NO ESPEREMOS MENSAJES DE OTROS MUNDOS
Antes de mi visita al profesor Freeman J. Dyson, en el bien llamado Instituto de Estudios Avanzados, de Princeton, me hab¨ªa formado una imagen mental de ¨¦l que result¨® ser completamente err¨®nea. Me hab¨ªa imaginado a este hombre, que hablaba de desmantelar planetas, de reorganizar galaxias enteras y de aumentar la riqueza humana en. un bill¨®n por cien, como un gigante de mano f¨¦rrea, cuya atronadora voz har¨ªa temblar los cristales cuando rega?ase a estudiantes incompetentes. Estaba completamente equivocado. Dyson es un hombre t¨ªmido, con voz suave y que rehusa la publicidad personal. S¨®lo es la gigante intelectualmente. Ha meditado sobre el futuro del hombre en el Universo en una escala tal y con una tal grandeza, que algunas personas le tienen por un loco. Pero sus colegas cient¨ªficos no opinan as¨ª.Sus puntos de vista sobre la factibilidad de esquemas de ingenier¨ªa c¨®smica evolucionaron lentamente, a medida que o¨ªa a sus colegas elaborar planes para detectar se?ales de radio de hipot¨¦ticas civilizaciones inteligentes de los planetas de esas estrellas pr¨®ximas que m¨¢s se parecen al Sol. Algunos astr¨®nomos, desde finales de los a?os sesenta, han mantenido la opini¨®n de que la Galaxia est¨¢ llena de civilizaciones planetarias que, siendo- incapaces de visitarse unas a otras f¨ªsicamente, est¨¢n diligentemente comunic¨¢ndose entre ellas por radio, a trav¨¦s de las distancias interestelares.
Frank Drake, el m¨¢s famoso defensor de esta teor¨ªa, realiz¨® una experiencia en 1960 para ver si pod¨ªa detectar se?ales artificiales que viniesen de las vecindades de las estrellas cercanas que son similares al Sol en edad y en masa, Tau Ceti y Epsilon Eridani. Durante varias semanas Drake y sus colegas apuntaron hacia esas estrellas con el gran radiotelescopio de Green Bank, West Virginia. Llamaron a su experimento el Proyecto Ozma, por la tierra fabulosa habitada por el Mago de Oz. Utilizaron una frecuencia de 1.420 megahercios (una longitud de onda de 21,1 cent¨ªmetros), por la buena raz¨®n de que las nubes de hidr¨®geno interestelar emiten radioenergia en esa frecuencia. Pensaron que esta frecuencia les ser¨ªa familiar a todas las civilizaciones de la Galaxia, y, por tanto, deber¨ªa ser el medio regular de comunicaci¨®n c¨®smica. Despu¨¦s de varias semanas se recibi¨® una se?al indiscutiblemente artificial, al parecer de Epsilon Eridani. Los astr¨®nomos se excitaron mucho y alguien sugiri¨® hacer una llamada telef¨®nica, urgente, a Washington. Pronto vino el anticl¨ªmax, cuando se revel¨® que la fuerte artificial de radio hab¨ªa sido un avi¨®n operando desde una base militar secreta. El experimento suscit¨® vivos comentarios.
Uno de los primeros cient¨ªficos en rechazar la filosof¨ªa que subyac¨ªa al Proyecto Ozma fu¨¦ Freeman Dyson. No le preocupaba ninguno de los comentarios triviales sobre si los astr¨®nomos de Green Bank hab¨ªan buscado, o no, publicidad; m¨¢s bien pon¨ªa en duda su supuesto de que las civilizaciones planetarias no ten¨ªan nada mejor que hacer que transmitir una corriente continua de mensajes de radio en todas las direcciones, con la remota posibilidad de que alguien pudiera captarlo. Se puede concebir que nuestra actividad tecnol¨®gica haya sido observada por civilizaciones extraterrestres, que podr¨ªan estar tratando de hablarnos. Pero es igualmente probable que todas las se?ales de nuestra existencia hayan sido ocultadas por la enorme escala de la distancia interestelar, o por el halo de radio del Sol. Si es as¨ª, los extraterrestes que sospechasen que la Tierra existe, que alberga vida inteligente, que estas formas de vida se beneficiar¨ªan de sus ense?anzas misionarias y que fueran tan ingenuos como para creer que una educaci¨®n as¨ª podr¨ªa ser peligrosa para los educadores, podr¨ªan emitir mensajes de radio a la Tierra. Pero no tendr¨ªan a¨²n medios de saber cu¨¢ndo estar¨ªan preparados los habitantes de la Tierra para recibirlos.
