Socialismo y socialdemocracia
Una pol¨¦mica publicada por la revista Cambio 16 entre J. Julio Feo, de un lado, y Virgilio Zapatero, Francisco Bustelo y C¨ªriaco de Vicente, de otra, obliga a los socialistas democr¨¢ticos a refutar las observaciones de los ¨²ltimos, que casi se presentan cual si se tratara de la opini¨®n oficial del Partido Socialista Obrero Espa?ol (PSOE), en su rama denominada moderna.La tesis esencial de los ?presuntamente ortodoxos? es ?que debe quedar bien claro que para considerar socialista a una persona, a un grupo, a un partido, no basta con la solemne declaraci¨®n de fe socialista que cada uno haga de s¨ª ... ?. Fund¨¢ndose en esos supuestos, los ?presuntamente ortodoxos? niegan el car¨¢cter socialista a la socialdemocracia alemana y al socialismo sueco, y si bien no mencionan a los socialistas ingleses, austriacos, noruegos, daneses, holandeses, ni a la socialdemocracia italiana, podr¨ªa deducirse que ninguno de esos partidos deber¨ªa ser considerado como socialista, seg¨²n el criterio exteriorizado de forma suficientemente clara por los ?presuntamente ortodoxos? m¨¢s arriba rese?ados.
Se deduce de la conclusi¨®n anterior que Zapatero, Bustelo y de Vicente se consideran con autoridad suficiente para ?alterar el diccionario? y negar la denominaci¨®n de socialista a los partidos que as¨ª se nombran a s¨ª mismos, introduciendo una enorme confusi¨®n que se sumar¨¢ a la ya muy grande que sufre la pol¨ªtica espa?ola. Bastar¨ªa esta observaci¨®n para descalificar los t¨¦rminos pol¨ªticos de los ?presuntamen.te ortodoxos?, ya que pretenden -nada menos- que denominar a su manera a lo que millones de personas nombran de otra, reiter¨¢ndose diariamente ese nombre en los peri¨®dicos, discursos, libros y otros medios de difusi¨®n. Me atrever¨ªa a criticarles por ese intento de resolver los problemas a su favor, mediante el uso de la sem¨¢ntica, y espero que no pretenderan que se suprima el nombre de socialista a los partidos anteriormente mencionados, simplemente porque as¨ª lo desean, para reforzar sus muy particulares posiciones.
La sem¨¢ntica de los se?ores Zapatero, Bustelo y de Vicente'carece de toda justificaci¨®n desde el punto de vista de los usos y costumbres -?qu¨¦ dir¨ªa un proletario espa?ol sobre la negativa a considerar socialistas a los miembros del partido sueco, a los que admira?- pero la tiene menor a juzgar por otras afirmaciones que realizan, de las que se deduce lo que es para ellos el socialismo.
'Ya hace falta valent¨ªa para considerar que el socialismo no tiene m¨¢s que una definici¨®n y, por tanto, que es f¨¢cil determinar si un sistema o un partido es o no socialista, puesto que hay pocas palabras con tan diverso significado como el ?socialismo?. Este incluye, por igual, a la Alemania socialdem¨®crata del Oeste que a su hom¨¦nima presuntamente democr¨¢tica del Este; a la Rusia sovi¨¦tica, como a su odiada China; a la Yugoslavia de la autogesti¨®n como a la Albania maoista. Incluye tambi¨¦n al origen vivo de todo socialismo -bien que nos pese- que fue el imperio de los Incas, cuya organizaci¨®n es el antecedente de la Utop¨ªa de Tom¨¢s Moro y de La Ciudad del Sol de Campanella. Pretender, en tal caso, que no hay sino una definici¨®n del socialismo, cuando se encuentran decenas de ellas en cualquier estudio anal¨ªtico, es olvidar -?deliberadamente? que Griffith reuni¨® en un librito 261 definiciones distintas de aquel vocablo.
