"Sobre la pintura", otro texto b¨¢sico renacentista
Casi simult¨¢neamente a la publicaci¨®n de una nueva e importante edici¨®n castellana del Tratado de Pintura, de Leonardo, que fue objeto en su momento de comentario en estas p¨¢ginas, aparece ahora en el mercado editorial espa?ol otro texto b¨¢sico de la literatura art¨ªstica del Renacimiento: Sobre la pintura, de Le¨®n Battista Alberti. Antes de iniciar cualquier an¨¢lisis cr¨ªtico parece oportuno destacar la feliz iniciativa editorial de una empresa semejante. Tras esta felicitaci¨®n hay, si se quiere, razones estrictamente eruditas que nos hablan, sin embargo, de los casi dos siglos que separan la edici¨®n castellana actual de la que emprendiera, por 1784, el ilustre don Diego Antonio Rej¨®n de Silva; despu¨¦s, salvo la reedici¨®n de 1827, silencio..., pero un silencio revelador del estado de postraci¨®n de una cultura que ignora uno de los tratados te¨®ricos m¨¢s importantes de toda la historia del arte occidental. La sugestiva personalidad de L. B. Alberti ha sido considerada como un aut¨¦ntico prototipo del hombre universal renacentista: el car¨¢cter polifac¨¦tico de sus intereses, la intensidad pasional que empe?¨® en cada uno de ellos, sirvieron para configurar su perfil prometeico de h¨¦roe moderno. No ser¨ªa ocioso recordar aqu¨ª las bellas p¨¢ginas que, en este sentido, dedicara el historiador Burkhardt a describir la vivaz versatilidad de talante del artista florentino. Pero, ?cu¨¢l fue su papel como te¨®rico de la pintura? Resulta poco menos que imposible, en una recensi¨®n de estas caracter¨ªsticas, comentar adecuadamente un tema tan complejo. Lo que no se puede dejar de constatar, sin embargo, es que a Alberti se le debe la elaboraci¨®n te¨®rica m¨¢s completa del sistema de representaci¨®n pl¨¢stica del Renacimiento. Ya se sabe que una de las preocupaciones fundamentales de los te¨®ricos del arte, desde los comienzos del Renacimiento, fue la de incluir las llamadas artes del dise?o (arquitectura, escultura y pintura) en el marco de las artes liberales. Esta inclusi¨®n exig¨ªa naturalmente la creaci¨®n de unas bases te¨®ricas que justificaran el car¨¢cter esencialmente especulativo -cient¨ªfico- de esas artes del dise?o, labor que Alberti cumpli¨® de la manera m¨¢s eficaz y m¨¢s afortunada hist¨®ricamente. Chastel se?ala con acierto c¨®mo la clave de esta elaboraci¨®n te¨®rica reside en la asimilaci¨®n de nociones b¨¢sicas tomadas de otras ciencias, especialmente la ret¨®rica y las matem¨¢ticas: ?Explotar la analog¨ªa con la elocuencia, hasta lograr transferir ¨ªntegramente las nociones de ret¨®rica a la actividad art¨ªstica, o, en un plano m¨¢s restringido, insistir sobre la peculiaridad espec¨ªfica de las artes del dise?o, la estructura matem¨¢tica.?Ahora bien, si felicitamos la labor editorial que permite hacer accesible al lector espa?ol una obra capital de la cultura occidental, no podemos hacer lo mismo con el modo de presentarla. Joaqu¨ªn Dols, autor a quien se conf¨ªa la edici¨®n cr¨ªtica del tratado, confiesa -y demuestra- su incapacidad filol¨®gica y erudita para una labor semejante, y aqu¨ª cabr¨ªa hacer hincapi¨¦, m¨¢s que nunca, en el car¨¢cter culpable de toda confesi¨®n. Pero la incapacidad de J. Dols va m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites que impone su confesi¨®n inicial: su impericia filol¨®gica no se basa ¨²nicamente en una mediocre preparaci¨®n en lat¨ªn -parad¨®jico m¨¦rito para quien pretende traducir una obra escrita precisamente en lat¨ªn-, sino en un deplorable uso del castellano, lengua a la que somete a un pertinaz ejercicio de distorsiones sint¨¢cticas de vez en vez acompa?ado por desafortunadas creaciones de neologismos, pues no se me ocurre otra denominaci¨®n para una palabreja como negligido, que el autor repite con incomprensible entusiasmo. Una profesi¨®n de fe en la agresi¨®n gramatical no pod¨ªa dejar de acompa?arse de una ?paralela necesidad de reconocer que, en el fondo, dicha traducci¨®n tampoco responde a un verdadero trabajo erudito?, nos advierte el propio Dols.
Sobre la pintura,
de Le¨®n Battista Alberti.Edici¨®n de Joaqu¨ªn Dols. Editorial Fernando Torres. Valencia, 1976. 221 p¨¢ginas.
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