La cuesti¨®n se vuelve a¨²n m¨¢s dudosa cuando consideramos la cantidad de energ¨ªa necesaria para enviar mensajes de radio a trav¨¦s de distancias Interestelares. Es dif¨ªcil no aceptar la conclusi¨®n de Dyson de que los extraterrestres pensar¨ªan en maneras m¨¢s rentables de invertir su riqueza. Sugiere que se concentrar¨ªan m¨¢s bien en la expansi¨®n de su propia tecnolog¨ªa. En consecuencia ha instado a los astr¨®nomos interesados en las civilizaciones extraterrestres a no esperar mensajes de ellos, sino m¨¢s bien a buscar signos visibles de su tecnolog¨ªa. Como escribi¨® en un art¨ªculo memorable, en 1959: ?Parece una previsi¨®n razonable que las presiones m althusianas llevar¨¢n finalmente a una especie inteligente a efectuar una explotaci¨®n m¨¢s eficaz de los recursos de que disponga. Cabe esperar que, a los pocos miles de a?os de entrar en el estadio del desarrollo industrial, se hablar¨¢ a toda especie inteligente ocupando una blosfera artificial que rodee por completo a su estrella madre?.Este art¨ªculo represent¨® el nacimiento intelectual de esa gigantesca idea de ingenier¨ªa conocida como la Esfera de Dyson. Los extraterrestres qu¨¦ deliberadamente desmantelaran su mayor planeta, su equivalente a nuestro J¨²piter, explotar¨ªan la radiaci¨®n de su estrella madre, colocando los fragmentos del planeta deshecho en ¨®rbitas adecuadas en tomo suyo. Utilizar¨ªan entonces estos nuevos mundos para fines residenciales o de miner¨ªa, seg¨²n juzgasen conveniente. La esfera no ser¨ªa una construcci¨®n r¨ªgida, pues esto ser¨ªa din¨¢micamente imposible, sino que estar¨ªa formada por enjambres, de miles de objetos que volar¨ªan sueltos, girando todos en la misma. direcci¨®n, y ser¨ªa similar en su mec¨¢nica a los famosos anillos del planeta Saturno. Saturno tiene en ¨®rbita millones de fragmentos que son como pedruscos de hielo y polvo, de modo que el planeta, visto con telescopios desde la Tierra, aparece rodeado de un anillo s¨®lido. La Esfera Dyson se parecer¨¢, viista- a distancia, a un anillo as¨ª, excepto que ser¨¢ mucho m¨¢s amplio y denso en proporci¨®n a su Sol que los anillos de Saturno.
Terminenos con estos extraterrestres. El observarlos o establecer contacto con ellos aportar¨ªa a nuestra civilizaci¨®n un bien que no tenemos derecho a esperar. Si he hablado de ellos ha sido ¨²nicamente para mostrar c¨®mo Dyson y su colega ruso N. S. Kardashev, llegaron a elaborar sus ideas sobre la factibilidad de una Esfera Dyson, o como la llama, Kardashev, una ?civilizaci¨®n-de fase 2?. Volvamos al planteamiento original de Dyson de que ?... a los pocos miles de a?os de entrar en el estadio de desarrollo industrial, se hallar¨¢ a toda especie inteligente ocupando una biosfera artificial en tomo a su estrella madre?. Esta definici¨®n evidentemente nos incluye a nosotros. Si es verdad que no hay l¨ªmite natural al desarrollo tecnol¨®gico, entonces es evidente que tarde o temprano, estamos abocados. a desmantelar el planeta gigante J¨²piter para construir una esfera de Dyson alrededor de nuestro Sol. Hacemos esto por obvia raz¨®n de que s¨®lo en los fragmentos del planeta gigante encontraremos espacio suficiente para nuestra crecida poblaci¨®n y materias prinas para nuestras operaciones industriales.
