La Casa de Misericordia y la ley del embudo
Desde que empezaron los sanfermines hemos destacadoa diario la magn¨ªfica presentaci¨®n de las corridas y la labor de selecci¨®n que a estos efectos ha llevado a cabo la Casa de Misericordia, organizadora de los festejos. Pero aqu¨ª est¨¢ otra realidad: llegaron las figuras y ya tenemos en pleno vigor la ley del embudo, porque para ellos, por lo menos para los dos que hicieron el paseillo ayer, vino un ganado indecoroso y hasta el esc¨¢ndalo. Pues esc¨¢ndalo es que los veterinarios se vean precisados a examinar veinte ejemplares para aceptar seis, de los cuales cuatro jam¨¢s debieron darse por v¨¢lidos en una feria como la de Pamplona, que pomposamente se denomina ?del toro?.La Casa de Misericordia puede apuntarse este petardo, y en regla, porque nadie cree que el trato de favor a las figuras, sobre todo a las organizaciones, que esas figuras llevan detr¨¢s, sea simplemente una casualidad. La Feria del Toro es ejemplar y merece todos los elogios, que aqu¨ª no se han regateado, sino al contrario, si efectivamente es feria del toro para todos. Pero echarles el toro-toro a los espadas de menos exigencias, al amparo del purismo y de la dignidad de la plaza y el perro a los pupilos de las sociedades poderosas es, un compadreo y una demagogia de muy bajo nivel.
En la sexta corrida de los sanfermines se lidiaron cuatro toros de Ram¨®n S¨¢nchez, uno de Arranz, y otro del Marqu¨¦s de Domecq
Ni?o de la Capea: Pinchazo en el que tir¨® la muleta, y estocada desprendida (pitos). Pinchazo trasero y bajo y dos descabellos (protestas). Pinchazo y estocada desprendida (oreja). Paco Alcalde: Estocada atravesada y tres descabellos (vuelta al ruedo). Estocada contraria atravesada y descabello (oreja). Media estocada atravesada y dos descabellos (pitos). Luego, dos individuos le levantaron a hombros y dio as¨ª la vuelta al ruedo con divisi¨®n de opiniones). Los toros: En el primero, impresentable, flojo y borrego, se simul¨® la suerte de varas. El segundo, de Arranz, anovillado, recarg¨® en un puyazo y luego se quit¨® el palo en dos picotazos; fue flojo y bondadoso. Tambi¨¦n en el tercero, otro bicho indecoroso, se simul¨® el primer tercio; en la muleta, revoltoso y derrota. El cuarto, tan desmedrado como los anteriores, se quit¨® el palo, floje¨® de remos y fue muy noble. El quinto, de Domecq, colorao, serio, hondo y cornal¨®n, recibi¨® duro castigo en una vara que tom¨® con gran estilo, total fijeza, romane¨®; dos encuentros m¨¢s se simularon; toreable. El sexto, largo, serio y bien armado, alegre y rijo en un fuerte puyazo trasero con la salida tapada, se quit¨® el palo y se fue de la suerte en dos varas m¨¢s; acab¨® congenio y media arrancada
Esta tarde saltar¨¢n al ruedo los pablorromeros y ma?ana los de Torrestrella, que esperamos estar¨¢n en l¨ªnea con el trap¨ªo espl¨¦ndido de las cinco primeras corridas. Pero ayer los veterinarios echaron atr¨¢s una corrida rid¨ªcula de Arranz, otra de Francisco Galache, y dos toros de Ram¨®n S¨¢nchez, y de los que pasaron el reconocimiento, cuatro no val¨ªan un duro a ojos vista. Y todo ello, para mayor gloria, se supone, del Ni?o de la Capea, a quien administra la poderosa casa Chopera; de Manzanares, a quien administra la poderosa empresa de Madrid, y de Alcalde, a quien administra el poderoso Camar¨¢. Luego, Manzanares, que ya tiene amartillado un gran triunfo en esta plaza,, no vino a revalidarlo por una leve lesi¨®n, y nos quedamos con un mano a mano para contemplar la mayor ristra de vulgaridades que puede ofrecerse en un ruedo.
Porque aqu¨ª hay otra realidad: se podr¨¢ torear peor que- como lo hicieron el Ni?o (que de ni?o nada) y Alcalde, no lo dudo, pero ser¨¢ dif¨ªcil conseguirlo. Los banderazos se sucedieron toro a toro, unas veces con refrendo de pitos y otras de ovaciones, seg¨²n como estuviera el ambiente; de capa s¨®lo vimos acciones a la defensiva y no s¨¦ si tres o cuatro docenas de chicuelinas, porque resulta que estas figuras, tan figuras, no saben torear con el capote, ni tienen repertorio, el cual empieza y termina en la chicuelina, tan trapacera adem¨¢s, que si levantase la cabeza el pobre Chicuelo, le daba un vah¨ªdo; en banderillas, tres alucinantes tercios a cargo de Paco Alcalde, que corri¨® cuanto hay que correr, se meti¨® en el bolsillo a las pe?as porque, eso s¨ª, es el atleta del garapullo, y daba lo mismo que cuadrara a la altura de los costillares, o los palos quedasen por los bajos, o s¨®lo colocara uno, pues se aplaud¨ªa todo igual. Al amparo de estas efusiones se le dieron por buenos dos movidos trasteos a sendos perritoros, en los que abundaron los rodillazos
m¨¢s de (las veces se tiraba de rodillas cuando ya hab¨ªa pasado la cabecica del torico), molinetes, giraldillas y toda la gama inventada para encandilar a la galer¨ªa. Pero cuando tuvo delante un toro de verdad, cual el sexto, peg¨® la pantada y despu¨¦s de quitarle las moscas, lo caz¨® con habilidad en la suerte de s¨¢lvese quien pueda.
Otro toro, el quinto -y en verdad que ten¨ªa cuajo y muy desarrolladas defensas, tom¨® adem¨¢s con gran estilo un fort¨ªsimo puyazo-, le correspondi¨® al Ni?o de la Capea, quien al principio del muleteo sigui¨®, como en toda la tarde, sin rematar un solo pase
y sin encontrar sitio para ligar dos muletazos. Pero sobrevino una cogida impresionante, afortunadamente sin consecuencias y se levant¨® encorajinado, para citar base de colocarse a un palmo de pitones en largas porf¨ªas, con cual naturalmente no pudo torrear pues ahogaba la embestida, no logr¨® congraciarse con el p¨²blico que le concedi¨® una oreja. No negar¨¦ el m¨¦rito de esta ¨²ltima parte de la faena, pues al fin y al cabo hizo ante todo un se?or toro. Pero es bien poco o nada, para quien va de feria en feria con imposiciones, fama y honorarios de figura.
Ojal¨¢ el baile de corrales de ayer y el g¨¦nero que finalmente se dio por apto, sea la excepci¨®n en el serial. Los sanfermines ven¨ªan siendo una feria importante, la verdadera feria del toro y no puede perder su categor¨ªa por el ego¨ªsmo y las intrigas de unos cuantos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.