El auge del racismo, paralelo a la introducci¨®n de la econom¨ªa de mercado
Tradicionalmente, cualquier an¨¢lisis en t¨¦rminos de clase de la sociedad sudafricana se ha desechado ante el m¨¢s f¨¢cil y aparentemente m¨¢s obvio del an¨¢lisis en t¨¦rminos de raza. El punto de vista convencional sostenido en gran parte por autores liberales de la escuela funcionalista, consiste en considerar a Sud¨¢frica como una sociedad pluralista desde el punto de vista ¨¦tnico y cultural, donde el racismo es el principal problema sociopol¨ªtico. El racismo es una actitud personal de los blancos respecto de los negros, y sobre esta actitud se levanta un poderoso aparato de discriminaci¨®n y opresi¨®n. Ahora bien, el racismo es un elemento irracional y la econom¨ªa sudafricana es una econom¨ªa de mercado con una tendencia racional de la utilizaci¨®n ¨®ptima de sus recursos. Este conflicto entre el elemento pol¨ªtico ideol¨®gico irracional procedente de actitudes personales originadas ya en los primeros contactos de los holandeses con los ind¨ªgenas, en el siglo XVII, institucionalizado formalmente por el Apartheid; y el elemento racional econ¨®mico, tender¨¢ a resolverse en favor de este ¨²ltimo. Estos autores piensan que en un mercado competitivo, los capitalistas tienden a utilizar los recursos disponibles del modo m¨¢s racional para poder mantenerse en el mismo, y siendo el trabajo un recurso clave, ser¨¢ utilizado del mismo modo, motivando y desarrollando la fuerza laboral negra. Esta entrar¨¢ en contacto de igual a igual con los trabajadores blancos y las bases ideol¨®gicas y emp¨ªricas del racismo desaparecer¨¢n.Por ¨²ltimo, se argumenta que el desarrollo de la producci¨®n necesitar¨¢ de un poder de compra y un mercado mayores y esto s¨®lo se conseguir¨¢ elevando el nivel de vida de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, es decir la fuerza laboral negra.
Apartheid: amenaza para el nivel de vida de los blancos
El Apartheid entra en conflicto con la l¨®gica del mercado y s¨®lo puede provocar distorsiones que disminuir¨¢n el desarrollo econ¨®mico y amenazar¨¢n el nivel de vida de los blancos. En ¨²ltima instancia, los blancos se ver¨¢n obligados a escoger entre estancamiento con racismo y prosperidad sin ¨¦l, y la opci¨®n ser¨¢ l¨®gicamente la segunda,
Sin embargo, cuando se analiza el curso de la corta historia sudafricana, se observa que el racismo institucional se ha ido incrementando conforme a la econom¨ªa de mercado iba penetrando en toda la sociedad sudafricana; y que la acumulaci¨®n de capital y el crecimiento econ¨®mico iban desarroll¨¢ndose. La pol¨ªtica segregacionista comenz¨® con el descubrimiento de diamantes y oro y el desarrollo de la miner¨ªa El apartheid (culminaci¨®n del racismo m¨¢s opresivo formalizado en un aparato legal) se ha instituido para hacer frente a las necesidades del desarrollo del sector industrial y de servicios del pa¨ªs. Durante el ?reinado? del apartheid, la econom¨ªa sudafricana ha experimentado un desarrollo sorprendente. El PNB a precios constantes de 19631 es d cir, descontada la depreciaci¨®n del dinero, ha pasado de menos de 3.000 millones de rands, en 1948, a cerca de 12.000 millones de rands, en 1974. Se ha cuadruplicado a una media de un 12 por 100 anual. ?C¨®mo explicarlo? ?C¨®mo explicar el descontento creciente?
Quiz¨¢s un an¨¢lisis en t¨¦rminos de clase pudiera explicar mejor estos problemas. El racismo puede ser irracional ?per se?, pero en el contexto sudafricano es racional en tanto en cuanto legitima la explotaci¨®n racional de la clase trabajadora negra. Por supuesto que la econom¨ªa es capitalista y de mercado, pero a diferencia de otras, la extracci¨®n de la plusval¨ªa no se realiza solamente por los mecanismos t¨ªpicos del intercambio objetivo de mercanc¨ªas, sino que se refuerza y acelera mediante una represi¨®n de la clase trabajadora negra, impuesta por la maquinaria pol¨ªtica e ideol¨®gica del Estado (apartheid), que la legitimiza. El trabajador no acude libremente al mercado, sino que es forzado por un aparato represivo que no le deja otra alternativa.
El racismo favorece la acumulaci¨®n de capital por los blancos
Siendo el racismo el legitimador ideol¨®gico de dicha represi¨®n, que a su vez facilita e incrementa la acumulaci¨®n de capital y su concentraci¨®n en una minor¨ªa (los blancos), el capitalismo sudafricano tiene una tendencia innata a la racionalizaci¨®n de la explotaci¨®n, y de ah¨ª el mantenimiento de los prejuicios raciales. Por ello, el racismo no puede ser erradicado mediante el desarrollo del capital, sino con su desaparici¨®n.
?C¨®mo se explica, si existe una clase explotadora, la burgues¨ªa, y otra explotada, el proletariado, que la clase explotadora est¨¦ dividida?; ?que el Estado no est¨¦ en poder del gran capital, sino de la ?peque?a burgues¨ªa, y que la clase trabajadora est¨¦ dividida, siendo los obreros blancos los mayores enemigos de los obreros negros?.
?C¨®mo se explica que la clase capitalista no eleve los salarios de la clase trabajadora negra, en contra de sus propios intereses que consisten en la creaci¨®n de un mercado lo suficientemente amplio para la realizaci¨®n de su plusval¨ªa?
