Tiempos modernos
Un anciano de setenta a?os, Florencio Barrag¨¢n Montero result¨® muerto en atropello, en la tarde de ayer, frente al n¨²mero 82 de la calle Ascao. El suceso fue presenciado por numerosos vecinos de la zona de Hermanos Garc¨ªa Noblejas. M¨¢s de medio centenar de personas se agruparon ante el cuerpo de la v¨ªctima, como muestra la instant¨¢nea gr¨¢fica. Ni?os, ancianos y adultos de diferentes edades, algunos de ellos con los brazos cruzados, adoptan, en la fotograf¨ªa, posturas de escepticismo, gestos resignados y hasta se adivina en algunos rostros matices de crispaci¨®n o desesperanza. La escena, por habitual, ya no resulta sorpresiva, pero cuesta asimilarla. La ciudad, Madrid, vive entregada a los artefactos desde hace tiempo. La mecanizaci¨®n, la fiebre de la m¨¢quina, el tiempo de las bielas y los neum¨¢ticos, anuncian una suerte de holocausto en la que el transe¨²nte se siente desprotegido y agredido por todas partes. Las calles no le pertenecen. La civilizaci¨®n met¨¢lica le concede pasos de cebra y sem¨¢foros programados para tendones de atletas. Los coches aparcan en las aceras e imponen la ley de la velocidad y la fuerza en las calzadas. Al peat¨®n, a cambio de eludir la posibilidad de muerte, se le exigen prisas y reflejos orquestados por la batuta consumista. Las piezas de las m¨¢quinas diab¨®licas que mostraba Chaplin en ?Tiempos Modernos?, ya no suenan a an¨¦cdota.
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