El Rey y el Pr¨ªncipe en las maniobras de Segovia
Por primera vez, en sus cortos a?os de edad, el pr¨ªncipe Felipe ha vivido una jornada aut¨¦nticamente militar al acompa?ar a su padre, don Juan Carlos, a las maniobras hispano-francesas ?Galia V?, que se han desarrollado en Segovia.El Rey y su hijo llegaron a la zona de las maniobras, en Valverde de Mojano, en sendos helic¨®pteros. Acompa?aban al Rey el vicepresidente del Gobierno para la Defensa, teniente general D¨ªaz de Mend¨ªvil y el ministro del Ej¨¦rcito, teniente general Alvarez Arenas.
En la zona de operaciones se encontraban, entre otros, el jefe del Alto Estado Mayor, los capitanes generales de la Primera Regi¨®n Militar y el director general de la Guardia Civil, tenientes generales Fern¨¢ndez Yallesp¨ªn, Vega Rodr¨ªguez, Gutierrez Mellado y Campano. Tambi¨¦n hab¨ªa sido invitado el embajador franc¨¦s, Jean Fran?ois Deniau.
M¨¢s de 3.300 hombres han intervenido en el simulacro b¨¦lico, junto con 22 helic¨®pteros, 15 aviones de transporte y varios reactores Northrop F-5. La aportaci¨®n francesa ha supuesto 821 hombre, 10 helic¨®pteros y cuatro aviones de transporte. El supuesto objetivo de esta fuerza fue realizar un desembarco paracaidista en la zona de Segovia, con intenci¨®n de ocupar su zona industrial para conseguir una concentraci¨®n de fuerzas ?enemigas? que sirviera de distraci¨®n a ¨¦stas con respecto a otras ¨¢reas inmediatas en las que, supuestamente, hab¨ªa de conseguirse una gran operaci¨®n de reagrupamiento de efectivos.
Los primeros paracadistas saltaron alrededor de las diez de la ma?ana. El pr¨ªncipe Felipe sustituy¨® r¨¢pidamente los peque?os gemelos que llevaba colgados al cuello por los grandes binoculares de campa?a instalados en el observatorio. ?Mira, pap¨¢, parecen setas!, dijo al ver descender los primeros paraca¨ªdas; su inter¨¦s no decay¨® ni un momento, y tan pronto preguntaba a su padre sobre los detalles de la operaci¨®n como al general que se encontraba m¨¢s a mano.
Una representaci¨®n del pueblo de Valverde de Majano se acerc¨® a entregar a don Juan Carlos algunos obsequios t¨ªpicos de la regi¨®n y una placa que conmemoraba su presencia all¨ª. A Felipe le regalaron un pa?uelo, que ¨¦l anud¨® a su cuello inmediatamente y guard¨® otros dos para sus hermanas. M¨¢s tarde comer¨ªa las jud¨ªas con chorizo del rancho del d¨ªa y recibir¨ªa, entre risas, las boinas de paracaidistas espa?oles y franceses que le regalaron, y que le estaban, naturalmente, grandes.
Felipe vivi¨® intensamente su primera jornada militar. Su presencia fue la noticia del d¨ªa, mientras las operaciones militares se llevaban a cabo con la exactitud prevista y sin incidente alguno.
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