La clase proletaria ha estado dividida por varias razones hist¨®ricas y por diferentes condiciones de lucha de clases. La creaci¨®n de un proletariado negro de procedencia campesina, que se vio forzado a acudir a las minas por los mecanismos t¨ªpicos de la acumulaci¨®n primitiva (conquista militar, usurpaci¨®n de sus tierras, impuestos a pagar en dinero, etc.), fue muy distinta que la llegada de los mineros blancos locales y europeos, que se encontraban en posesi¨®n de una serie de t¨¦cnicas de trabajo, conciencia de clase y sindical. Estos supieron organizarse y hacer frente a las compa?¨ªas mineras con tal fuerza y violencia que terminaron por conseguir, al ser una minor¨ªa, una situaci¨®n de privilegio a costa de los mineros negros. Ayudados adem¨¢s por un f¨¢cil aliado: la peque?a burgues¨ªa local, que luchaba contra el imperialismo ingl¨¦s.
El racismo, apoyado en el control del proceso de producci¨®n por los blancos
Sin embargo, estas razones no pueden aducirse en la actualidad. La actual divisi¨®n se debe a que durante los ¨²ltimos treinta a?os los trabajadores blancos han ido subiendo hacia puestos de trabajo relacionados m¨¢s con la realizaci¨®n y administraci¨®n de la plusval¨ªa, es decir trabajos de supervisi¨®n y control, que con el proceso de producci¨®n directo. Esto, unido a la enorme proporci¨®n de la clase trabajadora blanca, que ha pasado a trabajar en el aparato burocr¨¢tico estatal, hace que no se les pueda considerar como clase obrera en sentido estricto, es decir, que no son trabajadores productivos o, lo que es lo mismo, que no son generadores de plusval¨ªa. De ah¨ª que no se pueda decir que la clase obrera est¨¢ dividida en base a l¨ªneas raciales, sino que la clase obrera coincide fundamentalmente con trabajadores no blancos.
Respecto de las divisiones dentro de la burgues¨ªa, se deben tambi¨¦n a causas hist¨®ricas e ideol¨®gicas y al hecho de que en contra de lo que muchos ?mecanicistas? ortodoxos creen, la base econ¨®mica es s¨®lo determinante ?en ¨²ltima instancia? de las clases sociales, y que los niveles superestructurales, ideol¨®gicos y pol¨ªticos poseen cierta autonom¨ªa relativa y afectan, aunque no a su determinaci¨®n estructura?, s¨ª a su posici¨®n coyuntural, dando lugar no s¨®lo a fracciones dentro de la burgues¨ªa que representan distintos capitales (financiero, comercial, industrial) determinados por la base econ¨®miea, sino tambi¨¦n, y dentro de las fracciones dominantes, a una fracci¨®n hegem¨®nica que unifica la alianza entre ellas bajo su fiderazgo pol¨ªtico a trav¨¦s del Estado y de una ideolog¨ªa catal¨ªzadora (Apartheid ahora, segregaci¨®n antes).
En el caso sudafricano ha existido siempre un conflicto entre la clase representante del capital ?nacional?, terratenientes y peque?a burgues¨ªa boer (a la que se uni¨® despu¨¦s la clase capitalista industrial), y el capital financiero metropolitano (brit¨¢nico), que ha controlado las compa?¨ªas mineras. Seg¨²n el desarrollo de los distintos sectores econ¨®micos que representaban, uno y otro capital han mantenido su posici¨®n hegemonica y han controlado el Estado. La historia del Africa del Sur blanca se puede reducir a la lucha entre la peque?a burgues¨ªa afrikaner y el gran capital brit¨¢nico por la hegemon¨ªa pol¨ªtica y econ¨®mica. Sin embargo, en la actualidad la interpretaci¨®n del capital entre los sectores ha sido tan grande que es dif¨ªcil afirmar que existan divisiones en la burgues¨ªa, a no ser que sean de pura estrategia o coyuntura.
Por ¨²ltimo, en relaci¨®n con la supuesta contradicci¨®n entre los intereses de las clases dominantes y el tama?o del mercado, conviene recordar que las mercanc¨ªas m¨¢s Importantes producidas por Sud¨¢frica no depend¨ªan del mercado interior. El oro no necesitaba ?realizarse?, puesto que ya era dinero. El resto de los minerales se vend¨ªan en otros mercados al igual que las producciones agr¨ªcolas (lana, ma¨ªz, etc.), lo que ha permitido en varias ocasiones reducir los salarios monetarios de los trabajadores riegros sin incidir en el tama?o mercado y s¨ª en el aumento de los beneficios. Es ahora, cuando el sector industrial se ha desarrollado suficientemente sobre la base del mercado interior, que hemos asistido al nacimiento de una peque?a burgues¨ªa negra, y esta burgues¨ªa negra est¨¢ al mismo nivel conflictivo con el proletariado negro que con los blancos. Prueba de ello son los ¨²ltimos acontecimientos de Soweto; una buena parte de los asaltos se han dirigido no s¨®lo contra los edificios y personas representantes de la opresi¨®n blanca, sino tambi¨¦n contra las tiendas, servicios, casas, etc. de dicha peque?a burgues¨ªa negra, que se encuentra, en este momento, ante la decisiva opci¨®n de aliarse a las clases dominantes y ser asimilada, aunque con un status inferior, o hacer bloque con el otro extremo del poder, la clase obrera, a la que, como en otros pa¨ªses africanos, pudiera servir de gu¨ªa bajo la bandera del nacionalismo en una futura revoluci¨®n.
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