente a las empresas multinacionades.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.