El proceso pol¨ªtico uruguayo se endurece
Lejos de apuntar en lo inmediato a una apertura, el proceso pol¨ªtico uruguayo parece encauzado hacia una nueva etapa de ?endurecimiento?.El propio presidente electo, Aparicio M¨¦ndez, que ejercer¨¢ la primera magistratura por cinco a?os desde el 1 de septiembre pr¨®ximo, admiti¨® que comparte el prop¨®sito de las fuerzas armadas de promover una ?depuraci¨®n c¨ªvica, administrativa y moral? de la naci¨®n.
En su primer contacto con la prensa, el futuro jefe de Estado -un jurista de prestigio internacional de setenta y dos a?os. considerado ?duro? y hombre de derechas, vinculado por tradici¨®n familiar al Partido Blanco- no alent¨® ninguna expectativa pol¨ªtica m¨¢s o menos pr¨®xima.
?Los problemas que tenemos que afrontar tienen ra¨ªces internas e internacionales?, dijo. Y a?adi¨®: ?Aunque nosotros tuvi¨¦ramos ajustado lo nuestro, si en el concierto mundial no se dan las condiciones para la vuelta a la normalidad, tendr¨ªamos que acompasar nuestro movimiento a las exigencias internacionales?.
No ahond¨® sobre esas ?condiciones internacionales? que podr¨ªan retrasar el programa de restablecer el origen popular de los futuros gobiernos, pero asegur¨® que el mundo occidental vive un per¨ªodo de transici¨®n, de elevaci¨®n de la ?clase obrera? que ?va a permitir la formaci¨®n de un nuevo mundo, y por consiguiente, un nuevo derecho y nuevas instituciones?.
Estas afirmaciones no constituyeron el ¨²nico golpe asestado en estos d¨ªas a las esperanzas de la ?clase pol¨ªtica? uruguaya.
El futuro mandatario anunci¨® asimismo que su Gobierno ?c¨ªvico-militar? promover¨¢ una ?depuraci¨®n? de sus actividades como forma de preparar el terreno para alcanzar m¨¢s adelante una acci¨®n pol¨ªtica ?sana?.
Por lo pronto, se espera que tras la asunci¨®n del doctor Aparicio M¨¦ndez se dictar¨¢ un Acta Institucional que despojar¨¢ de sus derechos pol¨ªticos a m¨¢s de un centenar de ciudadanos blancos y colorados de destacada actuaci¨®n antes del golpe de Estado de 1973.
La severidad de esta ?depuraci¨®n? s¨®lo podr¨¢ medirse si se recuerda que en 1964 el Gobierno militar de Brasil proscribi¨® apenas a una veintena de personalidades del ?antiguo r¨¦gimen? y que hace unas semanas el Gobierno de las FFAA argentinas quit¨® los derechos pol¨ªticos a medio centenar de dirigentes o ex gobernantes peronistas.
Brasil, no debe olvidarse, es un coloso de 100 millones de habitantes; Argentina supera los 26 millones de personas, mientras que Uruguay no llega a los tres millones de ciudadanos.
El ?endurecimiento? de la situaci¨®n local, creen saber los ?c¨ªrculos informados? de Montevideo, habr¨¢ de exteriorizarse tambi¨¦n por la ?depuraci¨®n administrativa? y por una reorganizaci¨®n del ?equipo civil? que, junto a los mandos militares, constituir¨¢ el principal sost¨¦n de la gesti¨®n del nuevo presidente.
No parece probable, en cambio, que estas acciones impliquen cambios sustanciales en la orientaci¨®n del ?proceso revolucionario? iniciado en 1973.
Se aplicar¨¢, pues, sin desmayos el programa de liberalizaci¨®n econ¨®mica emprendido; proseguir¨¢ alent¨¢ndose la iniciativa privada y las inversiones extranjeras; no habr¨¢ tregua para los grupos terroristas ?ti para la ?subversi¨®n marxista?, y aunque el Gobierno sea ejercido por otro ?Gobierno c¨ªvico-militar?, el poder seguir¨¢ residiendo, de hecho, en las fuerzas armadas.
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