La fiebre de los aparcamientos subterr¨¢neos
Por ejemplo, en estos d¨ªas se est¨¢ discutiendo la realizaci¨®n de un aparcamiento que se ha iniciado en la plaza de Espa?a, de L¨¦rida. Si antes de iniciarse se hubieran tomado las medidas oportunas, se hubiera podido se?alar que en el lugar de referencia exist¨ªan restos muy notables de la iglesia de San Juan, construida en ¨¦poca rom¨¢nica, lo que es m¨¢s importante, utilizando una exedra de la ¨¦poca alto-imperial romana.
Descubrimientos
Y quien dice esto del aparcamiento de L¨¦rida, lo dice de un aparcamiento en el Miradero, de Toledo, que ha impedido el descubrimiento de una interesante puerta de la vieja muralla, y de un aparcamiento en la plaza Mayor, de Burgos, que ha estado a punto de poner en peligro esta vieja plaza castellana, si los t¨¦cnicos de Bellas Artes no hubieran tratado de mejorar su soluci¨®n, y del mismo modo el aparcamiento de la plaza neocl¨¢sica llamada de los M¨¢rtires, en Bilbao, escenario unamuniano que aparece reiteradamente en Recuerdos de ni?ez y mocedad.Recuerdo lo que hube de luchar porque en la plaza de las Catedrales, de Zaragoza, entre la Bas¨ªlica del Pilar, la Lonja, y la Vieja Catedral de la Seo, no se construyera un gigantesco aparcamiento, que hubiera roto toda la dignidad de un lugar excepcional del paisaje urbano espa?ol, por no decir un ¨¢gora muy significativa por su valor religioso. Pero ni la Virgen del Pilar, con ser la Virgen del Pilar, arredr¨® el ansia reformista de los ediles zaragozanos, que no ten¨ªan ning¨²n inconveniente en convertir el atrio de El Pilar, en un lindo garage donde entraran y salieran veh¨ªculos, provocando la contaminaci¨®n, el ruido y la suciedad que todo esto lleva consigo.
Creemos que ya es hora de poner punto final a estas insensatas actuaciones que nadie estudia con desinter¨¦s y con esp¨ªritu ciudadano, independiente y honesto. Si en alg¨²n caso pueden aceptarse aparcamientos en lugares menos congestionados, en sitios perif¨¦ricos, en los cuales el instrumento se convierte en ayuda a la fluidez de la circulaci¨®n y no en un aumento de la congesti¨®n; si adem¨¢s este aparcamiento no destruye escenarios notables, ¨¢rboles que tanta falta nos hacen, jardines y zonas de reposo, acept¨¦moslo despu¨¦s de un detenido estudio. Pero espolvorear los aparcamientos a troche y moche por el ¨¢rea de la ciudad, sin tener en cuenta nada m¨¢s que la comodidad de las empresas y la rentabilidad posible de las realizaciones, es evidentemente un acto, no digo s¨®lo antisocial, sino antihumano, en un momento en que tanto se predica por la mejor calidad de la vida.
La experiencia nos est¨¢ demostrando que nada de lo que debe tenerse en cuenta en la planificaci¨®n de los aparcamientos preside su realizaci¨®n y que s¨®lo se atiende como decimos, a las ventajas que estos aparcamientos puedan ofrecer, no al vecindario ni a la sociedad, sino a los especuladores que los promueven. Es cierto que estos promotores buscan aquellos lugares que sean m¨¢s c¨¦ntricos y congestionados, all¨ª donde la demanda de plazas de aparcamiento es mayor y con ello aseguran el negocio rentable, aunque destruyan un espacio digno, y aunque aumente todav¨ªa m¨¢s la congesti¨®n del sitio c¨¦ntrico y por s¨ª mismo congestionado. Pero todo esto, para qu¨¦ vamos a enga?arnos, no se tiene en cuenta.
Hemos tenido por la fuerza que encajar con gran desconsuelo el que se llevaran a cabo aparcamientos que han destruido en Madrid algunas calles, hermosas y arboladas, como Almagro, plazas como la de Olavide, etc., donde desapareci¨® una obra interesante de la arquitectura racionalista. Todo esto se ha hecho ante las protestas de los particulares u organismos, que no han sido en ninguna medida atendidos, pero para nosotros la copa se rebosa cuando nos hemos enterado que la pr¨®xima v¨ªctima del escenario urbano matritense va a ser la noble, entonada y discreta plaza de la Villa de Par¨ªs.
La plaza de la Villa de Par¨ªs
La plaza de Par¨ªs no es otra cosa sino el resultado de los jardines que tuvo en su d¨ªa el palacio-convento de do?a B¨¢rbara de Braganza. Jardines que quedaban al lado norte del conjunto mon¨¢stico: jardines que no faltaban nunca en los palacios del siglo XVIII, fueran palacios cortesanos o se tratara de complejos mon¨¢sticos con residencia regia. Do?a B¨¢rbara de Braganza, de estirpe portuguesa y acostumbrada a los esplendores palatinos de don Joan V, edific¨® las Salesas con grandeza y dignidad que honran la monumentalidad de esta martirizada villa. No obstante las muchas reformas urbanas que trajo consigo la ordenaci¨®n de este sector del barrio del Barquillo y Recoletos, qued¨® salvado el noble espacio de aquellos antiguos jardines, valorados por la fachada del hoy Tribunal Supremo y antiguamente fachada del palacio de la Reina y por dos bellas estatuas de los fundadores, don Fernando VI y do?a B¨¢rbara. Es cierto que este espacio ha ido perdiendo dignidad y compostura con los edificios mastod¨®nticos del Centro de Col¨®n y con algunas de las nuevas edificaciones de la calle G¨¦nova, pero en su conjunto todav¨ªa es un ¨¢rea de Madrid que merece respetarse y conservarse. Tambi¨¦n es cierto que los antiguos jardines se fueron descuidando y convirti¨¦ndose en eriales arenosos, con destrucci¨®n de algunos setos de jardiner¨ªa y con el poco cuidado de sus alineaciones de casta?os y pl¨¢tanos. Podr¨ªa sostenerse mejor, ajardinarse con m¨¢s cuidado y atender con esmero sus especies arb¨®reas. Ahora bien, si se inicia, como parece, el aparcamiento, desgraciadamente ya aprobado con todos los sacramentos de rigor, esta plaza se habr¨¢ perdido para siempre; sus ¨¢rboles caer¨¢n, su tranquilidad ser¨¢ sustituida por el tr¨¢fago incesante de los veh¨ªculos y en lugar de un sitio de reposo para los ni?os o para los ciudadanos en general, se convertir¨¢ en un garage, m¨¢s o menos enmascarado. Es posible que el aparcamiento sea rentable y muy rentable, sobre todo hoy, cuando los juzgados atraen mucho tr¨¢fico en espera de que se trasladen a los nuevos edificios que se est¨¢n construyendo, ?pero es que s¨®lo deben prevalecer estas razones ego¨ªstas para ordenar el porvenir y desenvolvimiento de nuestra villa? ?Estamos todav¨ªa en esta fase primaria del desarrollismo econ¨®mico que no desarrolla nada, y que s¨®lo nos deja para el futuro un porvenir de miseria urbana y de desarrollo ps¨ªquico para sus habitantes? ?No estamos ya en trance de doblar la p¨¢gina y de pensar que es hora de superar la fase paleot¨¦cnica del proceso cuantitativo para entrar (como los pa¨ªses de mayor estatura) en una fase cualitativa que atienda a la integraci¨®n del hombre dentro de su ?habitat??
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