El gobernador de La Coru?a impidi¨® que los representantes sindicales hablasen con don Juan Carlos
Alguien le hizo un mal servicio ayer al Rey de Espa?a. El Jefe del Estado, que habla vivido en Vigo los momentos m¨¢s emotivos de las seis ¨²ltimas jornadas, no pudo repetirlos en As Pontes de Garc¨ªa Rodr¨ªguez, una gran zona industrial coru?esa, porque la mayor parte de los obreros hab¨ªan recibido permiso. Los representantes sindicales de los trabajadores, por su parte, denunciaron que el gobernador civil no les hab¨ªa permitido mantener una entrevista con don Juan Carlos.
No tuvo lugar el segundo y, esperado contacto de Sus Majestades con unos trabajadores reivindicativos, en su propio centro de trabajo, pero los Soberanos recibieron el c¨¢lido homenaje de m¨¢s de 100.000 gallegos y escucharon, por primera vez en su viaje por Galicia, que un alcalde alud¨ªa a la amnist¨ªa.
Avenida dedicada al Ej¨¦rcito
Deus, que non lle falte a tua axuda a noso Rei e a sua Do?a, dese¨® el alcalde de Ordenes, en el primer contacto que tuvieron ayer los Monarcas con el pueblo gallego. En otras peque?as poblaciones, como Mi?o y Pontedeume, entre ellas, Juan Carlos y Sof¨ªa recibieron el homenaje popular, al que se sum¨®, en la ¨²ltima localidad, Pilar Franco, ayudada por el propio Rey a subir al estrado en el que se situaron para saludar a vecinos y veraneantes.Una de las m¨¢s espl¨¦ndidas avenidas coru?esas, el nuevo acceso por la costa, prolongaci¨®n de la nacional VI, lleva desde ayer el nombre del Ej¨¦rcito. All¨ª, unos 10.000 coru?eses aclamaron a los Reyes, a quienes acompa?aban el vicepresidente Fernando de Santiago y los ministros del Ej¨¦rcito, Aire e Industria. Sus Majestades presenciaron el desfile de compa?¨ªas de Infanter¨ªa de Marina e Infanter¨ªa, un escuadr¨®n de Caballer¨ªa, una bater¨ªa de Artiller¨ªa, una compa?¨ªa de Ingenieros, una patrulla de la Legi¨®n y secciones de la Guardia Civil y Polic¨ªa Armada.
Jos¨¦ Manuel Lia?o, alcalde de la ciudad en la que nadie es forastero, -frase que recordar¨ªa luego el propio Rey- dedic¨® unas palabras al Ej¨¦rcito pidiendo que por la v¨ªa urbana que lleva su nombre ?no camina m¨¢s que un pueblo, fundido con su ej¨¦rcito victorioso en la m¨¢s dif¨ªcil, m¨¢s dura pero decisiva batalla de la paz?.
F¨¦lix Alvarez Arenas, ministro del Ej¨¦rcito acept¨® el homenaje a las Fuerzas Armadas, que ofreci¨® en nombre de ¨¦stas a Espa?a y al Rey.
Finalmente, Juan Carlos I dio dos cortes a una cinta con los colores de la bandera nacional, con lo que la avenida qued¨® inaugurada.
Las aclamaciones a los Monarcas fueron en todo momento continuadas y entusiastas. Una joven, que vest¨ªa pantalones, dio dos besos a la Reina Sof¨ªa y le hizo entrega de un ramo de flores, que Su Majestad acept¨® complacida.
Los problemas del Urquiola
En la plaza de Mar¨ªa Pita, el amplio espacio reservado para el paso de la comitiva Real, y otra en la que diez grupos infantiles que ofrecer¨ªan una mu?eira, el m¨¢s popular baile gallego, impidieron que pudieran acceder m¨¢s de 50 o 60.000 personas. Solamente en dos ocasiones anteriores, seg¨²n comentaban los coru?eses, la plaza, con menos acotados, acogi¨® unos millares m¨¢s de personas: con motivo de la proclamaci¨®n de la II Rep¨²blica y al regresar Franco, despu¨¦s de ganada la guerra civil.Para conseguir puestos en primera fila las mariscadoras afectadas por la cat¨¢strofe del petrolero Urquiola, hab¨ªan acudido a la plaza a las 7 de la ma?ana. Exhib¨ªan una gran pancarta que dec¨ªa: Non mais Urquiolas. Esiximos xusticia pras mariscadoras do pasaxe. Cas 25.000 pesetas que nos deron non podemos vivir. Viva Galiza. Vivan os Reises. Otras pancartas ped¨ªan reconocimiento oficial de las asociaciones de vecinos y varias se opon¨ªan a la construcci¨®n de una celulosa en Ponteseso.
