Triunfo y cogida de Poveda
El festejo del domingo tuvo dos partes bien diferenciadas, incluso se dir¨ªa que estaba compuesto por dos novilladas distintas, si tomamos de referencia; como por otra parte ser¨ªa l¨®gico, al ganado, y tres, si nos atenemos a la climatolog¨ªa. La primera parte tendi¨® a la becerrada. La segunda, a corrida de toros verdadera. Se ve que en las Ventas son dif¨ªciles los t¨¦rminos medios. El final no pudo ser fiesta, ni nada, pues sobrevino el meteoro, se desencadenaron los elementos, y era tan dif¨ªcil torear como contemplar lo que suced¨ªa en el ruedo.El novillo que abri¨® plaza largo y cornal¨®n y astifino como todos, estaba fam¨¦lico. Los dos siguientes daban la apariencia de abecerrados. Parte del p¨²blico protest¨® esta presentaci¨®n y rest¨® importancia a lo que hac¨ªan los espadas. Pero los tres animalitos ten¨ªan genio. Alfredo Herrero perdi¨® dos veces el capote en las ver¨®nicas de recibo al que abri¨® plaza, y en la ¨²ltima opt¨® por echar a correr y tirarse de cabeza al callej¨®n. Su faena de muleta fue mala. El novillo, que no ten¨ªa m¨¢s problemas que el genio dicho y tambi¨¦n la falta de fuerzas, que le hac¨ªa defenderse, era noble, y Herrero no supo aprovechar esta circunstancia. Dio muchos derechazos sin sentido con la tela retrasada y abundaron los desarmes. A Pedro Somolinos le correspondi¨® otro novillete noble, que le volte¨® en un quite por chicuelinas porque se lo ech¨® encima al ejecutar el lance. Con la muleta dio docenas de derechazos. Sol¨ªa empezar con un molinete y luego ven¨ªan las tandas de pases, en general aseado, pero sin vibraci¨®n alguna. Cuando, ya en las postrimer¨ªas de la faena, quiso torear con la izquierda, se encontr¨® con que el novillo empezaba a estar gazap¨®n y le descolocaba. Hemos hablado de docenas de pases. ?Para qu¨¦ tantos? Porque ocurri¨® que la casta de la res acab¨® imponi¨¦ndose y al final del trasteo, sobre todo con la espada, anduvo Somolinos aperreado.
El domingo se lidiaron en las Ventas cinco novillos de Jos¨¦ Samuel Lupi y uno (el sexto) de Sotillo, para Alfredo Herrero, Pedro Somolinos y Antonio Poveda, de Albacete, debutante
Herrero.- Desconcertado tanto en el f¨¢cil primero como en los dif¨ªciles cuarto y sexto (¨¦ste lo mat¨® por cogida de Poveda). en el primero, dos pinchazos, media atravesada y contraria, y descabello. En el cuarto, estocada que asoma por el brazuelo, tres descabellos (aviso), otros tres descabellos, pinchazo a paso de banderillas y cinco descabellos m¨¢s. En el sexto, dos pinchazos en los que tira la muleta y estocada baja (silencio en los tres). Somolinos.- S¨®lo aseado en el pastue?o segundo. Pinchazo, estocada atravesada (aviso) y dos descabellos (m¨¢s pitos que palmas y saludos). Ali?¨® en el quinto, en medio de fuerte lluvia y viento. Pinchazo, media baja y dos descabellos (silencio). Poveda.- Faena por naturales, bien ligados, al tercero, de magn¨ªfica embestida. Result¨® cogido al entrar a matar. La estocada qued¨® atravesad¨ªsima y asomaba por la barriga. Un descabello (oreja). Los novillos.- Los tres primeros, insignificantes de presencia (los dos primeros apenas fueron picados), resultaron muy boyantes y mostraron casta. Los tres restantes tuvieron trap¨ªo y llegaron con genio a la muleta. Quinto y sexto derribaron. Todos cabecean o se iban sueltos de los caballos. Los seis eran cornalones y astifinos. Otros factores.- Presidi¨® bien el se?or M¨ªnguez. Poveda sufre cornada de diez cent¨ªmetros en el muslo derecho, con destrozos en m¨²sculo recto anterior, y llega a espina il¨ªaca. Contusiones en cr¨¢neo y cara. Pron¨®stico menos grave.
El triunfo fue para Antonio Poveda, con otro animalillo sin presencia, pero que mejor¨® la pastue?a embestida de los anteriores. Con el capote, no hizo absolutamente nada el debutante. Con la muleta, en cambio, lig¨® naturales hasta hartarse. Este fue su gran m¨¦rito: ligar. Pase a pase no hubo apenas ninguno que tuviese, relieve. En conjunto, en cambio, el muleteo posey¨® unidad, ya se ha dicho, que ligaz¨®n tambi¨¦n, temple, reposo, m¨¢s la variedad de alg¨²n que otro molinete, alg¨²n que otro afarolado, si bien es verdad que el novillo, suave y boyante, colabor¨® en todo como no podr¨ªa pedirse m¨¢s. Dudo, no obstante, que la faena fuese de orejal y menos a¨²n la estocada, que qued¨® asomando la barriga. Pero el torero sali¨® cogido y herido al cruzar, en una voltereta tremenda, y la emoci¨®n lleg¨® all¨ª a su momento culminante.
Los otros tres novillos ten¨ªan gran trap¨ªo, tanto c¨®mo muchas corridas de toros de las que se ven por ah¨ª o m¨¢s. Herrero estuvo a la defensiva en el cuarto y lo mat¨® fatal. Luego vino el Ventarr¨®n, la lluvia, la gente corr¨ªa por los tendidos. Somolinos, en el quinto, y otra vez Herrero, en el sexto, bastante hicieron con ali?ar, pues en aquellas condiciones no era posible ni conveniente intentar el toreo, Ambas reses, las m¨¢s fuertes, derribaron. Al ¨²ltimo tercio llegaron con genio. Ser¨ªa excesivo pedirles a unos novilleros que pasaron apuros con el g¨¦nero abecerrado que se jugaran el tipo con esas otras reses, duras y de presencia, mientras el p¨²blico estaba pendiente de huir del agua, sin tener siquiera en cuenta que, en el ruedo, las cuadrillas se jugaban la vida.
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