?Qu¨¦ tipo de sociedad ser¨¢ capaz de tales haza?as? En conocimientos, riquezas y poder dif¨¦rir¨¢ de la nuestra tanto como la nuestra difiere de la de la Edad Media: Pero ?en qu¨¦ cantidad mensurable y precisa difieren estas sociedades? La frase ?nivel -de actividad tecnol¨®gica? no es s¨®lo una zalamer¨ªa de los economistas. Podemos realmente medir esta actividad en t¨¦rminos de la cantidad de energ¨ªa que despliega una sociedad. La unidad b¨¢sica para medir la energ¨ªa es el ergio, y podemos decir que como mejor se mide el nivel de riqueza y poder es por el n¨²mero total aproximado de ergios que despliega cada a?o. Dar¨¦ resumidamente algunos ejemplos de ergiometria y de la aritm¨¦tica bastante sencilla que la acompa?a.Un ergio es la cantidad de energ¨ªa necesaria para empujar un gramo de materia, un cent¨ªmetro. Un escarabajo de tama?o normal, cuando anda por el suelo, despliega, por tanto, un ergio a cada paso. Un hombre que sube una escalera despliega mil millones de ergios al subir cada pelda?o. Estas acciones representan cantidades relativamente- peque?as de energ¨ªa, y cuando hablamos de sociedades enteras nos encontramos cori n¨²meros muy grandes. Hab¨ªa esperado escribir este libro con miles de millones y billones, pero, a pesar de lo ¨²tiles que son estos n¨²meros, no se puede utilizar para la ergiometr¨ªa astron¨®mica. Probemos en vez de esto con potencias de diez, el sencillo m¨¦todo matem¨¢tico que utilizan las revistas cient¨ªficas para representar casi todos los n¨²meros, grandes o peque?os. Estas revistas rara vez hablan de un bill¨®n. Dicen, en cambio, diez elevado a la potencia doce, o 1012 . Esto quiere decir la cifra uno seguida de doce ceros. As¨ª 10 ',Es diez, 102 , es cien, 103 , es mil, 104, es 10.000, etc¨¦tera. Es muy f¨¢cil multiplicar y dividir con estas potencias de 10. Para multiplicar dos n¨²meros, sumamos las cifras de los exponentes, y para dividir, los restamos. As¨ª, multiplicar un bill¨®n por 100.000 es multiplicar 101 por 105. Sumamos el 12 y el 5 y nos da la respuesta correcta de 1017. Para dividir un bill¨®n por 100.000 sustraemos 5 de 12; d¨¢ndonos 107. Probemos el sistema. El Imperio Romano, en su fase m¨¢s energ¨¦tica, con sus proyectos de construcci¨®n de carreteras, obras p¨²blicas y desplazamiento de flotas y ej¨¦rcitos, desplegaba un presupuesto anual de energ¨ªa de un 1024 ergios. Nuestra civilizaci¨®n global, con todas sus f¨¢bricas y veh¨ªculos de tierra, mar, aire y espacio, despliega un presupuesto anual de unos 1029 ergios, es decir, 100.000 veces m¨¢s energ¨ªa en un a?o que el Imperio Romano.
?Qu¨¦ es el crecimiento tecnol¨®gico, el verdadero agente que eleva lo! niveles de tecnolog¨ªa? Mucha gente no comprende su verdadera naturaleza; si lo entendieran, probablemente no lo tratar¨ªan de modo tan despectivo. Tiene poco que ver directamente con la poluci¨®n, o con la tasa de actividad en la construcci¨®n, o con el n¨²mero creciente de cient¨ªficos e ingenieros, o con el crecimiento cuantitativo del transporte a¨¦reo. No avanza seg¨²n un flujo constante, sino seg¨²n una serie de saltos muy grandes. Un descubrimiento tecnol¨®gico ocurre cuando alguien halla una manera de utilizar la energ¨ªa con menos esfuerzo que antes. El Universo est¨¢ lleno de energ¨ªa, pero el progreso humano a veces ha.sido lento porque los inventores fueron incapaces de hallar modos pr¨¢cticos de aprovecharla.
Nosotros, en la actualidad, esperamos dos desarrollos tecnol¨®gicos muy importantes. El primero es la lanzadora espacial, que reducir¨¢ el coste de la puesta en ¨®rbita de hombres y material en un 80 por 100, permitiendo desplegar mucha m¨¢s energ¨ªa en el espacio; el segundo es la fusi¨®n del hidr¨®geno, que eliminar¨¢ los problemas de escasez de energ¨ªa y de los desechos radiactivos. Cada una de estas mejoras elevar¨¢ a grandes saltos nuestro presupuesto anual de energ¨ªa. La lanzadora espacial deber¨¢ empezar a funcionar en 1978, mientras que se cree que la fusi¨®n del hidr¨®geno nos suministrar¨¢ por lo menos cierta parte de la electricidad comercial hacia el a?o 2000 ¨® 2010. A las pocas d¨¦cadas de utilizarlo en gran escala, es probable que la combinaci¨®n de estos dos descubrimientos eleve nuestro presupuesto de energ¨ªa por un factor de cien o mil a 1031 ¨® hasta 1632 ergios. En el ¨²ltimo supuesto, estaremos en la orgullosa situaci¨®n, no s¨®lo de haber dominado en gran parte nuestra poluci¨®n, sino de ser 100 millones de veces m¨¢s ricos en.energ¨ªa que los emperadores romanos, y bastante m¨¢s civilizados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.