Si nuestros ?presuntamente ortodoxos? olvidan los problemas de la sem¨¢ntica, no por ello aciertan tampoco en la definici¨®n de ?qu¨¦ es el socialismo?. El socialismo es, sencillamente, lo que la inmensa mayor¨ªa de las gentes denominan socialismo en el d¨ªa de hoy, lo que est¨¢ determinado en buena parte, por los programas y pol¨ªtica de los partidos socialistas principales del mundo, y por las opiniones de la mayor¨ªa de los tratadistas. Nuestros autores niegan taxativamente esta conclusi¨®n. Dicen: ?... afirmar que la socialdemocracia, versi¨®n sueca o alemana, sea socialista porque una y otra est¨¢n en la Internacional Socialista... nos parece, per se, un argumento err¨®neo, ya que hay organizaciones que no est¨¢n en ella y, en todo caso, una simplificaci¨®n excesiva?.
Nuestros autores pasan, poco m¨¢s tarde, a mostrar lo que para ellos es la prueba definitiva del socialismo: ?La socializaci¨®n de los medios de producci¨®n previa la conquista del poder?.
?Aceptar¨ªa esa definici¨®n del socialismo alg¨²n partido de ese nombre en Europa Occidental? Por supuesto que no. Los partidos socialistas en esa Regi¨®n ya no se preocupan de la propiedad colectiva de todos los medios de producci¨®n, cual parecen desear nuestros ?presuntamente ortodoxos?. Es m¨¢s, la rechazan abiertamente, como no pueden ignorar los se?ores Zapatero, Bustelo, y de Vicente, si se molestan en seguir con una m¨ªnima atenci¨®n los- escritos socialistas del presente. Un profesor de la Sorbona -Jacques Droz- culmina su extensa obra sobre el socialismo democr¨¢tico que cubre el per¨ªodo 1864-1960, afirmando lo siguiente: ? Los programas que han sido publicados por los partidos socialistas as¨ª como numerosas declaraciones de hombres de estado dejan entender que el socialismo ha abandonado todo lo que pudiera atarlo a la ideolog¨ªa marxista; se ha pronunciado formalmente por el mantenimiento de la propiedad privada, contra la socializaci¨®n de los medios de producci¨®n y aun contra una plar¨¢ficaci¨®n demasiado acentuada; se ha llegado hasta hacer reserias respecto a la ,participaci¨®n obrera en la gesti¨®n de las empresas?.
Si seg¨²n nuestros ?presuntamente ortodoxos: ?el PSOE, como partido de clase es, al menos hoy, un partido marxista, lo colocan en una situaci¨®n diferencial respecto a sus partidos europeos hom¨®nimos. Si ello no impide al PSOE financiarse con los dineros que puedan enviarle esos partidos (que seg¨²n los se?ores Zapatero,
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Bustelo, y de Vicente, son tan reaccionarios que s¨®lo podr¨ªa admitirse en el PSOE con grandes recaudos a los que mantienen la misma ideolog¨ªa que ellos), yo me permitir¨ªa un nuevo ejercicio de sem¨¢ntica cambiando la S de PSOE por la C de comunista.
El error de nuestros presuntos socialistas surge de que los cuarenta a?os de aislamiento pol¨ªtico de Espa?a parecen haber afectado a las lecturas, que tambi¨¦n arrojan un atraso de cuarenta a?os. Los partidos socialistas de Europa Occidental han arrojado al marxismo por la borda, por el desprestigio del sistema sovi¨¦tico en cuanto a la salvaguardia de los derechos humanos fundamentales y a causa de que las proposiciones principales de Marx no resisten hoy un an¨¢lisis met¨®dico, pero nuestros presuntos ortodoxos no parecen haberse enterado.