Hab¨ªa gran expectaci¨®n por escuchar el discurso del alcalde, y el se?or Lia?o habl¨® de la amnist¨ªa, palabra que no figuraba en el texto del discurso oficial repartido a los periodistas. Al hablar del Consejo de Ministros de hoy dijo ?que desear¨ªamos pasar a la historia como el Consejo de la amnist¨ªa?. Pidi¨® que La Coru?a acoja la III Exposici¨®n Internacional Iberoamericana y le dijo al Rey: ?Encarn¨¢is la ¨²nica instituci¨®n que puede arbitrar la convivencia definitiva entre las regiones y los hombres y mujeres de Espa?a?.
El Rey, en su respuesta, repetidamente subrayada por ovaciones del p¨²blico, hizo hincapi¨¦ en la necesidad de resolver los problemas de la emigraci¨®n y dijo: ?Hemos de defender nuestra tierra, nuestro mar y nuestro cielo, pero sin detener el desarrollo y elevando el nivel de vida de todos los gallegos. Hemos de romper el aislamiento tradicional, lograr una mayor cooperaci¨®n con todas las partes de Espa?a y encauzar fecundamente el vivo esp¨ªritu regional y comarcal que os anima. Este es mi deseo y espero que lo conseguiremos.?
La visita a la capital coru?esa se complet¨® con una recepci¨®n a autoridades y representaciones (entre las que se encontraba la viuda del capit¨¢n del Urquiola), la visita a la nueva Escuela Universitaria de Arquitectura T¨¦cnica, una sesi¨®n extraordinaria del pleno de la Comisi¨®n Provincial de Servicios T¨¦cnicos, que presidi¨® el Rey, y la comida oficial en el palacio de Mari?¨¢n.
El detalle m¨¢s emotivo ocurri¨® a la puerta de la Casa Consistorial donde don Juan Carlos reconoci¨® a un marinero que le hab¨ªa servido como asistente cuando era alf¨¦rez de nav¨ªo a bordo del Canarias.
Los obreros, de vacaciones
La ¨²ltima visita de los Reyes, antes de regresar a Santiago, fue a la central t¨¦rmica de la Empresa Nacional de Electricidad, SA en As Pontes de Garc¨ªa Rodr¨ªguez. El ambiente en el complejo industrial era un tanto ins¨®lito. La mayor parte de los obreros, casi dos millares, de las empresas auxiliares que construyen la central, hab¨ªan recibido permiso por la ma?ana y muchos se desplazaron a sus pueblos en autobuses puestos a su disposici¨®n.Se hab¨ªan borrado cuidadosamente algunas pintadas que alud¨ªan a problemas sociales y no aparec¨ªa una sola octavilla de las muchas que aparecieron ayer mismo en la industria, reflejando la preocupaci¨®n de los obreros de contratas, cuyos representantes, protestaban en un peri¨®dico regional porque el gobernador, Miguel Vaquer, les hab¨ªa negado una conversaci¨®n con el Rey.
En definitiva, la visita a la central t¨¦rmica, que inaugur¨® el Jefe del Estado, careci¨® del calor que debi¨® tener. El Rey ha demostrado en este viaje desear un aut¨¦ntico acercamiento a los trabajadores, que, en este caso, alguien evit¨®. Mal servicio al Soberano, en fin. As Pontes, cabeza del municipio donde est¨¢ enclavada la central t¨¦rmica, recibi¨®, despu¨¦s a los Reyes. Algunas pancartas exig¨ªan la devoluci¨®n de los montes comunales a los vecinos, atacaban a los caciques y hac¨ªan patente la incongruencia de que teniendo a dos pasos la central t¨¦rmica de una empresa que produce 1.400.000 kilovatios-hora, varios pueblos contin¨²en sin luz.
El Rey aludi¨® por primera vez en su viaje a las pancartas. Despu¨¦s de que el alcalde planteara los problemas de un pueblo industrializado irracionalmente en tres a?os, donde los precios de las viviendas se han multiplicado por cien, luego de pedir la intercesi¨®n de Su Majestad para que se dieran puestos de trabajo en la central, preferentemente a vecinos de la zona, algunos expropiados por la empresa del INI, el Rey dijo que hoy el Consejo de Ministros estudiar¨¢ el Plan Nacional de Electrificaci¨®n Rural, para que en Espa?a llegue la luz a todos los pueblos.
A su regreso a Santiago, don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa presidieron una sesi¨®n plenaria del Consejo Econ¨®mico Sindical de Galicia, en la que se plantearon los m¨¢s importantes problemas de la regi¨®n. Asistieron el presidente del Gobierno y diez ministros, y el Rey pronunci¨® unas palabras, que concluy¨® as¨ª: ?Ya que toda tarea de planificaci¨®n y de impulso social requiere altura de miras y amplitud de horizontes, hacedlo pensando en Espa?a, para que vuestro trabajo por la regi¨®n gallega se inserte y se magnifique en el trabajo de todos los espa?oles por la grandeza de la Patria?.
Por la noche, varios miles de santiagueses, congregados ante el hostal de los Reyes Cat¨®licos, esperaban que Sus Majestades, a los que hab¨ªan tributado un clamoroso recibimiento, presenciaran el desfile de las carrozas de una ciudad en fiestas.
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