Los ingleses en la India
Nos hallamos en 1878. El honor de. un regimiento ingl¨¦s destacado en la India, se halla comprometido por el extra?o proceder de uno de sus oficiales obsesionado por el recuerdo de un compa?ero muerto y castrado en una operaci¨®n de reconocimiento. Tal obsesi¨®n da pie a una especie de venganza personal y noct¨¢mbula: acechar, sable en mano, los bungalows de sus compa?eros y castigar a las mujeres que traicionan la memoria de sus maridos muertos, hiri¨¦ndolas con sa?a all¨ª donde la espalda pierde su nombre aunque no sus atractivos, ciertamente. Tal proceder viene sugerido al vengador por un juego o deporte practicado por los ingleses en la India: la caza del cerdo, en el que dicho animal sirve de blanco y v¨ªctima, en circunstancias parecidas. El autor, por boca de sus personajes, explica a trav¨¦s de un paralelismo sui g¨¦neris las analog¨ªas filol¨®gico-morales que llevan al misterioso. vengador hasta situaciones comprometidas que acabar¨¢n implicando a dos j¨®venes camaradas reci¨¦n incorporados, uno como acusado, otro como defensor, al juicio que llena gran parte de la pel¨ªcula.
Culpable sin rostro
Seg¨²n la comedia de Barry England adaptada por Robert Enders.Direcci¨®n, Michael Anderson. Fotograf¨ªa, John Harris. M¨²sica, Stanh Myers. Int¨¦rpretes: Michael York. Richard Attenborough, Revord Howard, Stacye Kearch, Chrirstopher Plummer, Susanah York. Gran Breta?a. Policiaca. Local de estreno. Paz.
Teatro
Con tales mimbres polic¨ªaco-coloniales y siguiendo una tradici¨®n que evoca a los brit¨¢nicos los mejores d¨ªas de su pasado Imperio, Barry England ha escrito su comedia, adaptada despu¨¦s al cine por Robert Enders. Lo de adaptar es un decir, ya que el filme, salvo un par de breves salidas al exterior que bien pudieron quedar en boca. de sus, respectivos personajes, sigue, paso a paso, las formas teatrales. Quiere esto decir que el expectador asiste a una obra en tres actos bien diferenciados, amparados. por una buena decoraci¨®n e interpretados eficazmente, hasta donde la obra lo permite., que viene a ser toda su primera parte, donde la t¨¦cnica habitual de intriga y enigma le con. sus m¨¢rgenes recoconocidos de eficacia. Hay tambi¨¦n en ella un aliciente a su favor que es preciso anotar en el haber positivo del realizador: cierto humorismo con que la historia se nos cuenta y que el p¨²blico agradece. L¨¢stima que, rumbo al desenlace, realizaci¨®n e historia se precipiten por la cuesta abajo de los trucos f¨¢ciles, de l¨¢grimas, vagos conceptos sobre honor y compa?erismo, sorpresas demasiado evidentes 3, m¨²sicas siniestras. Se dir¨ªa que incluso los actores juegan a ser actores, esperando con rigor profesional a que acabe la fiesta.Como en todas las obras de esta ¨¦poca hay un velado desd¨¦n por la mujer que aunque humillada por un paranoico, tambi¨¦n. se humilla a su vez, reconociendo en cierto modo su inferior condici¨®n, cuanto mayor es el mimo formal de que se la rodea. Tampoco faltan los hind¨²es amigos -amigos de los ingleses, claro est¨¢-, cuya mayor gloria es haberles servido en la, guerra durante sucesivas generaciones. De los otros, de los ?le fuera, nada se dice, aunque poco importa. La India de hoy es, como todos sabemos, algo m¨¢s que ese jard¨ªn por donde nuestro personaje pasea sable en, mano dispuesto a pinchar donde se dijo. La Uni¨®n India es un Estado independiente de casi setecientos millones de habitantes, que adem¨¢s, curiosamente, gobierna como primer ministro, una mujer crecida y forjada en los oscuros tiempos coloniales.
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