El socialismo de Marx, que ¨¦l mismo calific¨® de cient¨ªfico, a causa de establecer para la Historia m¨¦todos de: investigaci¨®n reservados a las ciencias naturales y proposiciones sobre el futuro econ¨®mico de la sociedad moderna (que han resultado falsas en su mayor¨ªa), han obligado a los partidos socialistas, que han conquistado entretanto, con su pol¨ªtica reformista, enormes ventajas para los trabajadores, a cambiar totalmente de ideolog¨ªa sin que por ello hayan dejado de ser socialistas. Han dejado, simplemente, de ser ?socialistas pretendidamente cient¨ªficos?, ya que conocen las contradicciones inmensas entre el primero y el tercer tomo de El Capital de Marx (en este se echa por la borda la plusval¨ªa) y han vuelto a lo que siempre alent¨® a los socialistas que Marx calific¨® de ut¨®picos: al socialismo humanista.
Yerran, adem¨¢s, los se?ores Zapatero, Bustelo y de Vicente cuando suponen que la tradici¨®n marxista del PSOE es innegable. Yerran cuando afirman que ?una tendencia (pol¨ªtica) que postulara sin m¨¢s un gradualismo desarrollista, estar¨ªa en abierta contradicci¨®n con el programa e ideario del PSOE, con su historia, con su presente y esperamos que con su futur?. Yerran, por cuanto la tradici¨®n hist¨®rica del PSOE es el humanismo y la libertad, postulados que no parecen preocupar en alto grado a nuestro ?presuntamente socialistas?. En efecto, hace pocas semanas se ha editado de nuevo la obra de aquel preclaro socialista que fue D. Fernando de los R¨ªos, titulada, ?El sentido humanista del socialismo?. Quienes tenemos -por desgracia- algunos a?os, recomendamos - el famoso -di¨¢logo entre el mismo D. Fernando y Lenin, en el cual el primero pregunto:
??Y la libertad??, contestando Lenin: ?libertad; ?para qu¨¦?? ?Qu¨¦ otras ideas sino las socialdem¨®cra de toda clase de agravios, tan pronto pudieron expulsarle del Gobierno los comunistas. -Cuando el ej¨¦rcito republicano pas¨® a Francia, pocos kil¨®metros antes de la frontera francesa hubo una cierta ?liquidaci¨®n? de socialistas y republicanos, por los verdugos del Partido Comunista, hecho que se repiti¨® al fin-de4a ocupaci¨®n alemana, con los socialistas residentes en Francia, seg¨²n ha expuesto con detalle Rodolfo Llopis recientemente en el prensa espa?ola. El SERE, entidad organizada para la evacuaci¨®n hacia Am¨¦rica de los exiliados en Francia, concedi¨® todas las ventajas a los comunistas, debiendo organizar Indalecio Prieto, en competencia, el JARE-
Los socialdem¨®cratas querernos impedir esos hechos en el futuro, manteni¨¦ndonos en la l¨ªnea de la mayor¨ªa, de lo! Partidos Socialistas de la Europa Occidental; no queremos un Partido Socialista que, como el italiano, brinde en bandeja el triunfo del Partido Comunista o que como los de Chile y Portugal hagan imposible la realizaci¨®n del socialismo, por intentar marchar m¨¢s lejos de lo que permit¨ªan las circustancias. Si hubiera habido en Espa?a un Partido Socialdem¨®crata antes de la guerra civil no habr¨ªa ocurrido la entrega de las juventudes del PSOE al Partido Comunista, prop¨®sitos que parecen constituir de nuevo un peligro.
Los se?ores Zapatero, Bustelo y de Vicente podr¨¢n negar el car¨¢cter socialista a los alemanes, suecos y, por supuesto, a los socialistas democr¨¢ticos de Espa?a; creo estar en mi derecho en negarme a mi vez, la condici¨®n de socialistas y pensar que el apelativo que les conviene es el de miembros de la ?octava internacional? ya que las existentes hasta la cuarta, les deben parecer muy insuficientes.
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