La reserva
Ya les voy yo cogiendo el tranquillo a los nuevos ministros. Me parece que empezamos a entendernos.De momento, se ve que son unos estilistas, los t¨ªos, como sus predecesores (como sus predecesores desde Areilza hasta don Pedro S¨¢inz Rodr¨ªguez). Don Marcelino Oreja, un suponer, ya se ha sacado una palabra nueva: la reserva. No hay que confundir la oposici¨®n con la reserva. Desde los luceros de Gir¨®n a las estad¨ªsticas de Ullastres, pasando por la cristalograf¨ªa de don Julio Rodr¨ªguez, los ministros de Franco y del postfranquismo han demostrado casi todos, eso s¨ª, tener un pico de oro, como se dec¨ªa antes de los padres predicadores, Bueno, pues los t¨¢citos no iban a ser menos, que para eso llevan en la cabeza las lenguas de fuego de S¨¢nchez-Juli¨¢ y Herrera Oria. La tesis es que Areilza, un ejemplo, no ha pasado a la oposici¨®n, sino a la reserva. El t¨¦rmino queda un poco militar, pero este Gobierno no ha demostrado, ni ten¨ªa por qu¨¦, hacerles ascos a los militares.?Y qu¨¦ es la reserva, esta reserva o remonta no castrense adonde don Marcelino Oreja relega y arroja a los pol¨ªticos cesados o evadidos? Algo as¨ª como el Valle de Josafa, pero con sueldo de un Consejo de Administraci¨®n. El limbo de los justos o seno de Abraham, pero con moqueta.
Porque claro, aqu¨ª no sab¨ªamos qu¨¦ hacer con los cesados. Se les daba la presidencia de un Banco o la gerencia de una f¨¢brica, por darles algo, se les met¨ªa en el bolso un sobre mensual de a mill¨®n, por meterles algo, pero eso tampoco es soluci¨®n si vas a ver. De modo que algunos se iban extramuros a hacer penitencia, y como extramuros andan muchos rojos pidiendo limosna, pues un d¨ªa el rojo se llevaba al cesante a la oposici¨®n.
Por eso ha habido que inventar la reserva.
El franquismo, que lo ten¨ªa todo previsto, no hab¨ªa previsto nada para los cesados o cesantes. El motorista cel¨¦rico, el sobre del infarto y luego la nada, el vac¨ªo, el no-ser, la nebulosa de Andr¨®meda, la leche.
Seg¨²n las ¨¦pocas, al cesado se le met¨ªa en un Consejo, en una empresa paraestatal o en la Delegaci¨®n Nacional de Desportes, que tambi¨¦n era una salida digna. Pero la verdad cruda es que el franquismo no ten¨ªa resuelto el problema del despu¨¦s. Todo estaba atado y bien atado, menos lo de los cesantes, y por eso algunos se desataban y se hac¨ªan incluso dem¨®crata-cristianos. Extramuros hace fr¨ªo, en el Consejo de Administraci¨®n del Banco hace calor, en la Tabacalera (donde tambi¨¦n fueron a parar algunos) hay mucho humo, y en la Telef¨®nica (que tambi¨¦n fue el triste final de otros) no se puede parar con tantas conferencias y tantas huelgas. Algo hab¨ªa que inventar para tener a los cesantes distra¨ªdos y de paso que no se hiciesen rojos o de Cantarero, que no s¨¦ qu¨¦ es peor.
Y don Marcelino Oreja se ha sacado la reserva, que no es la reserva militar ni tampoco la reserva de pieles-rojas donde los ex-ministros tengan que ponerse plumas, sino la reserva espiritual de Europa, como su nombre indica, pues eso de la reserva espiritual de Europa era una frase sin contenido, y ahora, ya tiene un contenido e incluso tinos inquilinos, caballeros estables y mediopensionistas: los cesados, los autodimitidos, los cabreados. Ya est¨¢.
De modo y manera que Fraga y Areilza y Robles y todos los anteriores no est¨¢n en la oposici¨®n, cuidado, sino en la reserva, y m¨¢s a¨²n, ellos son la reserva espiritual del R¨¦gimen, y, por lo tanto, de Europa, que es como decir del mundo, que es como decir de nuestro sistema solar, que es como decir... Bueno, vale. Ahora s¨®lo falta llegar a un acuerdo con ellos a ver cu¨¢ntos Consejos de Administraci¨®n quieren presidir esos se?ores por ser reserva espiritual.
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